Federico Ferretti
Università di Bologna. Bologna, Emilia-Romagna, Italia.
ORCID 0000-0002-5446-6522
Este artìculo fue traducido por Mónica Farías y Gonzalo Lus Bietti, miembros del Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”, de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Recibido: 15 de Agosto de 2023. Aceptado: 5 de febrero de 2024.
Este artículo es una traducción de: F. Ferretti, 2019 “Rediscovering other geographical traditions”, Geography Compass, 13(3): e12421. Incorpora lenguaje inclusivo, avalado por el consejo directivo de la Facultad de Filosofía y Letras (RESCD 2100/2019). Su utilización intenta zanjar las limitaciones del uso normativo del masculino mediante el uso de la equis (x), sin por ello desconocer los límites que representa esta elección –entre otras, la imposibilidad de su realización fonética–.
En los últimos años, una vibrante literatura interdisciplinaria e internacional ha venido redescubriendo áreas de la tradición geográfica cuyos exponentes no coincidían con el estereotipo clásico, racista y patriarcal del geógrafo, como hombre blanco académico occidental que directa o indirectamente contribuía al colonialismo, la guerra y el conservadurismo social. Investigaciones de fuentes primarias, actualmente en curso, han demostrado que las primeras tendencias progresistas, disidentes y poco ortodoxas en la historia de la disciplina fueron más penetrantes e influyentes de lo que se creía. En este artículo, defino a este movimiento como el redescubrimiento de “Otras Tradiciones Geográficas” (OTG) y propongo que esta noción puede permitir ampliar nuestra comprensión de la geografía como un campo plural y disputado. Si bien gran parte de esta literatura comprende estudios sobre las tempranas geografías anarquistas y críticas, sostengo que este concepto debe extenderse a la producción académica del Sur Global en idiomas diferentes al inglés; producción que también contribuye mucho al descubrimiento de diferentes tradiciones geográficas, tanto política como culturalmente. Para ello, abordo estudios recientes latinoamericanos, en español y portugués, sobre la historia y la filosofía de las geografías críticas. Además, el hecho de que estudiosxs “del Sur” estén releyendo y traduciendo figuras clásicas de geógrafxs “del Norte” constituye una inversión de la antigua mirada colonial Norte-Sur a la Sur-Norte. Esto sugiere que el estudio de las OTG también debería considerar diferentes tradiciones culturales y lingüísticas desafiando, así, el monolingüismo tanto en las revisiones de literatura como en la selección de fuentes.
PALABRAS CLAVE: GEOGRAFÍA. TRADICIÓN GEOGRÁFICA. GEOGRAFÍA ANARQUISTA. GEOGRAFÍA FEMINISTA. GEOGRAFÍA DECOLONIAL
In the last few years, a vibrant interdisciplinary and international literature is rediscovering those sectors of the geographical tradition whose exponents did not match the classical stereotype of the Western academic geographer directly or indirectly contributing to colonialism, warfare, and social conservatism. Ongoing research on primary sources has shown that early progressive, dissident, and unorthodox tendencies in the history of the discipline were more pervasive and influential than what has been believed. In this paper, I define this movement as the rediscovery of “Other Geographical Traditions” (OGTs) arguing that this notion can enlarge our understanding of geography as a plural and contested field. While a great deal of this literature is constituted by studies on early anarchist and critical geographies, I argue that this concept should be extended to scholarly production from the Global South in languages other than English, which is likewise providing important contributions to the discovery of different geographical traditions, politically and culturally. For that, I address the case of recent Latin American scholarship, in Spanish and Portuguese, on the history and philosophy of critical geographies. Moreover, the fact that these “Southern” scholars are rereading and translating classical figures of “Northern” geographers constitutes a reversal of the former colonial gaze from the North–South to the South–North direction. This suggests that the study of OGTs should also consider different cultural and linguistic traditions, challenging monolingualism in both literature reviews and sources’ selection.
KEYWORDS: GEOGRAPHY. GEOGRAPHICAL TRADITION. ANARQUIST GEOGRAPHY. FEMINIST GEOGRAPHY. DECOLONIAL GEOGRAPHY
PALAVRAS-CHAVE: GEOGRAFIA. TRADIÇÃO GEOGRÁFICA. GEOGRAFIA ANARQUISTA. GEOGRAFIA FEMINISTA. GEOGRAFIA DECOLONIAL.
Este artículo se centra en el reciente redescubrimiento de lo que defino como “Otras Tradiciones Geográficas” (OTG). Propongo una comprensión más profunda de esta noción en la geografía, así como en las disciplinas afines que se interesan por la circulación y producción de ideas académicas asociadas con el pensamiento crítico y el activismo. Con este fin, recupero investigaciones geográficas recientes, especialmente aquella desarrollada por Innes Keighren, que aborda la tendencia creciente a redescubrir los lados “admirables” de la tradición geográfica, más allá de las obras clásicas que discuten la colaboración de lxs geógrafxs con el imperialismo, la guerra y los totalitarismos. Para Keighren, “mientras algunas fases de la historia disciplinar de la geografía, y algunas tendencias de su filosofía nos producen vergüenza y exigen reparación, otras, en cambio, tienen la capacidad de inspirar nuestra admiración y de señalar posibilidades futuras” (Keighren, 2018:775).
Estos comentarios aluden al interés creciente que hay sobre las primeras geografías anarquistas, críticas y anticoloniales que desafían los cánones tradicionales en la historia disciplinar. En términos más generales, se pueden aplicar a muchas de las “historias ocultas” (Driver, 2012) que fueron excluidas de las lecturas clásicas de las historias de la geografía, generalmente limitadas a textos de establecidxs intelectuales europexs y norteamericanxs. Inspirándome en estas vertientes de la literatura reciente, diría que la geografía es una disciplina que siempre ha atraído a intelectuales dispuestxs a cambiar el mundo y que comprender la diversidad de sus historias es crucial para apreciar la potencialidad de las geografías socialmente comprometidas en la actualidad. Si bien la “relevancia” de la geografía a menudo se ha destacado con referencia a sus tradiciones alternativas (Kearns, 2004; Stoddart, 1975), mi definición de OTG es más amplia y consta de tres partes.
