Presentación

Políticas, lugares y paisajes de la memoria sobre el terrorismo de Estado en la Argentina


"Juan Besse

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”. Buenos Aires, Argentina.
Universidad Nacional de Lanús, Instituto de Justicia y Derechos Humanos, TeCMe - Territorios Clínicos de la Memoria. Remedios de Escalada, Argentina.

Silvina Fabri

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”. Buenos Aires, Argentina.

Recibido: 12 de octubre de 2022. Aceptado: 31 de octubre de 2022

La palabra dossier proviene del latín dorsum. El castellano académico la hizo suya. En el pasaje del francés a nuestra lengua, la sonoridad del respaldo de una espalda, la que remite al lomo de un informe o de un expediente, apenas se deja oír. Aun así, los usos de una palabra extranjera hospedan, abren nuevos sentidos. Un dossier es también un encuentro. El lugar donde se muestran los itinerarios de un grupo, los puentes tendidos entre quienes lo componen pero también con aquellxs compañerxs de otros grupos, sin los cuales no hubiéramos podido caminar como lo hicimos, respaldarnos en las aventuras instituyentes de un espacio epistémico tan profundamente asociado a la singularidad de la respuesta argentina, pero también regional, a la forma en que se ejerció la violencia de Estado y la vulneración de los derechos humanos en nuestro país y en América Latina.

Los escritos que convergen en este dossier constituyen una muestra del trabajo desplegado por el Equipo Lugares y Políticas de la memoria, con sede en el Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone” de nuestra Facultad. Desde el año 1993, con la dirección de Cora Escolar, el equipo llevó adelante, gracias al apoyo continuo de subsidios UBACyT, investigaciones sobre las dimensiones espaciales e institucionales de distintas políticas públicas. A partir del año 2003, la relación entre las políticas y los lugares de la memoria, como así también las nuevas territorialidades que en clave genealógica abrieron los procesos de memoria, verdad y justicia, pasaron a ser el foco de nuestro quehacer y, desde entonces, la ampliación del grupo de investigación permitió entablar una larga conversación entre las formaciones disciplinares y las experiencias profesionales de quienes integramos este espacio de trabajo.

Actualmente, el Proyecto UBACyT Políticas, territorios y escrituras de la memoria. Saberes expertos, prácticas militantes y dispositivos testimoniales en las configuraciones epistemológicas del pasado reciente (1955-2017) cuya labor culmina con la presentación de este dossier– es el que cobija nuestra lengua de cruce, cocinada en el caldero de los estudios sobre memoria política pero sobre todo en los modos en que estos estudios activaron la traducción de lenguas, las preguntas por la multidisciplina, sobre qué hacer con lo intraducible entre las lenguas disciplinares y con lo inclasificable de los objetos emergentes en los estudios sobre el pasado reciente, sobre la manera en que la geografía, para incorporar a su agenda la cuestión memorial, requiere acampar nuevamente en las tradiciones de la geografía cultural o política, atenta, como señala Souto (2011) a los intensos diálogos con los estudios culturales o decoloniales (Zusman, Haesbaert, Castro y Adamo, 2011). La obra de equipo transita entre las disciplinas de las cuales provenimos o hacia las cuales nos orientamos (geografía, antropología, sociología, historia), los saberes que hemos explorado colectivamente, las áreas de estudio sobre memoria y política y las maneras siempre sorprendentes en que el conocimiento producido ha nutrido el trabajo de las políticas de la memoria sobre el terrorismo de Estado y, más específicamente, las prácticas de gestión en los sitios y espacios de la memoria dedicados a la promoción de los derechos humanos (Besse y Escolar, 2019). Prácticas que han sido o son llevadas a cabo en el presente por algunxs de lxs integrantes del equipo que forman parte de la propuesta que ofrece el dossier.

Entre los aspectos comunes, que vertebran la mayor parte de los escritos que se ofrecen a la lectura, encontramos las relaciones entre las políticas de la memoria y las tramas institucionales mediante las cuales se inscribe y visibiliza la lugarización del patrimonio colectivo que constituyen los sitios de memoria, pero también los paisajes, tanto los visuales como los sonoros, que la ardua y tensa relación entre las memorias de la política y las políticas de la memoria ha colaborado a darles forma. Los artículos que aquí se presentan muestran cómo los saberes vinculados a la transmisión de la memoria sobre el pasado reciente han dado lugar a un creciente trabajo institucional y epistémico, una colaboración activa entre los denominados estudios de memoria social y la producción de conocimiento que se promovió tanto desde el Estado en el período 2004-2015 como, desde siempre, por parte de los organismos de Derechos Humanos.

