Barcos, María Fernanda (2023).
Buenos Aires: Teseo, 332 páginas.
Mariano J. Aramburo
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, UBA-CONICET, Argentina.
En los últimos años la historiografía argentina renovó su interés por la década de 1850. Nuevos enfoques, preguntas y temas permitieron reinterpretarla otorgando una mirada más atenta y compleja de lo allí acontecido.1 El libro de María Fernanda Barcos ¡Virtuosos hijos de esta tierra, al combate! se inscribe en esta renovación, poniendo su análisis en la rebelión federal que sitió la ciudad de Buenos Aires entre diciembre de 1852 y julio de 1853, acontecimiento que selló la división entre la Confederación Argentina y Buenos Aires por el transcurso de casi una década.
A lo largo de los ocho capítulos que componen la obra, María Fernanda Barcos discute con las interpretaciones clásicas que analizaron el sitio y –en particular– con las fuentes más utilizadas para ello, las crónicas que casi contemporáneamente narraron el acontecimiento desde la perspectiva de la ciudad sitiada y menospreciaron la rebelión como un simple levantamiento, expresión de la barbarie rural. En oposición a ella, y merced a una enorme labor de archivo, Barcos incorpora y trabaja con una gran cantidad de documentación –donde se destacan las Actas de Representación– lo que le permite incorporar al análisis un mundo rural en toda su diversidad. Del mismo modo, Barcos dialoga con notable lucidez con una amplia y heterogénea historiografía de reciente producción, destacándose en este punto su capacidad para integrar en el análisis los aportes de obras que transitan la historia agraria, la historia social, la historia de la guerra, la historia política y la historia de los lenguajes y conceptos políticos.
Una característica destacable del texto es que, aunque cada uno de los ocho capítulos aborda un tema y problema en particular, lejos están de ser compartimentos estancos. Por el contrario, cada uno dialoga con los demás, logrando un relato claro y consistente y, al mismo tiempo, ameno. Del mismo modo, el libro apela a una enorme y variada cantidad de fuentes, lo que permite no sólo sostener con fundamentos las hipótesis y preguntas de trabajo de la autora, sino también presentar cuadros y mapas que ilustran sus argumentos. Tanto la interrelación de los capítulos como el trabajo documental se ven acompañados por un notable esfuerzo a la hora de restituir la temporalidad propia de la rebelión, así como las diferentes coyunturas que fue atravesando. En este sentido, tanto la batalla de San Gregorio como el arribo de Justo José de Urquiza a Buenos Aires son presentados como puntos de quiebre que sintetizan las etapas de la rebelión.
En lo que respecta al contenido específico del libro, los primeros tres capítulos se ocupan de analizar los motivos de la rebelión rural, su carácter, así como los mecanismos de legitimidad –directos e indirectos– puestos en práctica. En este sentido, tres elementos merecen especial atención.
En primer lugar, María Fernanda Barcos logra explicar los motivos que dieron lugar al alzamiento de los decembristas –nombre que dieron los contemporáneos a los rebeldes–. Así, como observa en el capítulo 1 “¡Viva la libertad! El día después de Caseros”, los realineamientos políticos tras la batalla de Caseros que permitieron a los otrora enemigos de la provincia ocupar cargos de gobierno, la movilización militar –nunca suprimida del todo tras febrero de 1852– pero impulsada por el gobierno luego de la revolución de septiembre, y una identidad rural fuertemente identificada con el rosismo, supusieron elementos aglutinadores que gestaron el malestar en la campaña, tanto de la población rural como de sus autoridades civiles y militares.
Un segundo aspecto importante es la caracterización que Barcos realiza de lo iniciado en diciembre de 1852. En este sentido, pone el foco de análisis en el pronunciamiento del 1° de diciembre de 1852 en la Guardia de Luján, gracias al cual analiza y detalla con prolijidad a participantes, apoyos y motivaciones de sus protagonistas. Concluye sobre ello que la continuidad de la movilización rural y la inminencia de un nuevo enfrentamiento bélico –ahora entre Buenos Aires y la Confederación Argentina– fueron los principales impulsores del movimiento.
El tercer aspecto al que da importancia son los mecanismos de adhesión en los vecindarios que permitieron mantener en el tiempo la rebelión. En particular, se destaca el tratamiento de las diferentes acciones de apoyo que favorecieron el mantenimiento de la presión reclutadora y el sostén económico a lo largo de los meses que duró el sitio. Estas acciones oscilaron, por su parte, entre la coerción y el consenso.
El resultado del análisis realizado en los primeros tres capítulos queda plasmado en el capítulo 4, “¡Virtuosos hijos de esta tierra, al combate! El sitio a la Ciudad de Buenos Aires”, donde se ocupa de explicar que lo ocurrido no puede ser reductible a un simple episodio militar. Por el contrario, y retomando aportes recientes de la historia de la guerra, concluye que estamos en presencia de una sociedad movilizada por esta o, dicho en otras palabras, un pueblo en armas.