En primer lugar, incluye las historias de la producción de geografías críticas, radicales, feministas, poco ortodoxas y anarquistas antes de que estas definiciones se canonizaran, o incluso, prevalecieran en la investigación geográfica. Esto implica la producción de conocimientos considerados como no canónicos o que no se ajustan a los estándares contemporáneos de las geografías profesionales. Por ejemplo, algunxs de lxs primerxs inspiradores de enfoques críticos de la geografía, como Alexander von Humboldt (1769 a 1859), Elisée Reclus (1830 a 1905) y Pyotr Kropotkin (1842 a 1921), no se correspondían con la figura vigente del geógrafx profesional como un académicx establecidx. Esta primera definición también requiere tener algunas precauciones contra el anacronismo. Este suele ser el caso del anarquismo, que considero como la corriente principal (pero no la única) en el redescubrimiento de las OTG, como explicaré en la siguiente sección. Mientras que las geografías anarquistas juegan un papel importante en el proceso descrito arriba por Keighren, gran parte de la investigación relacionada se centra en autores como Reclus, Kropotkin, y sus colegas, que trabajaron en un momento en el que la definición de “geografías anarquistas” no existía. Por lo tanto, algunxs estudiosxs prefieren hablar de “geógrafxs anarquistas” en lugar de “geografías anarquistas” (Pelletier, 2013; Siegrist, 2017). Sin embargo, la literatura reciente admite usos retrospectivos de la definición de “geografías anarquistas” para describir contenidos específicos de lxs primerxs autorxs que anticiparon nociones debatidas hoy (Ferretti, 2018a; Springer, 2016). Esto concuerda con las tendencias actuales en la historia de la geografía que contrarrestan lecturas positivistas de la historia disciplinar al llamar la atención sobre la reaparición cíclica de “viejas teorías” bajo nuevas formas que satisfacen nuevas necesidades académicas y sociales, por ejemplo, la biogeografía o el determinismo ambiental (Cresswell, 2013; Livingstone, 2012). En esta primera definición de OTG, también incorporo la historia del surgimiento de las “geografías radicales” en las décadas de 1960 y 1970, debido a que este campo ha sido objeto de investigaciones históricas recientes y porque, en esos años, lxs estudiosxs radicales y críticos aún debían desafiar a una corriente conservadora dominante.
En segundo lugar, en esta noción de OTG incluyo el conocimiento producido “fuera de la burbuja del Norte Global” (Melgaço, 2017). Mientras que las geografías del “Sur Global”, y tomando todas las precauciones necesarias en el uso de esta definición (Sparke, 2007), no son necesariamente progresistas políticamente, sin duda alguna pueden considerarse como una alternativa lingüística y cultural a la producción académica dominante, generalmente identificada como la Anglósfera. La Anglósfera ejerce una hegemonía planetaria en términos de publicaciones, financiación y producción académica. Además, cabe destacar el fuerte impulso crítico de los enfoques radicales de las regiones periféricas del mundo: en particular, este es el caso de América Latina, como expondré a continuación.
En tercer lugar, sugeriría tomar como un caso especial en las OTG el reciente florecimiento de historias de geografías producidas en el Sur sobre académicxs del Norte, lo que puede considerarse como una forma de revertir la tradicional mirada colonial de colonizadorxs estudiando a lxs colonizadxs. Nuevamente, este es el caso de los recientes estudios latinoamericanos en español y portugués que discuten a lxs académicxs “eminentes” del Norte, y que (re)apropian las historias disciplinares desde su punto de vista. Estudiar esta literatura constituye un desafío para el monolingüismo inglés tan frecuente en las revisiones bibliográficas de artículos publicados en revistas internacionales: ya no es posible pedir la descolonización de la disciplina, la pluralidad y la inclusión de las comunidades geográficas si continuamos leyendo solo materiales producidos o traducidos a un solo idioma. Esto no significa que me oponga al uso del inglés como lengua franca académica, tema ampliamente discutido en los foros de Geografías Críticas (Desbiens y Ruddick, 2006). Lo que cuestiono es la falta de voluntad de varixs académicxs para tratar directamente con fuentes producidas con otros códigos y en otras culturas, teniendo también en consideración, que los estudios sobre la recepción y la traducción muestran lo resbaladiza que la propia noción de traducción puede ser (Venuti, 2000). Para ello, citaré artículos y libros en español, portugués y francés, dándoles la misma importancia que los títulos anglófonos.1
Por lo tanto, utilizo OTG como una definición inclusiva. Esto significa que no propongo una distinción maniqueísta entre lo que son y no son las OTG. No obstante, es posible establecer algún principio: Por ejemplo, los trabajos de académicxs insertxs orgánicamente en paradigmas dominantes de su época o al servicio de la política conservadora, difícilmente podrían ser parte de la definición de OTG. Por el contrario, ella abarca formas de conocimiento geográfico que de diversas maneras fueron ignoradas, marginadas o subestimadas por los cánones dominantes de la disciplina, debido a la posición de sus autorxs (por ejemplo, disidentes políticos, mujeres, personas no académicas, no blancas o no occidentales), o en virtud de los lugares y contextos no reconocidos en los que se produjeron y difundieron esos trabajos (por ejemplo, idiomas académicamente no dominantes, lugares periféricos, productos no académicos como publicaciones vinculadas a la militancia, u obras que no llevan la etiqueta explícita de “geografía”). Como explico a continuación, identificar los cánones dominantes es también un asunto polémico, y resultaría raro tratar de definirlos simplemente en oposición a los OTG. Además, considerar como OTG trabajos que no fueron etiquetados como geografía o que se ubicaron al margen de la disciplina en un momento determinado puede complicar aún más estos cánones, lo que enfatiza el carácter plural y en red de las tradiciones geográficas. Considero que toda la disciplina se beneficiará de esta ampliación de sus fronteras que permitirá fomentar su carácter inclusivo, algo demandado en los recientes debates sobre la descolonización de la academia.
En la primera parte de este artículo, destaco ejemplos de contribuciones recientes sobre la diversidad de los pasados de la geografía y las tradiciones críticas entre los siglos XVIII y XX, así como sobre el reencuentro con las geografías históricas feministas y sobre el descubrimiento de los primeros usos descoloniales de los mapas. En la segunda parte, discuto el interés reciente de la historiografía disciplinar en figuras pioneras del giro crítico y radical de los años 1960 y 1970, tanto en el “Norte Global” como en el “Sur Global”. En la tercera parte, analizo los continuos esfuerzos de lxs geógrafxs históricxs latinoamericanxs para invertir la dirección de la mirada colonial clásica de Norte a Sur proporcionando nuevas lecturas de “clásicos” europeos o norteamericanos en la historia de la geografía. De esta manera, espero poder contribuir a las afirmaciones de Keighren sobre la importancia de “intentar explicar y dar forma narrativa a esa diversidad como así también al desafío y la recompensa de los estudios sobre la historia y la filosofía de la geografía; la disciplina rara vez se siente más vital que cuando contemplamos su pasado (...) para seguir recordándonos lo bueno y lo malo en lo que somos y en lo que hacemos, para ver en nuestro pasado tanto causas de lamento como motivos de esperanza” (Keighren, 2018: 776). Mi objetivo es demostrar que la geografía y su pasado no solo son tremendamente vitales, sino enormemente diversos, y esta diversidad aún merece más trabajo y reconocimiento.
