Edwards, Erika Denise (2023).
Buenos Aires: Prometeo, 191 páginas.
María Vicens
Instituto de Literatura Hispanoamericana. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Una de las misiones fundamentales de los estudios de género –si no su misión central– es interpelar los saberes constituidos, cuestionarlos desde una mirada otra, alternativa, que abra nuevas preguntas y zonas de indagación. Que muestre, también, los dobleces, fisuras y puntos de fuga de aquellos paradigmas, métodos y conceptos que organizan esos mismos saberes. La perspectiva de género es precisamente eso, una perspectiva, un modo de mirar desde una posición, que se pregunta específicamente por la historia de las mujeres, las relaciones sexo-genéricas y las disidencias que modelaron la trama social en diferentes épocas y, desde esa posición, busca formular nuevas preguntas a esos paradigmas y conceptos cristalizados que organizan, en este caso, el campo de la historiografía argentina. Escondidas a plena vista es, en este punto, un ejemplo cabal de este modo de interpelar la historia y de sus efectos renovadores. Enfocado en reconstruir la historia las mujeres negras en la ciudad de Córdoba en el pasaje de la colonia a la república, el libro de Edwards analiza las causas del proceso de blanqueamiento que atraviesa la sociedad argentina desde finales del siglo XVIII y el rol clave que tuvieron en él las mujeres negras, así como sus redes familiares. Se trata, como señala la propia Edwards en el epílogo del libro, de cambiar el foco para mostrar aquello que estaba allí pero invisibilizado, escondido a plena vista: “Examinando el rol de las mujeres en la invisibilidad negra, la narrativa pasa del campo de batalla al hogar, de la soldadesca masculina a la maternidad femenina y de los autosacrificios masculinos a las protectoras del hogar” (p. 161).
Este cambio de perspectiva no solo nos obliga a repensar el problema de la ciudadanía –la noción central del período independentista– desde una posición que revela las limitaciones y zonas ciegas de una matriz de pensamiento cuya postulación de la universalidad oblitera sus exclusiones y jerarquías, sino que lo recontextualiza en un panorama más amplio que muestra otras leyes y otras lógicas propias de la sociedad colonial. Si bien remiten inevitablemente al pasado, estas normativas prueban su resiliencia al ser resignificadas como prácticas de resistencia, tanto durante el apogeo del virreinato, como en pleno período republicano. En los intersticios de la historia de las leyes promovidas por la sucesión de gobiernos revolucionarios durante el período independentista, como la ley de libertad de vientres de 1813 y el paulatino proceso de eliminación de la esclavitud, Edwards trama otra historia que tiene a las mujeres (sobre todo a las madres) y al espacio del hogar como protagonistas. La fuerza en esta trama llega de la mano de la adaptación y de saber utilizar el sistema en beneficio propio; de la lucha de la supervivencia cotidiana y no del heroísmo del campo de batalla.
Así, el libro analiza cómo las mujeres negras encontraron las fisuras de ese mismo sistema de castas implementado y burocratizado por la Corona española para mantener el control en sus colonias, y las aprovecharon con el objetivo de mejorar su situación social y la de su descendencia. La miscegenación, el matrimonio y la manumisión se transformaron, en este contexto, en instancias cruciales para alcanzar la libertad, así como para tramar y fortalecer redes familiares que, como enfatiza Edwards, cumplieron una función clave, especialmente a la hora de defender sus causas y reclamos ante la justicia. En este marco, se indaga también en la dinámica establecida entre las diversas castas de la sociedad colonial y el modo en que a menudo se establecieron alianzas entre la población negra y la población indígena para escapar a las limitaciones impuestas por el poder virreinal en cada caso, así como el rol fundamental de la Iglesia en la administración de estas libertades. De este modo, Edwards desanda el carácter construido de las nociones de blancura y de negritud y demuestra hasta qué punto la población afrodescendiente del período colonial e independentista fue consciente de su carácter performático. Lejos de ser categorías estancas, el sistema de castas organizado en torno a la noción de calidad reconstruido por Edwards revela una fluidez que fue aprovechada especialmente por las mujeres negras para ascender socialmente y, en ese mismo gesto, borrar su negritud y su asociación obligada con la esclavitud.
