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Una pérdida eterna. La muerte de Eva Perón y la creación de una comunidad emocional peronista

Gayol, Sandra (2023).
Buenos Aires: FCE, 336 páginas.

María José Valdez

Facultad de Filosofía y Letras, UBA. PEHESA - Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, UBA-CONICET, Argentina.

Una pérdida eterna. La muerte de Eva Perón y la creación de una comunidad emocional peronista es la última obra de Sandra Gayol. Publicado en 2023, el libro centra su análisis en un evento siempre estudiado por sus consecuencias políticas, pero no en su propia especificidad: la agonía y muerte de Eva Perón.

La autora enmarca la narración de los acontecimientos en un campo de estudio en franco crecimiento en estas latitudes: el de la historia de las emociones. Para ello, y luego de un breve recorrido historiográfico sobre los jalones más significativos relativos al campo, Gayol recurre a dos nociones –comunidad emocional y régimen emocional– que se constituyen en claves que la autora brinda al lector, aún con los reparos que señala en relación con su utilización. Si la noción de “comunidad emocional” refiere a la manera en que se entienden los procesos de homogeneización en la construcción de una emocionalidad política colectiva, el de “régimen emocional” remite a las normas del sentir vigentes en un momento específico, que se intentan imponer y se esperan desde el poder.

A partir de esta conceptualización, la autora coloca el deceso de la primera dama en el foco de atención, lo que le permite recuperar la manera en que este suceso operó para constituir al peronismo como comunidad emocional específica. De hecho, afirma que la existencia previa de algunas disposiciones emocionales en la discursividad peronista (asociadas a palabras clave reflejo de emociones como felicidad, amor, sacrificio y dolor) y expresadas a través de palabras e imágenes, se consolidaron con la enfermedad y la posterior muerte de Eva Perón. Este proceso de construcción de sentidos se produjo con un ida y vuelta entre discursos y disposiciones gubernamentales, entre apropiaciones y aportes populares, entre oficialistas y opositores –quienes no quedaron por fuera de la corriente emocional que atravesó socialmente al país–.

Estas premisas son las que le permiten a Gayol organizar su relato a lo largo de seis capítulos. Si en los dos primeros el núcleo argumental se posa en la cuestión referida a la enfermedad y la agonía de Eva Perón, los dos que le siguen se concentran en las diferentes aristas del rito fúnebre, mientras el quinto y el sexto analizan tanto las normativas sociales vigentes sobre el dolor y las formas en que diversos sectores opositores relataron y describieron el funeral de Estado. En cada uno de ellos la autora parte de preguntas disparadoras y recurre a una multiplicidad variopinta de fuentes para reconstruir el universo social, cultural y político del momento.

En el primer capítulo, Una pérdida eterna… reconstruye la manera en que el tratamiento público de la enfermedad de Eva Perón contribuyó a la configuración de una comunidad política y emocional particular. Desde el momento en que las noticias sobre los padecimientos de la primera dama fueron imposibles de ocultar, las novedades sobre su estado de salud se entrelazaron con diferentes formas de movilización ciudadana. En lo que refiere a las noticias, la principal manera en que se comunicaron fue a través de los boletines médicos elaborados por la Subsecretaría de Informaciones. La autora los analiza, considerando no solo su escueto contenido sino también cómo, a través de un lenguaje técnico, se intentó ordenar la información oficial sobre el estado de salud de Eva. Al mismo tiempo, da cuenta de las movilizaciones que acompañaron la evolución de la enfermedad y que se plasmaron en misas y peregrinaciones coordinadas por diversas entidades estatales de diferente nivel (nacional, provincial y municipal) y por las distintas organizaciones partidarias –que competían por su presencia en el espacio público–. En ese sentido, el sacrificio peregrino se perfilaba como la contracara del sacrificio de la primera dama. Al mismo tiempo, y dado que las noticias sobre la salud de Eva Perón se difundían en un contexto político particular –marcado por el intento de golpe de Estado y por la campaña electoral presidencial–, la enfermedad operó, por un lado, como argumento para la descalificación de aquellos que pretendían derribar al gobierno; por el otro lado, como factor influyente en la decisión de suspender los actos proselitistas, dada la necesidad de refugiarse “en la fe”.