Geografías críticas tempranas, geografías históricas feministas y mapeos disidentes
Los pasados diversos de la Geografía
El primer y más espectacular caso en la reconsideración de las OTG es el del anarquismo, dado que las geografías históricas del anarquismo (Ferretti, Barrera de la Torre, Ince, y Toro, 2017) y las historias de lxs primerxs geógrafxs anarquistas sin duda han jugado un papel clave en la apreciación de los pasados de nuestra disciplina como más subversivos de lo que se ha creído. Las geografías anarquistas han visto florecer las publicaciones en los últimos años, a partir de la publicación de sendos dossiers sobre el anarquismo en Antipode y ACME en 2012. El estudio de los aspectos históricos de la relación entre geografía y anarquismo es central en esta rama de la literatura. Esto queda de manifiesto en libros como The Anarchist Roots of Geography de Simon Springer (2016) y su foro de reseñas publicado por la AAG Review of Books (Sidaway et al., 2017). Recientemente, han aparecido monografías de investigación tanto de geógrafxs como de no geógrafxs (Adams, 2015; Ferretti, 2018a; Kinna, 2016; Maclaughlin, 2016) inspiradas en personalidades de la temprana geografía anarquista como Kropotkin. De crucial importancia en el campo internacional de las geografías anarquistas es la trilogía Anarchism, Geography and the Spirit of Revolt, editada por Springer, Richard White, y Marcelo Lopes de Souza (Souza et al., 2016; Springer et al. 2016; White et al., 2016), que contiene varias contribuciones históricas. Al mismo tiempo, figuras como Reclus se discuten cada vez más como precursores de las nacientes tendencias vegetarianistas y veganistas del anarquismo (White, 2015). Estos trabajos permiten defender la centralidad de las tradiciones geográficas alternativas, finalmente anarquistas, en este campo de estudio en desarrollo.
Un ejemplo de la importancia que tiene el anarquismo a la hora de inspirar reflexiones sobre los distintos pasados de la geografía es el caso de las geografías del anticolonialismo. Estudios recientes han recuperado el desatendido rol de lxs primerxs geógrafxs anarquistas en tanto autorxs europexs que llevaron adelante agendas radicales, anticolonialistas y antirracistas en tiempos imperiales (Ferretti, 2016, 2017), extendiendo así el trabajo interdisciplinario sobre el “giro transnacional” en los estudios anarquistas (Bantman y Altena, 2015). Temas similares han sido abordados por geógrafxs históricxs que trabajan en geografías de historias radicales desde perspectivas no estrictamente identificables con las anarquistas (Davies, 2017; Featherstone, 2017; Griffin, 2018), así como por una floreciente literatura sobre descolonización, internacionalismo Negro y redes de solidaridad (Craggs y Wintle, 2016; Hodder, 2016; McGregor, 2017). Por lo tanto, las OTG están lejos de limitarse al anarquismo: primero, porque el anarquismo es un campo complejo que difícilmente encajaría en un único “paradigma” académico, como lo ejemplifican las discusiones mencionadas anteriormente sobre la definición de “geografías anarquistas” y, segundo, porque otros enfoques críticos (que a veces se cruzan con el anarquismo) como el marxismo y otras tendencias socialistas, el feminismo, los estudios críticos de raza, el poscolonialismo y la descolonialidad, entre otros, pueden contribuir al redescubrimiento de otras tradiciones geográficas.
Esto puede relacionarse con nociones más generales de heterodoxia en la historia de la geografía. Por ejemplo, Keighren analiza el caso del “conocimiento sedicioso” circulado por el viajero británico William Macintosh (ca. 1738 - ca. 1816), quien publicó un libro sobre sus viajes en Europa, Asia y África (1782) divulgado por el famoso editor John Murray, que fue motivo de acaloradas controversias e indignadas respuestas. Esto se debió principalmente a que “Macintosh se escandalizó por lo que vio como la administración ineficiente, corrupta y cruel de la India británica” (Keighren, 2017a: 71), lo que llevó a que lanzara duras críticas al dominio británico y a la represión bajo los auspicios de la East India Company. Mientras que Macintosh difícilmente podría definirse como un “geógrafo”, en tanto en ese momento la geografía aún no se había canonizado como disciplina académica, la literatura de viajes era entonces una de las principales expresiones del conocimiento geográfico. Además, John Murray fue el editor principal en la circulación de estos informes de viajes del Imperio Británico (Keighren, Withers y Bell, 2015). Desde este punto de vista, Keighren destaca que “la decisión de Murray de publicar un texto evidentemente crítico de una organización en la que estaba inmerso tanto financiera como socialmente parece algo peculiar” (Keighren, 2017a: 72). Aunque Keighren aborda este caso desde la perspectiva de los problemas editoriales y de las circulaciones y recepciones del texto de Macintosh, podemos argumentar que este es otro ejemplo de una movilización temprana del conocimiento geográfico para servir a agendas políticas distintas de las del estado, el imperio o el ejército.
Un ejemplo adicional de las diferentes agendas políticas que pueden movilizarse en la geografía, relacionadas en última instancia con un mismo objeto geográfico, es proporcionado por un trabajo de Mike Heffernan y Ben Thorpe sobre el Tariff Wall Map (TWM) producido por Sir Clive Morrison-Bell (1871–1956). Este mapa era “un modelo tridimensional de Europa construido originalmente en 1926, en el que las fronteras internacionales estaban representadas por muros físicos reales, cuyas distintas alturas reflejaban los aranceles promedio aplicados por cada país a los bienes importados” (Heffernan y Thorpe, 2018, 24). Mientras que el mapa fue concebido por su creador, un político conservador, como una petición de libre comercio al servicio de los intereses británicos dentro de la Liga de las Naciones, los usos y la recepción de este objeto geográfico fueron mucho más allá de la intencionalidad del autor. Si bien “no hay evidencia de que Morrison-Bell haya sido influenciado por la cartografía geopolítica europea, o por geógrafxs profesionales en general” (Heffernan y Thorpe, 2018, 30), es posible apreciar la performatividad de este mapa en sus lecturas posteriores, fomentado por su exposición en lugares heterogéneos, incluida la Conferencia Internacional del Trabajo de 1927 en Ginebra. Eventualmente, después de la Gran Crisis de 1929, “el TWM se reformuló primero como una arenga por la unidad europea y luego, para gran sorpresa de Morrison Bell, como evidencia para apoyar el caso del proteccionismo en lugar del libre comercio y, finalmente, para la revisión de la frontera internacional ideada en Versalles” (Heffernan y Thorpe, 2018: 36). Otros trabajos de Heffernan abordan figuras poco ortodoxas como Sándor Radó (1899–1981), un cartógrafo húngaro y espía soviético, cuya vida aventurera muestra una vez más que la geografía no es una ciencia inocente y que puede ser de utilidad para agendas políticas complejas (Györi, 2015; Heffernan, 2015). El hecho de que las obras geográficas puedan tener diversos usos políticos más allá de la intencionalidad de sus autores invita a considerar las investigaciones sobre la circulación del conocimiento y los estudios sobre la recepción como un ejercicio clave para evaluar la pluralidad y complejidad de las tradiciones geográficas.
