La tragedia Persas de Esquilo ha sido ampliamente estudiada por su condición excepcional: entre otras razones, en primer lugar es la tragedia más antigua preservada completa y, en segundo lugar, su tema es un acontecimiento fundamental de la historia reciente de la Hélade: la victoria contra el imperio persa en la batalla de Salamina, durante las Guerras Médicas.
La guerra es un fenómeno común en las sociedades antiguas y repercute en la vida cotidiana de los ciudadanos, en su economía, en su política y en sus representaciones culturales. La literatura no es ajena a estas repercusiones y, en cuanto a la tragedia griega, es claro que se trata de una caja de resonancia de los acontecimientos políticos de la Atenas del siglo V. En el caso particular de Esquilo, sus concepciones religiosas, filosóficas y políticas configuran una Weltanschauung compleja que grandes autores se han empeñado en interpretar, pero que nunca se agota por completo y que siempre nos permite nuevas aproximaciones. En relación con lo estrictamente político, sin ir demasiado atrás en el tiempo, desde el volumen de Thomson (1946) y el artículo de Stoessl (1952), que dan por sentado el apoyo de Esquilo al estratega Temístocles en esta obra, se ha profundizado el estudio de las inquietudes del dramaturgo en ese campo. Stoessl (1952: 116), por caso, enfatiza la relación esencial entre pensamiento político y forma trágica. Estos estudios tienen otros hitos, entre los que es imprescindible mencionar el trabajo de Podlecki (1966), que toma la vida y obras del autor y las relaciona con figuras de la época y con momentos histórico-políticos, si bien ha perdido algo de su vigencia por el carácter historicista de su abordaje de estas obras literarias. El texto de Pelling (1997: 1), por su parte, pone en claro el modo en que podemos relacionar la realidad de los hechos históricos con la obra de arte: “…art provides only a version of reality.” En efecto, Esquilo ofrece en la tragedia Persas una versión de la realidad histórica, que, como señala el mismo autor, es más estilizada y elaborada de acuerdo con algunas convenciones genéricas y expectativas del auditorio. Al tratarse de las Guerras Médicas, un acontecimiento relevante en la historia, las repercusiones en la política ateniense y en la consolidación del sistema democrático se ven también reflejadas en la tragedia.
Para las presentes indagaciones, partimos de una inquietud primordial: cuando leemos la tragedia Persas, tratándose de la única de tema histórico dentro de un corpus de obras de temas míticos, nuestro primer interrogante es por qué la utilización de un asunto de la historia helénica reciente para la elaboración de la pieza no nos resulta disonante con respecto a la gran mayoría de las tragedias preservadas. Es decir, cómo logró Esquilo dar forma trágica a los acontecimientos que se presentan y cómo llevó a término el proceso exitosamente. El logro está documentado no solo en el hecho de que la tetralogía en la que esta obra se inserta fue premiada, sino también en contraposición con el antecedente del fracaso de la tragedia La toma de Mileto, Μιλήτου ἅλωσις, compuesta y presentada en 494-3 por Frínico, quien, según se sabe, resultó multado por mostrar los traumáticos episodios de la sublevación jonia frente a los persas en una forma, al parecer, descarnada. En efecto, Heródoto nos informa que durante la puesta en escena de esa tragedia todo el auditorio rompió en llanto (ἐς δάκρυά τε ἔπεσε τὸ θέητρον), por lo que la misma polis le impuso al autor una multa de mil dracmas y la prohibición de que la obra volviera a representarse (Ἀθηναῖοι ... ἐζημίωσάν μιν ὡς ἀναμνήσαντα oἰκήια κακὰ χιλίῃσι δραχμῇσι, καὶ ἐπέταξαν μηκέτι μηδένα χρᾶσθαι τούτῳ τῷ δράματι, “Los atenienses ... lo multaron con mil dracmas por recordar males propios y ordenaron que nadie nunca más pusiera en escena este drama”, Hdt. 6.21). Frente a tal antecedente, la tragedia de Esquilo resulta sumamente atractiva, en la medida en que ha podido recapitular en forma satisfactoria acontecimientos instaurados en la memoria del auditorio ateniense que, aunque finalizaron en el éxito de la empresa, aluden a algunos hechos dolorosos como el saqueo de la ciudad de Atenas y la profanación de sus templos. Ya Murray (1954) se preguntaba qué hace de Persas una gran tragedia. Sus respuestas tienen que ver con la magnificencia de la situación, de los personajes y de la lección moral que la caída trágica deja en el auditorio, a más del colorido oriental que presentan sus caracteres. Sobre esta base, nos parece que corresponde profundizar el análisis apelando a los postulados de la Poética de Aristóteles y también a nociones relativas a la instauración de la norma trágica, elementos que nos permitirán obtener una interpretación más cabal de la pieza.