Un aspecto destacable del texto es la incorporación en el análisis de la frontera y las relaciones interétnicas. Aunque este elemento no había sido del todo ignorado por estudios anteriores, Barcos lo reconsidera con el objeto de mostrar la compleja coyuntura que debieron enfrentar los decembristas, en tanto que la permanente amenaza de la frontera sur significó siempre un foco de preocupación y atención tanto material como logística. En este sentido, también incorpora en el análisis los posicionamientos y estrategias que las parcialidades indígenas desplegaron frente al conflicto.
Un capítulo que merece especial atención es el sexto, “¡Viva la Confederación Argentina! Las armas en reposo”, donde la autora se ocupa de indagar los efectos que tuvo la incorporación del Congreso Constituyente y de Urquiza en el conflicto. Si la primera consecuencia de esto fue la redimensión de la rebelión, no menos importante fueron sus efectos sobre la movilización política, militar y económica de la campaña. En particular, y centrando el análisis en las Actas de Representación elaboradas en los vecindarios, Barcos explica que ellas expresaron la opinión de los vecinos sobre la legitimidad de la rebelión, de los representantes en el Poder legislativo provincial y la autoridad de Hilario Lagos, así como de la subordinación del ejército federal al mando de Urquiza.
En suma, si en capítulos anteriores la mirada había estado centrada en explicar la movilización económica y militar, el eje de este capítulo se ubica en la intervención ciudadana expresada en aquellas actas. Estas le permiten a Barcos valorizar la relación vecindad-ciudadanía así como el grado de adhesión al movimiento. Apelando a un análisis conceptual de la documentación y del Consejo de Administración creado por los decembristas, muestra los esfuerzos de las autoridades de la campaña por dotar a la rebelión de legitimidad, institucionalidad y legalidad, lo que le permite definir a la rebelión como un movimiento político-social.
En el capítulo 7, “¡Mueran los enemigos de la organización nacional! Política y trincheras”, aunque centra su mirada en lo ocurrido en la ciudad, la autora mantiene la tónica de analizar los aspectos institucionales llevados adelante por las autoridades de la campaña. En este sentido, discute la clásica tesis que sostenía que los oficiales federales decembristas adscribieron al proyecto urquicista. Muy por el contrario, Barcos concluye que la presencia de Urquiza y el Congreso Constituyente provocaron tensiones al interior de la rebelión, mostrando con ello el carácter eminentemente bonaerense de la misma. Justamente, fue gracias a estas tensiones con las autoridades confederales que se explica el desgaste y progresivo desbande del Ejército Federal que sitiaba la ciudad. Disolución final que, como bien manifiesta, no fue ni sorpresiva ni inmediata.
El capítulo 8, “¡Malvados, los traidores…! El fin de la rebelión”, aborda el final de la rebelión y del sitio, la disolución del Ejército Federal y las consecuencias de la derrota en los años subsiguientes. Si el soborno a la escuadra bloqueadora tuvo más relevancia simbólica que material –Barcos recuerda a lo largo del libro lo endeble del sitio y del bloqueo naval–, pondera más relevante las dificultades internas de los sitiadores que los factores exógenos. En efecto, y como señala, la desmoralización y la deserción –siempre presentes, nos recuerda– se aceleraron con el fin del bloqueo y el retorno de José María Flores a Buenos Aires –esta vez para defender a las autoridades de la ciudad–. Vencido el sitio, el final del capítulo observa los esfuerzos del gobierno bonaerense por recomponer su autoridad en la campaña, analizando las medidas represivas –que incluyen, por ejemplo, los juicios contra la mazorca años después–, los embargos y los mecanismos de vigilancia puestos en práctica. Al fin de cuentas, como señala la autora, la rebelión fue ante todo un acontecimiento porteño.
Sin dudas, la obra de María Fernanda Barcos será pronto una lectura obligada para quienes procuren abordar la década de 1850, tanto para una historia más local, centrada en Buenos Aires, como por aquellos interesados en indagar sobre los problemas, conflictos y dificultades en la construcción del Estado nación en Argentina. Para el especialista del período en particular, la obra también es un ejemplo de todo lo que aún puede ofrecer este periodo en cuanto a revisitar y desmontar viejas interpretaciones. Del mismo modo, y de forma más amplia, el trabajo también resulta interesante historiográficamente al lograr sintetizar en un único trabajo a diferentes tradiciones y corrientes historiográficas no siempre dispuestas al diálogo entre ellas. Por estos motivos, el libro de María Fernanda Barcos ¡Virtuosos hijos…! merece la lectura no solo de los especialistas en el siglo XIX rioplatense, sino también de todos aquellos que quieran encontrar un ejemplo de cómo se hace historia en la actualidad.
1 Por citar dos ejemplos: Lanteri, Ana Laura (2015). Se hace camino al andar. Dirigencia e instituciones nacionales en la “Confederación” (Argentina, 1852-1862). Rosario: Prohistoria; Eujanian, Alejandro (2015). El pasado en el péndulo de la política. Rosas, la provincia y la nación en el debate político de Buenos Aires, 1852-1861. Quilmes: Universidad de Quilmes. De reciente aparición, y a modo de síntesis de la renovación para el caso de Buenos Aires: Canedo, Mariana (Coord.) (2023). Un país para los porteños: la experiencia del Estado de Buenos Aires (1852-1861). La Plata: Universidad Nacional de La Plata.