Hilda Sabato
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” - CONICET/UBA. Argentina.
El 13 de agosto de 2023 moría en Río de Janeiro el gran historiador brasileño José Murilo de Carvalho. Pensador agudo y autor de libros imprescindibles sobre la política en el siglo XIX, fue asimismo un intelectual comprometido con los debates de nuestro tiempo. Mineiro de origen, dedicó la mayor parte de su obra al Brasil, a la vez que estableció un diálogo siempre abierto con el resto de América Latina y el mundo. Sus trabajos sobre la política en tiempos del Imperio y la transición a la República iluminan facetas muy diversas de esa historia, componiendo en conjunto una interpretación potente y original, de profundo impacto en la historiografía reciente de nuestra región.
Para recordarlo, quisiera evocar aquí, en primer lugar, los pasos de una trayectoria intelectual heterodoxa, que sin embargo lleva las marcas de su etapa de formación, en los años 1960 y 1970, un período de dificultades políticas que afectaron severamente la vida universitaria en el Brasil y, a la vez, de cambios profundos en los paradigmas vigentes en las ciencias sociales y humanas. Nacido en una ciudad del interior de Minas Gerais, “Murilo” (así quería que lo llamáramos los amigos…) hizo sus primeros estudios universitarios en Belo Horizonte, en ciencias económicas, inclinándose luego por las ciencias sociales y políticas. Cuando se graduó en 1965, la dictadura impuesta un año antes hacía sentir su presión en la vida universitaria, lo que lo impulsó a presentarse a una beca que ofrecía la Fundación Ford para hacer el posgrado en ciencias políticas en la Universidad de Stanford, en los Estados Unidos –una salida semejante a la que seguirían otros estudiantes latinoamericanos, voluntaria o forzadamente, en tiempos de dictaduras–.
En un momento de consolidación profesional e institucional de las ciencias políticas y sociales en el mundo académico de los países centrales, el camino de Stanford proveyó a Murilo de un basamento sistemático en ese terreno, que orientaría sus primeras aproximaciones al pasado. La formación del Estado brasileño y de las elites imperiales constituyó el foco de sus investigaciones para la tesis doctoral (concluida en 1974), a la vez que se interesaba especialmente en una cuestión que retomaría más tarde, la del papel de las Fuerzas Armadas y sus dirigencias en ese proceso. Esa aproximación a la Historia por vía indirecta fue decisiva en tiempos en que, en sus zonas más renovadas epistemológicamente, la disciplina mantenía una vinculación estrecha con la economía y las ciencias sociales. También, porque lo alejaba de las modas historiográficas del momento en América Latina, donde se privilegiaba el estudio de las clases populares por sobre las demás, con claro predominio de las visiones estructuralistas de lo social y una fuerte incidencia de los planteos del marxismo en sus distintas variantes.
De esos años iniciales fueron las investigaciones de base para sus primeros trabajos, publicados bastante más tarde. Así, en 1980 salió A construção da ordem: a elite política imperial y, en 1988, su segunda parte, titulada Teatro de Sombras. A política imperial, que tuvieron sucesivas reediciones y fueron luego reunidas en un solo volumen publicado en 2007. La renovada vigencia de estos textos da cuenta de un creciente interés por los temas que Murilo había encarado más de treinta años antes por fuera de las corrientes en boga, dando así pasos pioneros en la revalorización de la historia política frente a otras ramas por entonces dominantes.
Entre tanto, ya para fines de la década de 1960, Murilo había regresado al Brasil, en tiempos en que se producía un endurecimiento de la dictadura en todos los niveles, que afectó muy directamente la vida universitaria. En ese contexto, encontró un lugar de trabajo en el Instituto Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro (IUPERJ, por sus siglas en portugués), un centro creado por fuera de las instituciones oficiales, que reunía a destacados investigadores en ciencias sociales. También se vinculó al Centro de Investigación y Documentación en Historia Contemporánea del Brasil (CPDOC), de la Fundación Getulio Vargas. El ambiente interdisciplinario de esos espacios le permitió ampliar su mirada sobre el pasado, en una dirección que se profundizaría con su estadía en 1980/1981 en el prestigioso Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, un espacio que reúne a gente de muy distintas nacionalidades, tradiciones disciplinarias y filiaciones epistemológicas. En una entrevista sobre su trayectoria, Murilo destacó el impacto de ese año en su formación previa, pues entonces fue adquiriendo una nueva “sensibilidad para dialogar con otras áreas, sobre todo el arte y la literatura…” y concluía “cuando volví a Brasil ya tenía una cabeza más abierta”.1 Así, su mirada fue dejando atrás la fuerte impronta de la ciencia política norteamericana, propia de su paso por Stanford, para incorporar interrogantes y métodos provenientes de otras ciencias humanas.