Los trabajos de investigación que respaldan los artículos anclan en los modos singulares en que se anudan los saberes expertos, las prácticas militantes (políticas, gremiales o del activismo de los DD. HH.) y los dispositivos testimoniales (jurídicos, literarios, artísticos, incluso los académicos, entre otros), y en la manera en que esos anudamientos convergen en la conformación de los lugares de la memoria sobre el terrorismo de Estado de la última dictadura militar en la Argentina (Messina, 2019).

La lugarización de la memoria política que caracteriza a la Argentina desde la finalización de la última dictadura militar, dicho con palabras de Tuan (2007), una gigantesca sensibilización topofílica a escala nacional, ha pasado por distintos momentos históricos que han impreso a esas marcas de lugar, también llamadas marcas territoriales, con el peso de lo decible y lo indecible, de lo inscribible y de lo que no cesa de no inscribirse. Las marcas territoriales son inscripciones simbólicas refrendadas por políticas de Estado que abren la posibilidad de reterritorializar (Escolar y Fabri, 2019), mediante actos jurídicos e institucionales, los bienes del Estado involucrados en el dispositivo desaparecedor, las locaciones del exterminio, los paisajes de la crueldad y su recuperación como lugares y paisajes de la reparación. Esas marcas territoriales suponen múltiples montajes en los que intervienen distintos niveles y operatorias de las políticas de la memoria (Besse, 2019). Es allí donde saberes expertos, prácticas militantes y diversos dispositivos testimoniales participan en la reescritura y reelaboración de un pasado reciente afectado por el riesgo de olvidos y silenciamientos siempre horadados por la emergencia y el retorno de imágenes, de la materialidad oculta pero insistente de los lugares y sus transformaciones, pero también por las dimensiones paradojales que recorren el paisaje de los sitios y proponen sutiles formas de estar en él, de que nos expulse o nos convoque; cuestiones todas que hacen jugar sus cartas en el terreno epistemológico y sesgan las perspectivas teóricas y metodológicas a la hora de abordar los casos que tratan los estudios presentes y los por venir.

En un pasaje de un escrito extraordinario, que merece ser revisitado, Las cinco puertas del paisaje. Ensayo de una cartografía de las problemáticas paisajeras contemporáneas, Jean-Marc Besse (2006) nos interpela mediante una serie de consideraciones sobre el paisaje y la experiencia. Sostiene allí que el paisaje es una experiencia fenomenológica. En resumen, para pensar esa experiencia, propone insistir en la distinción entre la ciencia y la experiencia. Se trata entonces de deslindar el experimento científico –cuyas condiciones de experimentación se encuentran supuestamente bajo control de lxs investigadorxs– respecto de la experiencia fenomenológica que rebasa el acotado dominio de la ciencia y sus manipulaciones cognoscitivas. En el apartado “Más allá del objeto y del sujeto” recorre las aporías de la experiencia paisajera de un modo que concierne a las líneas teórico-metodológicas que justifican el dossier. Allí escribe:

En el paisaje, la vida subjetiva se desarrolla al límite de las cosas. En realidad, a la desobjetivación responde una des-subjetivación. Si hay una experiencia, hay una exposición de la subjetividad a algo como un ‘fuera’ que la conduce y la empuja, a veces violentamente, más allá de sus límites. El paisaje, en este sentido, es literalmente ‘eso’ que pone al sujeto fuera de sí. Pero no para hundirlo en el objeto, en el sentido de la ciencia y para la conciencia representativa, ante este sujeto que pierde toda estabilidad. La experiencia radical del paisaje es un sujeto fuera y un fuera sin objeto. Es una derrota común del sujeto y el objeto. Por tanto, no hay que decir que el paisaje se concibe como una experiencia; más bien es este acontecimiento singular y siempre diferente, de la exterioridad como tal que la experiencia expone a aquellos que se arriesgan a ello, en una confusión y una tensión entre sí mismos y el mundo, que, propiamente, arrebatan (Besse, 2006:162-163).