Reconectar con las geografías históricas feministas
En las últimas tres décadas, aproximadamente, han sido las académicas feministas quienes han ofrecido algunas de las contribuciones más dinámicas a las geografías críticas y sus historias. Si bien la idea de las geografías históricas feministas ha sido renovada por iniciativas que incluyen el número especial de Historical Geography editado por Tamar Rothenberg, Karen Morin y Mona Domosh (2016), una sección reciente de The Professional Geographer, editada por Heike Jöns, Janice Monk, e Innes Keighren, discute temas de inclusión al interior de las historias de conocimiento geográfico haciendo foco, especialmente, en la agencia de las mujeres. Otros temas que son muy ricos, pero que van más allá del alcance de ese texto, incluyen los debates sobre la omisión de las voces de las mujeres en la geografía y, asociado a esto, las discusiones sobre cómo evitar el esencialismo de género (ver Maddrell, 2009). Sin embargo, diría que lo nuevo en dicha sección [de The Professional Geographer] es que sus autoras plantean una problemática similar a la que estoy discutiendo aquí, que es la necesidad de ampliar el alcance de la filosofía y la historia de la geografía mediante la inclusión de una nueva “variedad de aspectos mundanos vinculados a su creación y difusión que han sido previamente ocultos [y] desconocidos” (Jöns, Monk y Keighren, 2017:656). Esto implica “identificar y explorar diversos archivos que capturen más plenamente las contribuciones de aquellxs que han sido hasta ahora injustamente ignoradxs en las historias de la geografía” (Jöns et al., 2017:659). Finalmente, esto incluye examinar los lugares donde se produjo geografía de modo de comprender cuáles fueron las razones para pasar por alto ciertas figuras y ciertas formas de producir conocimiento geográfico. Por ejemplo, una “ausencia relativa en los ámbitos de sociabilización de las conferencias representa una razón específica vinculada a la larga invisibilidad de las mujeres en la geografía y otras disciplinas, a pesar de la producción a menudo sustancial” (Jöns et al., 2017:657). De manera crucial, las autoras enfatizan la importancia de estas investigaciones históricas para abordar las agendas actuales, al notar que “el subregistro sistemático de las contribuciones de las mujeres a la producción de conocimiento académico... sigue siendo una práctica frecuente en la academia del siglo XXI” (Jöns et al., 2017:657).
Entre los aportes a esta sección, el artículo de Jöns analiza “el papel de la mujer en la transformación de la Universidad de Cambridge de un antiguo centro de aprendizaje ... a una universidad de investigación moderna, sostenida desde la década de 1920 por una fuerza laboral académica cada vez más móvil” (Jöns, 2017:671). A pesar de que este artículo se refiere a una prestigiosa universidad europea, canonizada como lugar para producir geografía académica, la autora afirma significativamente que “la geografía histórica feminista y la historiografía feminista de la geografía” (Jöns, 2017:679) pueden ampliar las nociones actuales de geografía y fomentar el compromiso interdisciplinario. El artículo de Keighren sobre las diferencias en el proceso de inclusión de las mujeres en la Royal Geographical Society amplía la literatura anterior al analizar el caso poco conocido del Círculo Geográfico del Lyceum Club, para lo cual se basa en fuentes periodísticas, dada la escasez de otros tipos de documentos. Esto pone de relieve el problema de que “lxs historiadorxs de la geografía trabajan con fragmentos y astillas, más a menudo que con totalidades satisfactorias” (Keighren, 2017b:662), lo que pone en cuestión la influencia que los archivos institucionales han jugado en la conformación de las historias “canónicas” de la geografía. Una vez más, este caso confirma la complejidad política de la geografía: aunque la inclusión de las mujeres en las sociedades geográficas se considera universalmente como una tarea progresista, el Círculo era un grupo abiertamente imperialista y su líder Bessie Pullen-Burry era de derecha que, inclusive, llegó a abrazar la “política fascista” (Keighren, 2017b:665). Esta situación también inspira reflexiones sobre el hecho de que la academia comprometida y el compromiso político explícito no necesariamente se corresponden: una persona reaccionaria podría haber sido activista por los derechos de las mujeres en la geografía, incitando a libertades civiles que fueran mucho más allá de esa situación específica.
Además de la recuperación de historias disciplinares que pueden considerarse “otras” desde un punto de vista de género, existe un reconocimiento creciente de ideas interseccionales en estudios que investigan historias de insubordinación por parte de mujeres que desafían diferentes formas de dominación. En la historia de la geografía, las exclusiones también han sido motivadas por diversos conjuntos de prejuicios políticos, epistemológicos, raciales, culturales, de género o lingüísticos. Esto representa un argumento adicional para buscar respuestas plurales y heterogéneas a estas exclusiones, las que deben llevarse a cabo tanto mediante la inclusión de diferentes actores en la investigación geográfica como a través de la ampliación de paradigmas disciplinarios. En el campo de las geografías culturales e históricas, contribuciones claves como las de Caroline Bressey discuten el compromiso antirracista de las mujeres en la Gran Bretaña victoriana al analizar las imaginaciones geográficas alternativas difundidas por la revista Anti‐Caste (Bressey, 2013). Esta investigación, que recupera las vidas de las mujeres negras y cuestiona los sesgos raciales en los currículos históricos de las escuelas (Bressey, 2017), se sitúa en la intersección de las geografías y las historias radicales. Asimismo, la literatura interdisciplinaria sensible a temas geográficos y espaciales está redescubriendo puntos de vista antiimperialistas de mujeres como Ida Wells-Barnett o más recientemente Gloria Anzaldúa (Marso, 2016). Los feminismos negros cobran cada vez más importancia al inspirar iniciativas sobre el “presente colonial” de la disciplina en grupos de investigación de la RGS-IBG como RACE2 (Noxolo, 2017), integrados por académicxs interesadxs en el pasado de la geografía. Al mismo tiempo, parece haber un renovado interés por la intersección de la geografía y las historias afroamericanas, como lo demuestran las recientes revisiones del Fitzgerald de William Bunge desde la perspectiva de los estudios críticos de la raza (Bentley, McCutcheon, Cromley y Hanink, 2016). A pesar de la incorporación de estos enfoques, se puede argumentar que lxs geógrafxs históricxs (incluido el autor de este artículo) deberían tratar más este tipo de “otras” historias.
Descubrir contramapeos tempranos
En la historia de la cartografía son continuos los redescubrimientos de los primeros usos alternativos o “subversivos” del conocimiento geográfico, eventualmente, bajo la forma de mapas. Si bien uno de los inspiradores de este campo de estudios, John Brian Harley, ha argumentado que los mapas son esencialmente el instrumento del poder, y difícilmente el de la subversión social o política, dado que las “flechas ideológicas de los mapas han tendido a volar en gran medida en una dirección, de lxs poderosxs a lxs más débiles de la sociedad” (Harley, 2001:79), en la actualidad, sus sucesores están reconsiderando los diferentes usos de los mapas. El reciente libro colectivo Decolonizing the Map, editado por James R. Akerman, que ya había sido editor de The Imperial Map (Akerman, 2009), es presentado como “heredero y como un contrapunto obvio [del libro anterior, abordando] el compromiso de la cartografía en el largo y claramente inacabado proceso de descolonización así como en el proceso paralelo de construcción de la nación desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX” (Akerman, 2017:i).