Comenzó entonces un segundo momento en su producción intelectual, volcada hacia la historia de la transición del Imperio a la República. Se vinculó así a la Casa Rui Barbosa, también en Río, donde se incorporó a un proyecto colectivo sobre temas afines. Con una mirada propia muy original, se preguntó por la participación política en ese tránsito y en los comienzos de la República, el lugar del “pueblo” tanto en términos simbólicos como prácticos, y los esfuerzos por construir un imaginario nacional republicano. Esa dirección se acentuó en sus estudios siguientes, que giraron en torno al tema de la ciudadanía en Brasil, tema al cual, como veremos, dedicó páginas fundamentales.
De esa década de l980 son dos de sus estudios ya clásicos sobre la República temprana: Os bestializados. O Rio de Janeiro e a República que não foi, de 1987, y A formação das almas. O imaginário da República no Brasil, de 1990 (publicado también en castellano por la Universidad Nacional de Quilmes, en 1997). El primero se interroga por la política en Río de Janeiro en los años iniciales de la República, pero mientras que en sus libros anteriores apuntaba a las elites, en este caso el foco está puesto en los sectores populares urbanos y en la cuestión de la participación política en el período. Para abordarlos, se pregunta tanto por las condiciones sociales de la vida en Río como por el conjunto heterogéneo de ideas en circulación. Todo ello como preludio a su interrogante principal sobre las diferentes maneras, formales e informales, en que hombres y mujeres de las clases populares de Río intervenían en la vida política. El libro sostiene convincentemente que la flamante república fracasó en su apelación al público popular urbano, el que, sin embargo, encontró mecanismos propios de intervención en el espacio público de la ciudad, que se despliegan con maestría en sus páginas.
En sintonía con los argumentos más generales de Os bestializados, el segundo libro también se ocupa de la República temprana, pero con la mirada puesta en el mundo de las representaciones simbólicas. Con gran destreza, Murilo se interna aquí en los intentos sistemáticos de las elites intelectuales y políticas del momento para crear un imaginario social compartido que contribuyera a legitimar su poder en una sociedad fundada sobre otras tradiciones. Así, interroga los esfuerzos, que a la postre resultaron fallidos, por construir una figura de “héroe nacional” que se arraigara entre la población, dar forma a una imagen compartida de nación como república, e imponer una bandera y un himno nuevos. Estas operaciones culturales no tuvieron éxito en su aspiración legitimadora, y los iconos y representaciones que finalmente se impusieron en la imaginación popular de alcance nacional surgieron por otras vías, que no fueron ajenas a la herencia monárquica. Para llegar a esa innovadora interpretación, Murilo recurre a un refinado análisis de imágenes y palabras, esculturas, monumentos, retratos, poemas, caricaturas y piezas musicales, que le permiten explorar las dimensiones simbólicas de la política y lo político.
Estos libros tuvieron un fuerte impacto en la historiografía del período, tanto en Brasil como en el resto de Latinoamérica. Con ellos, Murilo se colocaba entre las figuras más innovadoras de la disciplina en la región, en un momento en que estaban madurando cambios importantes en el estudio de la vida política, sobre todo del largo siglo XIX. La historia política incorporaba productivamente teoría política, historia intelectual y de los conceptos, e historia cultural. Fue entonces y en la década siguiente, de 1990, que Murilo intensificó sus vínculos con sus colegas del resto de América Latina en un intercambio que incluyó, entre otros, a la Argentina, donde su obra tuvo influencias decisivas. En clave personal, no olvido el impacto que me causó su intervención en un seminario que se realizó en Buenos Aires en 1985, cuando expuso sobre participación política popular en Río de Janeiro del siglo XIX. Sus originales interrogantes de pronto iluminaron de manera diferente una temática que me ocupaba por esos días pero a la que no lograba poner en foco sin caer en visiones maniqueas o lugares comunes. Salí de allí en ebullición: se me abrían nuevos caminos.