La experiencia paisajera que invoca Besse pone en el centro de la cuestión memorial el carácter trans-individual del sujeto. Las políticas de la memoria, si están conectadas con la verdad, requieren pensar el sujeto de la experiencia política que promueven y las maneras en que los paisajes del presente enfrentan el retorno de los espectros del pasado traumático y hacen escuchar a las ciudades de la desaparición que no dejan de pulsar en el presente.

Retomar la potencia de algunas nociones y categorías nodales de la tradición epistémica geográfica –entre otras, las de lugar, paisaje, espacio urbano– para pensar los acontecimientos atroces de la historia reciente supone explorar las políticas y los lugares de la memoria que posibilitan abordar el pasado, no para perpetuar una memoria del dolor que coagule el tiempo pretérito, y lo convierta en una mercancía, sino para trabajar desde la lógica que anuda memoria, verdad y justicia en la transmisión de experiencias colectivas de reparación que –con sus avatares, con sus marchas y contramarchas– atraviesan y destacan los cuarenta años de democracia que hemos transitado desde 1983. El deseo de memoria (Magrin, 2019) es deseo de no repetición y la experiencia argentina sabe expresarlo en dos palabras: Nunca más.

En el primer escrito del dossier, “’Espacio urbano y transformaciones políticas durante la transición de la última dictadura a la democracia: un análisis de la revista El porteño entre 1982 y 1984”, Luciano Uzal reconstruye, mediante la exploración de la mirada de una revista crucial que marcó la cultura periodística de los años de la transición de la dictadura a la democracia, la constitución de imaginarios políticos que acompañan las transformaciones de la vida ciudadana y reconfiguran las maneras de habitar la ciudad. Así, las notas leídas y puestas en serie muestran nuevas formas de movilización de los cuerpos y ocupación del espacio público que fueron posibles, en parte, por el deseo de memoria que signó la reconfiguración del espacio urbano de la ciudad durante aquellos años refundantes del orden y la vida democrática en la Argentina.

Iván Wrobel en “Sitios y paisajes de la memoria. Elementos teóricos para pensar la construcción de la memoria a partir del caso Parque de la memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado (1997-2021)” recorre más de una veintena de años de este Parque atravesado por las tensiones inherentes a las controversias que se produjeron en torno a la definición del estatuto de las víctimas del terrorismo de Estado. Las cuestiones teóricas en las que se detiene el artículo prestan atención a la noción de paisaje, a la experiencia paisajera que posibilita investir a un espacio memorial como un parque con los atributos de un sitio de memoria como aquellos donde tuvieron lugar las prácticas clandestinas de detención, tortura y exterminio. Es la reinscripción del Río de la Plata como santuario colectivo de los miles de cuerpos arrojados por los vuelos de la muerte la que traza el horizonte de lo inclasificable del parque, donde un monumento por su proximidad con el río inaugura y nombra ese sitio de sitios que hace fluir la memoria con la constancia y la variación del río.

A lo largo de las páginas de “Multiplicar voces, descentrar memorias. Un análisis sobre las estrategias narrativas en el Museo-Sitio ESMA”, Julieta Lampasona y Florencia Larralde abordan, desde una perspectiva novedosa, la Visita de las Cinco, inaugurada al cumplirse el 40 aniversario del golpe de Estado de 1976. La historicidad de la visita misma se presenta en el relato de las autoras como un acontecimiento que hace irrumpir lo allí acontecido y pone en el centro del dispositivo de transmisión de la memoria, junto con las imágenes y la dimensión visual del recorrido, la materialidad de la voz en la trama de voces sin las cuales no hubiera sido posible dar forma a los matices presentes en la microespacialidad de ese Museo-Sitio sobre las prácticas de desaparición y muerte durante la última dictadura militar en Argentina.

El escrito de Joan Portos Gilabert, “’Los límites’ del faro de Mar del Plata. Tensiones entre turistas, militares y políticas de la memoria”, recorre, mediante los recursos propios de la práctica etnográfica, los usos del espacio, las tensiones y las intervenciones mediante las cuales la política regula las relaciones ciudadanas alrededor de un ícono del paisaje marplatense. Las políticas de la memoria son acaso la mediación ineludible en las relaciones que establecen los vivos con los muertos, pero también los muertos con los vivos. Las categorías nativas expresan la sintomaticidad de una historia que cohabita en la coexistencia de elementos heterogéneos que hacen del faro un espacio institucional pero también un analizador de ese espacio en el que, por caso, al menos tres perspectivas –las de los militares, de los turistas y de los trabajadores de los sitios– requieren ser escrutadas como parte de la institucionalización de una política de recuperación de un ex centro clandestino de detención (CCD).