Si la invención cartográfica de los estados nacionales recientemente descolonizados puede considerarse parte del ejercicio del poder político formal, la construcción de modelos alternativos para representar a la nación durante las luchas anticoloniales puede entenderse como una forma de contramapeo. Aunque no es posible establecer una distinción rígida entre estas dos tipologías, se pueden concebir a los mapas como formas de “poner las experiencias históricas y los procesos de descolonización en África y Asia, en América del Norte y América Latina, en Oceanía y Asia sudoccidental en conversación, comparación y relación entre sí” (Craib, 2017:13). Para Raymond Craib, dispositivos cartográficos como los topónimos y las fronteras, incluidas las características artísticas de los mapas, han sido también utilizados como herramientas de movilización que desafían a los colonialismos “internos” y “externos”. Esto abarca los períodos descolonización, así como los reclamos actuales de los pueblos indígenas, incluyendo los usos “revolucionarios” de planos de modo de oponerse a los latifundios durante la “Revolución Mexicana” de 1910–1920 (Craib, 2017:45). En este libro, The Imperial Map, también se discuten varios casos de agencia indígena y casos complejos de negociaciones vinculados a mapeos coloniales y a los usos de mapas en la descolonización para casos como Colombia (Castillo, 2017), Egipto (Culcasi, 2017) e India (Ramaswami, 2017). Otros estudios en la historia de la cartografía han destacado cómo los mapeos fueron decisivos en las disputas entre los estados descolonizados de América del Sur y las potencias coloniales europeas, como en el caso del conflicto fronterizo franco-brasileño de 1897–1900 sobre Guayana, finalmente ganado por Brasil (Ferretti, 2015). Por lo tanto, los mapeos descoloniales, los contramapeos y las complejas agencias involucradas en la producción de mapas coloniales se pueden considerar como parte de otras tradiciones geográficas que requieren de una mayor atención.
Historizar el giro crítico (1960 a 1970) entre el norte y sur
Lxs protagonistas del giro crítico y radical que ocurrió en la geografía en las décadas de 1960 y 1970 en torno a revistas como Antipode son canonizados como figuras mayores en la historia de la geografía (Cresswell, 2013). Sin embargo, la creciente atención historiográfica a un período relativamente reciente en las historias disciplinares también puede considerarse como una reevaluación de dichas tradiciones. En este sentido, autores como Trevor Barnes cuestionan la división entre una revolución espacial “conservadora” que caracterizaría esas décadas y la reacción “radical” a la misma, mostrando cómo estos fenómenos estaban estrictamente interconectados a través de figuras como David Harvey o William Bunge (Barnes 2009 y 2018). Del mismo modo, se pueden abordar contribuciones recientes como la de los archivos del Union of Socialist Geographers Newsletter de la Antipode Foundation,3 publicaciones dedicadas a reevaluar las obras de Neil Smith (Heynen, Kent, McKittrick, Gidwani y Larner, 2017; Mitchell 2014 y 2015), y numerosos estudios sobre William Bunge (Barnes, 2016; Barnes, Heynen, Merrifield y Mountz, 2011; Bergmann y Morrill, 2018; Heynen, 2013). La investigación de nuevos archivos también destaca las relaciones existentes entre enfoques radicales y lxs exponentes de líneas de investigación tradicionalmente consideradas menos “subversivas”, como las geografías humanísticas (Cresswell, 2013): es el caso de Anne Buttimer (1938–2017) y su red mundial de geógrafxs, que incluye a muchxs exponentes radicales internacionales (Ferretti y Jones, 2018). Este contexto confirma cuán complicado es el establecimiento de “cánones” en geografía (Keighren, Abrahamsson y Della Dora, 2012) y cuántas posibilidades tienen lxs geógrafxs históricxs para tratar con experiencias no académicas en la producción de conocimiento geográfico comprometido. Esto lo demuestra aún más la tesis de Jo Norcup sobre la revista no académica británica Contemporary Issues in Geography and Education (Norcup, 2015). Por lo tanto, es posible argumentar que la historización de períodos relativamente “recientes” en la historia de la geografía va de a poco poniendo de relieve la amplitud y la naturaleza dominante de las tendencias críticas y radicales en la disciplina.
Fundamentalmente, las tradiciones geográficas críticas del Sur Global juegan un papel central en esta historización de enfoques radicales en las décadas de 1960 y 1970. Muchos de lxs autorxs en cuestión son brasileñxs, como Milton Santos (1926–2001), geógrafo radical exiliado después del golpe militar de 1964 en su país. Permitido regresar recién en 1977, Santos fue protagonista de una influyente red junto a lxs iniciadorxs de las primeras geografías radicales del Norte en Francia y en los Estados Unidos (Davies, 2018; Melgaço, 2017, Melgaço y Prouse, 2017, Ferretti y Viotto Pedrosa, 2018, Vasconcelos, 2018). Asimismo, el trabajo de Santos constituye el tema de un foro crítico publicado en el sitio web de Antipode Foundation4 al tiempo que el Manifesto for an Active Geography, que consignó con sus colaboradorxs brasileñxs más cercanxs y su libro clave sobre Globalization (Santos, 2017) han sido traducidos recientemente. La recuperación de Santos es en gran medida el resultado de los esfuerzos de académicxs como Carolyn Prouse y Lucas Melgaço para dar a conocer su trabajo. Sin embargo, es posible argumentar que esto es solo la punta del iceberg en el movimiento académico que redescubre este período y este tipo de figuras.
Por ejemplo, un geógrafo brasileño, a quien Santos consideraba su primer maestro, Josué de Castro (1908-1973), sigue siendo una inspiración para lxs intelectuales que se apoyan explícitamente en su legado político e intelectual, como Jean Ziegler (2013) y Jahi Chappell (2018). Las obras de Castro son objeto de redescubrimiento para historiadores, geógrafxs y médicxs académicxs brasileñxs (Fontana, 2014; Santos Silva, 2016), mientras que, en los estudios geográficos de habla inglesa, su nombre sigue siendo desconocido, aunque con algunas excepciones notables, como la investigación doctoral en curso de Archie Davies en el King’s College5 y un artículo reciente de Eric Carter sobre control de la población en América Latina (Carter, 2018). Otro exponente de esta red de geógrafxs brasileñxs que lucharon contra la dictadura militar fue Manuel Correia de Andrade (1922–2007), cuyos archivos ahora son estudiados por académicxs brasileñxs e internacionales (Ferretti, 2018b; Iumatti y Nicodemo, 2018). Un geógrafo y activista mexicano de la misma generación que Santos, Ángel Bassols Batalla (1925–2012), familiarizado con los académicos brasileños mencionados anteriormente, produjo obras que también están siendo reconsideradas en los estudios mexicanos contemporáneos. Estos autores presentan a Batalla como un ejemplo de las geografías humanistas y comprometidas (Delgadillo, 2015) y como un defensor de una geografía crítica del Sur que apoya miradas alternativas que promuevan el desarrollo endógeno y la soberanía nacional contra los imperialismos europeos y norteamericanos (Mendoza Vargas, 2017). Hoy en día, los enfoques críticos, reflexivos y epistemológicos se consideran como una marca de las geografías latinoamericanas desde la década de 1990 (Urquijo Torres y Bocco Verdinelli, 2016).