Por entonces la cuestión de la ciudadanía ocupaba un lugar central en las reflexiones de historiadores y científicos sociales del continente. Esa cuestión, ya encarada en libros anteriores, sería el eje de sus siguientes trabajos. En un esfuerzo por pensar el tema en el largo plazo para el caso brasileño, Murilo escribió su atractivo ensayo Desenvolvimiento de la ciudadanía en Brasil, editado en 1995 en castellano en México y luego en portugués en el Brasil, que tuvo numerosas reediciones y una actualización en 2014 con un capítulo agregado para cubrir los últimos diez años de esa historia. En esta provocativa obra de interpretación secular, acuñó conceptos como “estadanía” y “ciudadanía negativa”, de gran repercusión en las discusiones políticas y académicas de esos años. En torno a la misma temática, hubo artículos en revistas científicas e intervenciones y notas en diversos medios, muchos de los cuales fueron reunidos dentro del exquisito volumen Pontos e bordados. Escritos de história e política, publicado en 1998.
Pocos años después editaba otra compilación de sus textos en los cuales tocaba una de sus viejas preocupaciones, la de las Fuerzas Armadas. En 1977 había publicado un trabajo precursor sobre esa cuestión, en el tercer tomo de la História Geral da Civilização Brasileira, dirigida por Boris Fausto. Y en 2005 salió Forças armadas e política no Brasil, un conjunto de artículos suyos sobre el rol de los militares en la historia de país, desde tiempos del Imperio hasta la última dictadura. En las últimas dos décadas, la historia imperial volvía también al centro de sus intereses, ya con sede en la Universidad Federal de Río de Janeiro, donde fue profesor titular desde 1996, y también en el nuevo Centro de Estudios del Ochocientos, donde inspiró y participó de nuevas investigaciones sobre el período.
No quisiera dar fin a esta enumeración de sus principales contribuciones escritas, que por cierto podría continuar largamente, sin mencionar su aclamada biografía Dom Pedro II: ser ou não ser, una fascinante exploración de la vida y los tiempos del Emperador, que tuvo su primera edición en 2007 y alcanzó gran éxito del público. Escrita a modo de ensayo, sin el peso de notas y referencias que suelen acompañar las publicaciones académicas, pero al mismo tiempo respaldada por años de investigación y reflexiones sobre esa figura y su época, tiene la factura de una obra literaria, fruto de una pluma refinada y de gran claridad expresiva. Se trata de un producto maduro, que da cuenta acabada de un estilo propio, común a todos sus textos, caracterizado por el gran cuidado que ponía en la escritura, en la estructura textual, y en el uso del lenguaje. Ese rasgo fue también distintivo de sus frecuentes intervenciones en el debate público, en las que la sencillez no estaba reñida con la sofisticación argumental.
Murilo fue maestro de historiadores. Ejerció como profesor universitario de grado y posgrado a la vez que formó y orientó equipos de investigación en todas las instituciones donde se desempeñó a lo largo de su intensa vida profesional. Recibió numerosas distinciones académicas y varias de sus obras fueron premiadas en el Brasil y en el extranjero. Fue miembro de número de las Academias Nacionales de Letras y de Ciencias del Brasil, y profesor invitado en prestigiosas instituciones internacionales. A lo largo de los años, visitó varias veces nuestro país, la Argentina, donde deja amigos y colegas a quienes ya nos duele su ausencia. Lo evocamos no solo como el historiador excepcional que era, sino también como un conversador cautivante, que combinaba ingenio, sutileza y cordialidad en intercambios y charlas inolvidables. Nos queda para siempre el recuerdo de su lucidez intelectual y de su personalidad entrañable.
1 López Rico, N. (2016). El largo camino de la ciudadanía en Brasil: entrevista a José Murilo de Carvalho. Meridional. Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos, (6), p. 168.