El artículo de Agustina Cinto, “Entre la militancia y la experticia: políticas de la memoria en un ex centro clandestino de detención de la ciudad de Rosario”, filetea con su letra otra de las tensiones que caracterizan el espinel de las políticas de la memoria. Las prácticas de los expertos y las de la militancia finalmente encuentran en el lecho de la autoridad política, que tercia en el devenir de los micropoderes propios de cada organización o de los saberes instituidos, las maneras de componer un espacio público, un espacio que albergue lo común y ofrezca la referencia urbana para la rememoración colectiva de los hechos atroces allí cometidos.

Por último, el trabajo de Gabriel Margiotta, “Un archivo para Mansión Seré: fragmentariedad y montaje en la reconstrucción virtual de un centro clandestino de detención” reconstruye las microgeografías desplegadas en la representación del pasado reciente en el ex CCD Atila Mansión Seré. La perspectiva del autor ausculta el lugar de la tecnología en el montaje, muestra, bajo el talante de una conjetura, cómo la estrategia tomada de la propuesta de Memoria Abierta se inclina más sobre la constatación de pruebas que reafirman la condición de existencia del ex centro clandestino de detención que sobre el repaso de la historia del terror de Estado del cual Seré formó parte.

Las geografías de la memoria que se ofrecen a la lectura, inquietan. Hay en ellas, por debajo de la satisfacción de lo logrado mediante el estudio, la pátina triste de las meditaciones sobre las ruinas. En las ruinas hay algo perdido, un menos, y una memoria que lo hace retornar, un más. Los casos trabajados en el dossier, no son solo estudios de caso, son casos en situación, donde se arquea el tiempo, donde se arquea el espacio.

La foto de tapa que introduce el dossier fue tomada por Gabriel Margiotta, autor de uno de los artículos. En la foto, el faro de Mar del Plata es captado por medio de la técnica estenopeica, que se sirve de una cámara fotográfica sin lente. La palabra estenopeico reúne la idea de un estrecho pasaje y un agujero, algo que se abre ínfimamente durante un tiempo prolongado para que pueda ingresar la luz y la materia fotosensible. El efecto de desdoblamiento del paisaje fotosensible es más que una metáfora, muestra la manera en que el efecto real de la ausencia de una lente transforma la luz y hace de ese atajo estrecho, por el que se cuela el pasado en el presente, lo que da cuerpo al espectro. Los retornos del espectro como aquello que hace que lo que pasó se torne contemporáneo y haga hablar a la política (Lifschitz, 2015).

En Crónica de un encuentro, Gustavo Simona escribe algo extraño, que resuena en la fuerza invocante de cada lugar de memoria: “No sabe el lugar lo que es faltar” (2021:62). El lugar está entonces adherido al hallazgo, al de la supervivencia, al del asombro por lo que allí se revela cuando no lo esperábamos, a la alegría que sigue a la tristeza cuando el lazo social que acompaña el derecho al sentido muestra señales de descoagulación del pasado doloroso (Rousseaux, 2018). La reparación comienza por lo irreparable. El derecho a entristecernos es parte constituyente del derecho al sentido y afecta el trabajo sobre el pasado reciente, ya que sin ese derecho –menos tangible que otros derechos, pero contundente en sus efectos– no hubiera habido la robusta demanda de memoria, verdad y justicia que hoy hace de nuestra tierra un ejemplo a seguir.

Bibliografía

»Besse, J.-M. (2006). Las cinco puertas del paisaje. Ensayo de una cartografía de las problemáticas paisajeras contemporáneas. En J. Maderuelo (Dir.), Paisaje y pensamiento (pp. 145-171). Madrid: Abada /Lecturas del paisaje.

»Besse, J. y Escolar, C. (Eds.) (2019). Políticas y lugares de la memoria. Figuras epistémicas, escrituras, inscripciones sobre el terrorismo de Estado en la Argentina. Buenos Aires: Miño y Dávila.