Los archivos judiciales, los registros de la burocracia colonial y republicana emergen en este punto como la materia prima de una historia (de numerosas historias) que Edwards lee a contrapelo de la voz de la ley, de la mirada del soberano. El libro ofrece un trabajo minucioso de reconstrucción de aquellas vidas invisibilizadas a partir del entrecruzamiento de casos judiciales, registros eclesiásticos, edictos gubernamentales y, en este sentido, articula un relato sumamente eficaz que logra engarzar la riqueza de las historias de vida recuperadas a partir de esos registros con el problema crítico que se propone investigar y el complejo panorama que aloja el pasaje de la colonia a la república. Organizado en seis partes, Escondidas a plena vista aborda en sus capítulos iniciales (“Miscegenación, matrimonio y manumisión en Córdoba” y “Regulación y administración de la libertad en Córdoba”) las leyes del período colonial y aquellas prácticas que devienen estrategias de blanqueamiento en la ciudad de Córdoba a partir de la intervención de la Justicia y la Iglesia. Los capítulos 3 y 4, “Su mejor actuación: de esclava a señora” y “Una mujer de su clase: matrimonios mixtos en litigio”, examinan cómo las interrelaciones extrajudiciales y judiciales entre hombres españoles destacados y mujeres de ascendencia africana brindaron a estas acceso a privilegios y estatus, reconstruyendo casos individuales, como los de Bernabela, Petrona Funes, Magdalena López, Teresa Sotelo. Los últimos capítulos se concentran en la maternidad y por qué fue un aspecto clave en estas prácticas de blanqueamiento. El capítulo 5 (“Engendrando libertad. La maternidad y el proceso de manumisión”) analiza una serie de planteos judiciales que reclamaban la libertad por ascendencia indígena de la madre durante los períodos colonial y republicano, mientras que el capítulo 6 (“Lecciones de maternidad: el comienzo del blanqueamiento institucionalizado”) muestra cómo la maternidad, además de convertirse en un canal de libertad, fue la base del entrenamiento social durante el período republicano.
Una investigación como la que despliega este libro es el producto de una serie de decisiones metodológicas y críticas, ya que son estas, en gran medida, las que construyen el problema a indagar y el mundo que se entrelaza a partir de ellas. Me gustaría destacar dos que, sin duda, fueron cruciales en el modo novedoso en que Edwards aborda un campo de estudios en plena expansión como el de los estudios sobre la población afrodescendiente en la Argentina del siglo XIX. Tanto la elección de concentrarse en Córdoba como la de iniciar la indagación durante el período colonial reencuadran esta zona de búsqueda a la luz de otro prisma: es precisamente ese carácter conservador que Edwards identifica en la sociedad cordobesa, y las diferencias que presenta con otras ciudades (especialmente Buenos Aires), lo que permite observar con mayor claridad el fenómeno que mapea el libro, así como mostrar el funcionamiento de otras lógicas que entran en diálogo y conflicto con las políticas del período revolucionario.
En este sentido, el libro construye un itinerario alternativo que dialoga con las grandes coordenadas de la época (como la difusión de la cultura ilustrada, el ideario revolucionario, los conflictos que se nuclean alrededor de la lucha independentista y los primeros gobiernos patrios), pero no se subordina a ellas, demostrando la especificidad del fenómeno que estudia. Algo similar puede apuntarse también cuando analiza las políticas de los gobiernos de Bustos y Paz durante el período republicano, sobre todo en lo que respecta a la promoción de la educación pública y el vínculo con la población afrodescendiente, a partir de una mirada que evade el abordaje polarizado que aún hoy por momentos se impone en los estudios sobre ese período de guerras civiles en la Argentina. De este modo, Edwards dialoga con los estudios contemporáneos que abordan diversas zonas y períodos vinculados con la historia de la población afro y afrodescendiente en la Argentina, pero sin perder el foco de aquellas vidas que busca reconstruir y sus características particulares. Gracias a esta mirada, que establece límites claros sobre su objeto de estudio y lee sagazmente la interacción entre las prácticas y los discursos, entre la historia con mayúscula y las pequeñas historias, Escondidas a plena vista cumple con creces su propósito de visibilizar y dar espesura crítica a un problema tradicionalmente ignorado, restituyendo las vidas de las mujeres que estudia para nuestra historia.