El capítulo dos analiza la manera en que se elaboró el martirio de Eva Perón y su interacción con el saber público sobre su enfermedad. Desde la mirada de Gayol, la primera dama fue quien lideró la política de las emociones durante el peronismo, apelando al uso de recursos lingüísticos y extralingüísticos y a la mención (en sus discursos) de sentimientos como el amor, la felicidad, el dolor y el sacrificio. En este sentido, sostiene Gayol, Eva Perón enlazó el amor romántico con el discurso político, colocando en un pie de igualdad el amor a Perón con el amor al pueblo. Pero también cobró importancia en su oratoria la mención al dolor. Esto se produjo en paralelo a la reversión del ciclo económico y, por lo tanto, a la aparición de dificultades materiales tangibles para sus partidarios. Así, la alusión al sacrificio cobró un nuevo significado; en paralelo, la manifestación pública del deterioro de su salud –percibido en los discursos radiales a través de la debilidad de su voz– puso en evidencia el dolor en el cuerpo mismo de Eva. De esta forma, en el sacrificio doloroso de la “jefa espiritual de la nación” se evidencia no solo su dolor corpóreo sino el dolor y el sacrificio político de su pueblo.

En el tercer capítulo la autora, a través de fuentes periodísticas locales, nacionales y extranjeras, revistas partidarias, disposiciones oficiales y entrevistas a asistentes reconstruye el período entre el comienzo de los rumores sobre el deceso de Eva Perón y la inhumación de su cuerpo. Gayol afirma que los rituales por la muerte de Eva deben ser analizados en relación con otros funerales de Estado desplegados previamente, pero también en vinculación con festividades peronistas como el 1 de mayo y el 17 de octubre, así como en el contexto de la situación política. A través de un relato minucioso y rico en descripciones, se hace foco en aspectos simbólicos, en prácticas sociales y emocionales específicas, en el aspecto dramático de los eventos que se sucedieron en todo el país, pero en especial en la capital de la República. En la narración de los sucesos, es interesante la manera en que el libro recupera no solo la movilización que el ritual supuso (en cuanto al número de asistentes, la marcha de antorchas, etc.) sino también otros aspectos poco imaginados como la dimensión olfativa del evento, a través de las innumerable cantidad de coronas de flores, o el lugar de las mujeres, a través de la presencia de las enfermeras en la capilla ardiente o custodiando el féretro en el cortejo fúnebre. Pero además, la autora resalta cómo todo el ritual mortuorio pretende mostrar una sociedad ordenada y jerárquica detrás de Juan D. Perón y la integración –bajo su liderazgo– de Ejército, pueblo y gobierno.

¿Cómo fue la elaboración narrativa de la muerte de Eva Perón? ¿De qué manera quienes sufrieron su desaparición física manifestaron su dolor de forma escrita hacia los deudos? Estas preguntas guían las preocupaciones de los capítulos 4 y 5. En relación con la narración de los acontecimientos, Gayol toma como fuentes al diario oficialista Democracia y dos mediometrajes elaborados como homenajes póstumos. En el periódico, el dolor por la pérdida de Eva es permanentemente adjetivado, pero además se extiende –supuestamente– a todos, en una operación literaria que no logra advertir las tensiones que implica la imposición social que ciertos rituales generan. Al mismo tiempo, los mediometrajes encargados por la Subsecretaría de Informaciones expresan, por un lado, las emociones apelando a primeros planos, al silencio o al llanto; por el otro lado –y sobre todo en el encargado al director cinematográfico de los estudios Fox– resaltan la figura de Perón, por lo que la muerte de Eva funciona como escenificación y consagración del poder presidencial.

El quinto capítulo estudia los telegramas, cartas y tarjetas de pésame dirigidos al presidente Perón, objetos que se inscriben en una práctica mortuoria y política previa. A través de ellos, la autora indaga sobre las formas en las cuales quienes redactaron intentaron dar sentido a un evento histórico crucial, a través de un conjunto de frases acordes a las normas sociales vigentes. Nuevamente aparece la referencia emotiva al dolor, al dolor peronista, a las lágrimas, al sentir del “pueblo”, a la pérdida que supone la desaparición física de la primera dama. Pero además, interesa la manera en que la autora explica la operatividad de la escritura para realizar calificaciones morales sobre las expresiones afectivas de otros en una coyuntura política particular.

El último capítulo estudia cómo la oposición política observó y vivió la muerte de Eva Perón. Así, el análisis de los diagnósticos, las valoraciones y las tensiones alrededor de la enfermedad, la agonía y muerte y el posterior velatorio de Eva operaron como instrumento para extender una calificación general sobre el peronismo. Los sentimientos y emociones transmitidos en los textos de los opositores revelan críticas a las maneras utilizadas desde el gobierno para imponer la práctica social del luto y la práctica ritual del llanto, a partir del análisis de la figura de la llorona. Por último, la autora manifiesta que la mirada construida por la oposición hizo aflorar la emoción social y política del resentimiento.

A través de Una pérdida eterna…, Sandra Gayol ahonda en la temática del duelo (ya transitada a lo largo de su obra) e introduce en los siempre amplios y heterogéneos estudios sobre el peronismo un nuevo y estimulante campo historiográfico como lo es el de la historia de las emociones. En este sentido, la obra reseñada se convertirá sin lugar a dudas en referencia y punta de lanza para este tipo de estudios.