Santos Lepera, Lucía (2023).
Rosario: Prohistoria, 272 páginas.
María Elena Barral
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, UBA-CONICET, Argentina.
En imperfecta comunión Iglesia y peronismo en Tucumán, 1943-1955 es el resultado de una investigación doctoral que, a su vez, se inscribe en diferentes procesos de renovación historiográfica, entre los cuales merecen resaltarse los estudios de historia social y económica sobre Tucumán, las investigaciones sobre el peronismo y las dedicadas a analizar el catolicismo. Se trata de un libro en el cual su autora, Lucía Santos Lepera, eligió un camino estratégico y trabajoso: situar sus preguntas en el cruce de campos temáticos que no siempre dialogan entre sí. El resultado de estas decisiones fue la producción de un conocimiento histórico sólido y relevante para un tema central de la historia argentina.
Santos Lepera se ha sumergido en cada uno de estos campos temáticos, en sus discusiones y en sus categorías y lenguajes específicos para dar cuenta del repertorio de interpretaciones disponibles, en especial sobre el catolicismo y su relación con el peronismo en Tucumán. En gran medida, su aporte reside en identificar la complejidad institucional que encierra el mundo católico y de elegir –y analizar en profundidad– segmentos específicos de esa red y sus vínculos con diversos sujetos sociales, políticos y culturales. El escenario, habitado por curas, obispos, sindicalistas y empresarios y trabajadores de la industria azucarera permite recuperar el impacto de la irrupción del peronismo en la Iglesia católica, las tensiones entre curas, obispos, laicos y laicas a que esta dio lugar y el modo en que se tramitaron en la diócesis tucumana.
Para ello la autora examinó en profundidad las interacciones entre las experiencias religiosas y las que tuvieron lugar en otros ámbitos de la actividad social. Pero como paso previo, y debido a la escasez de trabajos precedentes sobre el mundo católico, realizó una reconstrucción muy precisa y detallada de las representaciones y las prácticas religiosas y un análisis de sus espacios, personal e instituciones. Y aquí fue necesario reconstruir la red parroquial, conocer las características del clero, su formación, sus perfiles, los de los obispos, las líneas de acción que ellos privilegiaron y hasta la concepción eclesiológica y política que atravesaban sus gestiones.
El libro se mueve entre distintas escalas de análisis y construye un enfoque que, desde el ámbito provincial/diocesano –y privilegiando el papel de determinadas instituciones, estructuras y autoridades religiosas y seculares–, proporciona claves de análisis de gran potencia explicativa para los estudios sobre el peronismo y sus relaciones con la Iglesia católica. En estas diferentes escalas, toma en cuenta sujetos e instituciones de enorme trascendencia, que son, a su vez, jurisdicciones eclesiásticas y religiosas. Entre ellas, la dimensión parroquial es la más explícitamente trabajada aunque la del obispado se encuentra muy presente y hay un registro de lectura posible del libro en términos de políticas diocesanas.
El análisis en torno al papel de los párrocos, de su autonomía y de sus condicionamientos recupera los aportes de la historiografía americanista de periodos previos, como también recobra los aspectos cotidianos y locales de las construcciones estatales y de las formas de conflictividad. Este modo de analizar el problema cambia la imagen de una Iglesia que en otros enfoques parece imbatible y “superpoderosa” (la jerarquía eclesiástica denomina y explica en sí misma), donde el principio de autoridad que pareciera guiar las relaciones entre los obispos y los párrocos se supone de absoluta obediencia y donde la relación con las instituciones civiles siempre es de confrontación.
Todos estos análisis fueron posibles a partir de la reunión –y luego, el estudio, crítica y reflexión– de un conjunto de fuentes diversas provenientes de diferentes archivos privados y públicos, nacionales, provinciales y locales, laicos y eclesiásticos. A esta profusa documentación inédita deben sumarse fuentes orales provenientes de entrevistas realizadas especialmente para esta investigación así como fuentes éditas.