Estas obras a menudo se inspiran en el llamado “giro biográfico” en la historia de la geografía (Baigent, 2004), que aboga a favor de considerar las experiencias de vida más allá de los meros textos para proporcionar lecturas más contextuales a la historia de las ideas. Si bien estos enfoques aún pueden dar la impresión de que la historia de la geografía se trata de “Grandes Hombres”, esta percepción se puede corregir en líneas generales prestando atención a las redes y las circulaciones de conocimiento. Más específicamente, lo que merece mayor reconocimiento es la fuerte participación femenina en estas redes. Algunos documentos importantes ya han aparecido en los últimos años, como una entrevista de Neil Smith y Caroline Desbiens con Graciela Uribe Ortega (1928–2000), una importante geógrafa disidente que tuvo que huir de Chile en 1973 para escapar de la represión de la dictadura de Pinochet (Mendoza Vargas, 2018). Allí, Uribe afirmó que: “Aunque a los hombres quizás no les guste admitirlo, hay muchas mujeres en la geografía latinoamericana, y hemos existido durante muchos años” (Smith y Desbiens, 2000:547). En el mismo sentido, un informe de Blanca Rebeca Ramírez Velázquez sobre la red de geógrafxs críticxs latinoamericanxs GeoRaizAl analiza los vínculos entre el feminismo, la descolonización y la reconsideración de los conocimientos indígenas, destacando la centralidad de la agencia femenina en las redes actuales (Ramírez Velázquez, 2012). Finalmente, es de destacar el potencial que tienen los estudios del “Sur Global” para nutrir diferentes historias disciplinares, con la condición de que la investigación geográfica se vuelva verdaderamente cosmopolita, internacional y esté disponible para considerar fuentes multilingües y enfoques multiculturales a sus problemáticas, como explico en la siguiente sección.
Tendencias recientes en el sur: la inversión de la mirada colonial
Uno de los ejemplos más brillantes de inversión de la mirada tradicional europea de Norte a Sur es la sección Nossos Clásicos publicada en cada número de GEOgraphia (Río de Janeiro), una de las revistas brasileñas de geografía con evaluación de pares más prestigiosas. Esta sección suele incluir textos de algúnxs famosxs geógrafxs no brasileñxs, traducidos al portugués por primera vez, acompañados por ensayos de académicxs brasileñxs. Las geografías críticas y anarquistas se encuentran bien representadas en esta rúbrica, con textos de Kropotkin (El Hakim de Paula, 2014; Netto, 2018), Henri Lefebvre (2017), y Reclus (2010) menos recientemente. En el resto de la revista, a menudo también se discuten referentes de las geografías críticas, como es el caso de las recientes referencias a Doreen Massey (Silvia, Ornat y Chimin, 2017) por parte de geógrafxs feministas brasileñxs. Esto además se corresponde con las nuevas tendencias disciplinares brasileñas y latinoamericanas que prestan más atención a la literatura internacional, y especialmente a la de habla inglesa. Tradicionalmente, han sido los estudios en francés los que han gozado de un gran prestigio en la región, debido principalmente al recelo de los académicos latinoamericanos hacia el imperialismo cultural norteamericano. Si bien los trabajos en las misiones universitarias francesas en Brasil han demostrado que la escuela francófona no era menos imperialista que la anglófona (Ferretti, 2014), vale la pena señalar que esto condujo a la temprana traducción y circulación en español y portugués de obras francesas radicales como libros de Lefebvre y de Yves Lacoste, de la década de 1970 (Machado, 2008). En esta sección, también discuto las contribuciones francesas a las OTG mostrando que, irónicamente, la literatura académica francófona se puede comparar hoy con la de América Latina en términos de su posición periférica en relación con la corriente dominante anglófona.
Hoy en día, historiadores brasileñxs de la geografía se están dedicando a hacer trabajo de archivo original con las fuentes “del Norte”, como por ejemplo, el caso del trabajo de doctorado de Willian Antunes sobre Camille Vallaux (1870–1945). Mientras que no existe ninguna tesis francesa sobre las obras de este geógrafo francés original y “disidente”, la investigación brasileña lo pone en reconsideración como un representante temprano de una geografía social que no es ajena al compromiso político, característica poco común en la geografía francesa “clásica” (Antunes, 2017). Uno de los mejores ejemplos de la “inversión de la mirada” son las obras de Leonardo Arantes sobre la geografía alemana, a saber, los “clásicos” de Humboldt y Carl Ritter (1779-1859). En cuanto a Reclus (que, cabe destacar, fue estudiante de Ritter), estos autores clásicos a menudo se citan, pero sus escritos originales siguen siendo poco conocidos. Así, Arantes tradujo del alemán y comentó algunos textos de Humboldt y Ritter para GEOgraphia, con el objetivo de demostrar que ambos compartían puntos de vista sobre la geografía como ciencia para el progreso social. Para Arantes, el texto de Ritter sobre educación geográfica demuestra que el geógrafo alemán consideraba que uno de los roles más importantes de la geografía era la formación de ciudadanos responsables “a través de la construcción de una cosmovisión estimulando la imaginación geográfica creativa en lugar de usar textos como dispositivos mnemónicos” (Arantes, 2016b, 212).
Dentro de las lecturas latinoamericanas de las primeras geografías europeas, Humboldt tiene un lugar especial, a raíz de los comentarios empáticos que tuvo sobre las culturas amerindias y que le han ganado una reputación duradera como uno de los inspiradores de la descolonización latinoamericana y uno de los primeros defensores de los pueblos indígenas (Buttimer, 2012). Según Arantes, las críticas anticoloniales de Humboldt anticipaban “muchos aspectos de las posiciones llevadas a cabo por lxs teóricxs de la poscolonización o descolonización” (Arantes, 2016a: 165). En el texto de Humboldt, “la idea de colonia, es decir, pretender que una tierra sea tributaria de otra, es intrínsecamente inmoral” (Arantes, 2016a: 173). Para Humboldt, la supuesta libertad de las personas que viven en las colonias solo significa “que se les permita maltratar a lxs esclavxs [negrxs] con impunidad e insultar a lxs blancxs si son pobres” (Arantes, 2016a, 174). De modo de que esta posición implicaba tanto una crítica de la esclavitud como a la desigualdad social en general. El compromiso antirracista y antiesclavista de Humboldt es especialmente evidente en los textos traducidos por Arantes: El maltrato a lxs negrxs fue definido como “un horror de las islas [del Caribe]” (Arantes, 2016a, 174). Siguiendo la línea de las valoraciones de Humboldt, Héctor Mendoza Vargas (2016) compara el viaje de tres eminentes viajeros alemanes a México en diferentes períodos de la historia de la geografía: Humboldt, Friedrich Ratzel (1844–1904) y Adolf Reichwein (1898–1944). En esta “mirada alemana”, Mendoza examina explícitamente las implicancias imperiales tanto de Alemania como de los Estados Unidos, destacando los cambios en la cultura alemana a través del lente de los enfoques de estos geógrafos hacia México, invirtiendo así nuevamente la dirección clásica de dicha mirada.