»Besse, J. (2019). Conjeturas acerca de las condiciones históricas de posibilidad de las políticas de la memoria sobre el terrorismo de Estado: la singularidad argentina. En J. Besse y C. Escolar (Eds.), Políticas y lugares de la memoria. Figuras epistémicas, escrituras, inscripciones sobre el terrorismo de Estado en la Argentina (pp. 17-43. Buenos Aires: Miño y Dávila.

»Escolar, C. y Fabri, S. (2019). Pensar la institucionalización del territorio desde el caso Predio Mansión Seré. En J. Besse y C. Escolar (Eds.), Políticas y lugares de la memoria. Figuras epistémicas, escrituras, inscripciones sobre el terrorismo de Estado en la Argentina (pp. 97-113). Buenos Aires: Miño y Dávila.

»Lifschitz, J. (2015). La memoria política y sus espectros. El terrorismo de Estado en América Latina. Sarbrücken: Editorial Académica Española.

»Magrin, N. (2019). Derivas e insistencias de un deseo de memoria. En F. Rousseaux, Legado y memorias. Debates sobre el futuro anterior (pp. 35-52). Buenos Aires: TeCMe/Tren en Movimiento.

»Messina, L. (2019). Sitios y lugares de la memoria: dimensiones, experiencias y controversias. En J. Besse y C. Escolar (Eds.), Políticas y lugares de la memoria. Figuras epistémicas, escrituras, inscripciones sobre el terrorismo de Estado en la Argentina (pp. 55-74). Buenos Aires: Miño y Dávila.

»Rousseaux, F. (2018). ¿30.000? ¡Ni idea! El Estado y lo sacro. En F. Rousseaux y S. Segado (Comps.), Territorios, escrituras y destinos de la memoria. Diálogo interdisciplinario abierto (pp. 27-45). Buenos Aires: TeCMe/Tren en Movimiento.

»Simona, G. (2021). Crónica de un encuentro. En P. Klossowski, Sobre Proust
(pp. 59-93). Buenos Aires: Cactus/Serie Occursus.

»Souto, P. (2011). El concepto de paisaje. Significados y usos en la Geografía contemporánea. En P. Souto (Coord.), Territorio, lugar, paisaje. Prácticas y conceptos básicos en Geografía (pp. 129-183). Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras-UBA.

»Tuan, Y-F. (2007). Topofilia. Un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno. España: Melusina.

»Zusman, P., Haesbaert, R., Castro, H. y Adamo, S. (2011). Geografías culturales. Aproximaciones, intersecciones y desafíos. Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras-UBA.

Silvina Fabri / fabrisilvina@gmail.com

Geógrafa. Doctora en Geografía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es integrante del Grupo Lugares, marcas y territorios de la Memoria en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y docente de posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y en la Universidad Nacional del Nordeste. Ha escrito sobre lugares de la memoria, marcas territoriales en el espacio público y políticas de la memoria, procesos de patrimonialización, prácticas comunales y vecinales en clave memorial. Las prácticas culturales y la vida cotidiana barrial son en este momento parte sustantiva de sus investigaciones por ello se cruzan las memorias y el hacer cotidiano en la topografía de los paisajes. En ese sentido, las intervenciones artísticas performáticas, visuales (fotografías y murales colectivos) y elaboración de relatos compartidos para la transmisión intergeneracional conforman su actual campo de indagación y reflexión.

Juan Besse / bessejuan@gmail.com

Antropólogo. Profesor asociado regular del Departamento de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Docente de posgrado en la UBA y la UNLa. Integrante de la Red Territorios Clínicos de la Memoria (TeCMe). Editor, junto a María Graciela Rodríguez, del libro 16 de junio de 1955, bombardeo y masacre. Imágenes, memorias, silencios (2016, Biblos) y, junto a Cora Escolar, del libro Políticas y lugares de la memoria. Figuras epistémicas, escrituras, inscripciones sobre el terrorismo de Estado en la Argentina (2019, Miño y Dávila). Actualmente codirige el Proyecto UBACyT “Políticas, territorios y escrituras de la memoria. Saberes expertos, prácticas militantes y dispositivos testimoniales en las configuraciones epistemológicas del pasado reciente (1955-2017)” y el Proyecto Oscar Varsavsky “Memorias de militancia, resistencias y represión en la zona sur del conurbano bonaerense” en la UNLa.