El libro se organiza en cinco capítulos –precedidos por una introducción y coronados por las conclusiones– en los cuales es posible reconocer una periodización de los vínculos entre catolicismo y peronismo en Tucumán. La forma de titular a cada uno de ellos, como se verá, encierra los principales problemas que la autora identificó en cada uno de estos momentos. En la introducción se presenta de manera muy clara y precisa los puntos de observación escogidos en el cruce de las historiografías que la autora puso a dialogar entre sí y frente a los cuales el libro realiza diferentes procedimientos de inscripción, filiación y de crítica.
El primer capítulo, “Alcances de la consolidación institucional de la Iglesia (1930-1943)”, realiza una reconstrucción detallada del crecimiento de la Iglesia diocesana, de su clero, del movimiento laico (Acción Católica Tucumana y el Secretariado Económico Social) y de la prensa católica que se acompaña con otras iniciativas como la reunión del 2do sínodo diocesano y otras –menos exitosas– como la de construir un sindicalismo católico. Aquí resalta la figura de Agustín Barrere, obispo entre 1930 y 1952, quien gestionó el financiamiento del clero parroquial, a través de sus vínculos con el empresariado azucarero. El segundo capítulo (“Tensiones y alineamientos frente a la irrupción del peronismo, 1943-1946”) aborda el modo en que la Iglesia católica tucumana transitó estos años de cambios políticos a través de la compleja relación mantenida con el gobernador Alberto Baldrich, de impronta nacionalista y autoritaria, y de la crisis abierta entre la militancia laica y la cúpula eclesiástica.
En el capítulo tercero, “El campo de colaboración (1946-1952)”, se analiza el robustecimiento del sostén material a la Iglesia y ampliación de la red institucional en la que se apoyó el peronismo. A nivel de las parroquias, sobresale la descripción de las formas de intervención a nivel de los curas en su búsqueda para obtener recursos, su autonomía respecto del obispo, así como la relación directa que establecen con los funcionarios gubernamentales, legisladores y autoridades políticas locales.
En el cuarto capítulo, “Entre la autoridad eclesiástica y el poder local: los curas párrocos” puede verse cómo el ministerio parroquial gana densidad y complejidad por la interacción con nuevos actores (sindicatos o unidades básicas). Aquí los párrocos construyen sus fidelidades múltiples y determinados momentos, como la muerte de Eva Perón, ponen a prueba estas lealtades y las jerarquizan. Al mismo tiempo, los gestos que tuvieron lugar el 26 de julio de 1952, y en los días previos y los sucesivos, son estudiados en el marco de tradiciones religiosas de larga data y se los asocia con expresiones piadosas más cotidianas (y por lo tanto menos visibles) que en estos contextos se amplifican de modo notable.
En el último capítulo, “Tensiones y rupturas (1953-1955)”, se presenta un procedimiento si se quiere más clásico de la historiografía política, aunque indispensable, en el sentido de considerar la deriva de las relaciones entre Iglesia diocesana y el gobierno provincial en los últimos años peronistas para compararla con otras experiencias. A diferencia de lo que sucedía en Córdoba o en Buenos Aires, en Tucumán no se registró un deterioro de las relaciones, ni violencia o enfrentamiento abierto hasta 1955. El tipo de explicación que la autora proporciona la lleva nuevamente a analizar algunos procesos específicos del mundo católico: el perfil del nuevo obispo, su política pastoral o sus concepciones eclesiológicas que otorgan más espacio de acción de los párrocos. Las consecuencias de esta nueva configuración pueden verse en la naturaleza de las reacciones de la Iglesia cuando el conflicto sí se hizo manifiesto a comienzos de 1955 con la intervención federal.
Las conclusiones ofrecen una síntesis de los vínculos entre poder político y poder religioso y refuerzan la originalidad de un enfoque situado que incorporó el estudio sistemático del laicado de la Acción Católica Tucumana junto al clero parroquial.
En imperfecta comunión es un libro que pone el foco en el examen de relaciones: entre curas párrocos y la jerarquía eclesiástica; entre los obispos y la Acción Católica; entre esos mismos prelados y los gobiernos provinciales, los sindicatos o los empresarios azucareros. Este libro es mucho más que un “caso regional” a partir del cual se definen las diferencias respecto a otros estudios. Es un modo de aproximación que combina escalas diversas y sus conclusiones iluminan el problema general de las relaciones entre la Iglesia y el peronismo.