En Brasil, las influencias “del Norte” han sido efectivas en el establecimiento de la geografía académica, especialmente a través de las misiones universitarias francesas, que fueron fundamentales en la fundación de las primeras universidades de investigación brasileñas en la década de 1930. En la actualidad, lxs académicxs brasileñxs han comenzado a cuestionar la direccionalidad de esta transferencia cultural, lo que indica una toma de conciencia acerca del imperialismo cultural. En este sentido, Sergio Nunes, Guilherme Ribeiro y Rogério Haesbaert (Haesbaert, Nunes Pereira y Ribeiro, 2012) han editado una importante colección de ensayos de un “clásico” geógrafo francés, el renombrado Paul Vidal de la Blache (1845-1918). Un trabajo pionero de José Borzacchiello da Silva sobre la historia de los intercambios francés-brasileños en geografía, publicado por primera vez en Brasil en 2012 y que contiene interrogantes explícitos sobre las intenciones colonizadoras de los elementos de las misiones universitarias francesas, ha sido traducido recientemente al inglés (Borzacchiello da Silva, 2016). Otra monografía de investigación del geógrafo Guilherme Ribeiro sobre el trabajo del famoso historiador francés Fernand Braudel (1902-1985) marca una reapropiación brasileña de la idea de “geohistoria”, la que fuera anteriormente una especie de “privilegio” para la escuela francesa (Ribeiro, 2017).
La principal revista brasileña en geografía histórica y en historia y filosofía de la geografía, Terra Brasilis, publica regularmente artículos sobre los trabajos de académicxs “del Norte”, particularmente sobre las tradiciones críticas y anarquistas en geografía, que también se han implementado localmente a través de eventos como la conferencia internacional sobre Elisée Reclus organizada en la Universidad de San Pablo en 2011 (Ramírez Palacios y Skoda, 2016). Terra Brasilis viene publicando una serie de dossiers sobre “Trayectorias de geógrafxs” donde se evidencia la intención de mirar desde el Sur a las principales figuras internacionales en geografía. La revista Territôrio Autónomo también publicaba contribuciones inspiradas en la tradición anarquista, eventualmente representada por ideas de Reclus y Kropotkin y reinterpretadas a través de las lentes de autores más recientes como Murray Bookchin (1921–2006) y Cornelius Castoriadis (1922–1997). En este sentido, el destacado geógrafo crítico brasileño Marcelo Lopes de Souza ha publicado recientemente un libro sobre anarquismo y geografía, donde también se presta atención a los aspectos históricos de esta relación (Souza, 2017).
En la revista franco-brasileña Confins, Breno Viotto Pedrosa examina la relación entre Carl Sauer y Alfred Kroeber sobre el superorganicismo y sobre las ideas acerca de la geografía cultural. Pedrosa sostiene que, después de que los enfoques culturales ejercieran una influencia creciente en la geografía brasileña a partir de la década de 1990, es hora de que lxs académicxs brasileñxs investiguen de cerca los orígenes de esta contaminación cruzada para poder “entender los orígenes de la geografía cultural” (Viotto Pedrosa, 2015) llevando a cabo investigaciones originales sobre fuentes europeas y norteamericanas. Nuevamente, esto significa invertir la dirección clásica de las opiniones y visiones académicas de las direcciones Norte-Sur a Sur-Norte.
Vale la pena concluir mencionando la producción académica francófona. Aunque no representa exactamente al Sur, y a pesar de la persistencia de algunos restos del pasado imperial francés como, por ejemplo, la pervivencia del francés como idioma oficial para la Unión Geográfica Internacional, la escuela francesa se encuentra en una posición relativamente marginal con relación a las principales revistas de geografía. Sin embargo, podemos encontrar estudios propios sobre lxs primerxs geógrafxs anarquistas, representados especialmente por trabajos sobre Reclus de autores como Ronald Creagh, Philippe Pelletier, Isabelle Lefort y Christophe Brun (Brun, 2015; Creagh y Deschler, 2018; Lefort y Pelletier, 2015). En la Suiza francófona, la editorial de Ginebra Héros-limite publicó recientemente varios libros antológicos con obras de Elie y Elisée Reclus, Charles Perron, Kropotkin y otrxs geógrafxs anarquistas. Estas publicaciones francófonas generalmente coinciden con tendencias internacionales, en lo que concierne al redescubrimiento de las primeras geografías anarquistas mediante el uso de nuevos archivos y textos originales. En la misma línea, después de haber tratado en extenso los trabajos de lxs sucesorxs académicxs de Vidal de la Blache, lxs historiadorxs francesxs de la geografía empiezan a considerar cada vez más a aquellxs autorxs que fueran marginadxs de la corriente académica por diferentes razones y que a menudo tuvieron que hacer sus carreras en otros campos como en los de la política, la diplomacia y el trabajo editorial. Se definen como géographes-hors-les-murs (geógrafxs fuera de los muros; Clerc y Robic, 2015), y algunxs de ellos también tomaron posiciones disidentes y anticolonialistas, como en el caso de Yves Châtaigneau (Clout, 2016).
Es posible concluir que los pasados de la geografía muestran cómo la geografía no solo fue una ciencia del imperio, sino también una ciencia para el pensamiento diverso o heterodoxo. La producción académica está recuperando, de modo creciente, obras y conceptos que habían sido borrados de la historia de la geografía en virtud de las posiciones políticas, geográficas, lingüísticas, culturales o profesionales de sus autorxs. En este sentido, la investigación sobre nuevas fuentes y textos originales a través de enfoques críticos y multilingües representa la característica clave de lo que llamo el redescubrimiento de las OTG. Este trabajo ha demostrado que el estudio de estas tradiciones alternativas es más vital, cosmopolita, internacional y multilingüe que nunca. Amplía los límites disciplinarios de la geografía al abogar por la consideración, por parte de lxs geógrafxs, del conocimiento geográfico que no lleva la etiqueta explícita de “geografía”, o que se produjo en lugares o contextos que fueron ignorados, subestimados o marginados por los cánones dominantes de la disciplina. Asimismo, cuestiona la idea misma de tener cánones o paradigmas dominantes en geografía, de este modo promoviendo una disciplina plural, abierta e inclusiva.
También me gustaría argumentar que, redescubrir las OTG, además de resultar de interés para los campos de la historia de la geografía y la geografía histórica con el fin de evitar pasar por alto las corrientes claves de pensamiento, demuestra que mirar hacia atrás es cada vez más necesario para comprender lo que está sucediendo hoy. Aunque Clarence Glacken sostuvo que la historia de las disciplinas académicas es indispensable para evitar caer en la arrogancia de creer que hemos inventado todo (Glacken, 1980), las OTG no solo permiten cuestionar los lugares comunes en la tradición disciplinar. Ellas también confirman que la geografía como ciencia ha atraído diversos tipos de autorxs subversivxs, progresistxs y poco ortodoxxs; por lo tanto, incorpora en su recorrido valores vinculados al cosmopolitismo, al pluralismo y a la diferencia, permitiendo que lxs geógrafxs críticxs se sientan orgullosxs, y no solo avergonzadxs de su tradición disciplinar. Esto tiene una importante repercusión en las agendas contemporáneas: al incluir en la disciplina actores, lugares, idiomas y prácticas que antes estaban marginados, las OTG pueden contribuir decisivamente a la tarea de descolonizar la geografía y hacerla más abierta a las diferencias, como se ha reclamado a menudo en los últimos años (Esson, Noxolo, Baxter, Daley y Byron, 2017; Radcliffe, 2017).
Sin embargo, esta línea de investigación no está exenta de limitaciones y contradicciones: se podría criticar la imprecisión de las posibles definiciones de OTG, aunque yo argumentaría que esto debería de utilizarse como un dispositivo para fomentar la inclusión y la mentalidad abierta en el campo geográfico. Finalmente, plantear el tema del monolingüismo implica también limitaciones: por ejemplo, en este artículo, no pude abordar la literatura académica en idiomas que están fuera de mi conjunto de habilidades lingüísticas, como el hindi, el mandarín y el vietnamita. Esto requiere mayores esfuerzos de colaboración en la internacionalización de este campo de estudio.
Un agradecimiento especial a Alun Jones por su releída y sus sugerencias sobre la primera versión, y a mis colegas brasileños, especialmente Breno Viotto Pedrosa, Guilherme Ribeiro y André Reyes Novaes, por actualizarme constantemente en los debates “del Sur”. Agradezco enormemente a los evaluadores anónimos de Geography Compass que proporcionaron excelentes ideas para mejorar mi manuscrito, y finalmente al editor de Geography Compass, Paul Griffin, por invitarme a escribir este artículo y por todo su apoyo durante la revisión y edición del mismo, incluido facilitar los permisos para la traducción al español algunos años después. Para esta edición traducida, especialmente agradezco a Gonzalo Ezequiel Lus Bietti, Mónica Farías y Esteban Salizzi.
A Federico Ferretti por su voluntad para llevar a cabo la traducción de su texto como así también por la generosidad brindada para realizar una revisión. También Wiley y Geography Compass, por permitir llevar este texto al español. Por último, al consejo editor de la revista Punto Sur, por incentivar esta labor para ser publicada y acompañar en todo el proceso.
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Federico Ferretti / federico.ferretti6@unibo.it
Recibió su doctorado de las Universidades de Bolonia y París 1 Panthéon ‐ Sorbonne en 2011. Después de investigar y enseñar experiencias en Irlanda, Francia, Suiza y Brasil, ahora es profesor catedrático en la Universidad de Boloña. Sus intereses de investigación y enseñanza radican en la filosofía y la historia de la geografía y en la circulación internacional del conocimiento geográfico a través de enfoques críticos y anarquistas, con un enfoque especial en América Latina y el Sur Global. Fue autor, coautor o editor de quince libros en italiano, francés e inglés y publicó trabajos de investigación en las principales revistas internacionales revisadas por pares en su campo de estudio, incluidas Transactions of the Institute of British Geographers, Annals of the American Association of Geographers, Antipode, ACME, cultural geographies, Environment and Planning D ‐ Society and Space, Environment and Planning C ‐ Politics and Space, Progress in Human Geography, Political Geography, Geopolitics, Geographical Journal, Journal of Historical Geography, Gender Place and Culture, a Journal of Feminist Geography, Third World Quarterly, Imago Mundi, Geographers Biobibliographical Studies, Geografiska Annaler Series B ‐ Human Geography, Singapore Journal of Tropical Geography, Dialogues in Human Geography, International Journal of Sociology and Social Policy, Historical Geography, Journal of Geography, História, Ciências, Saúde‐Manguinhos, Cybergeo, Espace Géographique y otras en inglés, francés, italiano, español y portugués. Actualmente, es secretario / tesorero / webmaster de la Comisión de Historia de la Geografía de la Unión Geográfica Internacional (UGI) para el mandato 2020-2024.
Mónica Farías / monicaifarias@gmail.com
Licenciada en Geografía por la Universidad de Buenos Aires (UBA), es magíster y doctora en Geografía por la Universidad de Washington (EE. UU.). Actualmente, se desempeña como Secretaria Académica y docente del Departamento de Geografía de la UBA y como investigadora del Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone” en el grupo de estudios “Geografías Emergentes” de la misma universidad. Su trabajo, dentro de los estudios urbanos, se especializa en las dinámicas espaciales que subyacen las desigualdades urbanas, a la formación de identidades y subjetividades políticas y a la organización colectiva.
Gonzalo Ezequiel Lus Bietti / g.lus@hotmail.com
Licenciado y doctorando en Geografía por la Universidad de Buenos Aires, es investigador en formación del proyecto de investigación “Ruralidades, Ambiente y Cultura” e integrante del Grupo de Estudios “Cultura, Naturaleza y Territorio”, con sede en el Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”. También es parte de la Red de Investigaciones Históricas en Geografía (RIHG). Trabaja en temas afines a la historia social de la Geografía en Argentina.
1. Todas las citas de textos en estos idiomas han sido traducidas por el autor (N. de A.)
2. Refiere al The Race, Culture and Equality working group, que se desenvuelve en el marco de la Royal Geographical Society-Institute of British Geographers. Para conocer en mayor profundidad se puede acceder al sitio web https://raceingeography.org/. (N. de T.)
3. Antipode Foundation, The Union of Socialist Geographers Newsletter, 1975–1983 https://antipodeonline.org/2017/06/28/usg-newsletter-archive/ (N. de A.).
4. Antipode Foundation, Introducing Milton Santos https://antipodeonline.org/2017/03/15/introducing-milton-santos-and-the-active-role-of-geography/ (N. de A.).
5. Archie Davies, Josué de Castro's Geografia Combatente and the political ecology of hunger, PhD thesis. Supervised by Alex Loftus and Jeff Garmany, Department of Geography, King's College London. (N. de A.)