ARTÍCULO DOSSIER
Una propuesta teórico-metodológica en el devenir territorial. Pulmarí y sus rizomas

A theoretical-methodological proposal regarding territorial transformation. Pulmarí and its rhizomes

 
Una propuesta teórico-metodológica en el devenir territorial. Pulmarí y sus rizomas.
Memoria americana, vol. 29 no. 2, (98- 110 pp.), Jul-Dec, 2021, doi: . ISSN: 1851-3751
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.


Introducción

El siguiente trabajo se estructura en tres apartados focalizados en el análisis sobre el concepto de territorio y territorialidad y sus derivas posteriores. Partimos de un estudio que observa los procesos de territorialización en la región de Pulmarí, Provincia de Neuquén, desde fines de siglo XIX hasta inicios del siglo XXI. De ninguna manera buscamos reponer un análisis de corte cronológico-lineal que abarque más de un siglo de historia; por el contrario, nos detendremos sólo en algunos eventos que, desde nuestro análisis, transforman el territorio de manera profunda, reestructurando su conformación interna y su relación con el afuera. Partimos de tierra adentro para ir observando esas variables territoriales en los márgenes del estado-nación argentino.

La propuesta de fondo apunta a generar un análisis móvil, yuxtapuesto y múltiple de cualquier espacio devenido en territorio. En ese sentido, los trabajos de Martha Bechis mantienen vigencia nodal para comprender las diversas formas en las que las fronteras y el territorio argentino se constituyeron como pliegues en el proceso de expansión del Estado hacia tierra adentro a la par que las relaciones con y entre las diversas parcialidades del sur pampeano-patagónico se agenciaban de forma creativa en contextos políticos disímiles y cambiantes (Bechis, [2007] 2010). En este punto, la noción de frontera densa, móvil, porosa es sustancial en los trabajos de Bechis.

Nuevas fronteras se conformarán tras el avance militar entre 1870 y 1890, pero la densidad de la Frontera Sur cambiará su contextura por la noción de línea divisoria entre provincias y entre Estados nacionales.

¿Qué fue de esa tierra adentro, de esos creativos e híbridos espacios de frontera? Esa tierra adentro plegada más por el poder del Estado que el de sus balas, se reterritorializa…se hace parte de la Argentina, en sus márgenes. Un territorio denso. El límite unidimensional vuelve a abrirse en la tridimensionalidad propia del margen, que siempre es desplazado pero que nunca deja de estar dentro, un borde constante-cambiante.

Pero regresemos, al menos por un momento, a los trabajos de la Dra. Bechis. En diversos artículos y capítulos de libro, plantea de forma directa la dificultad de atribuir espacios territoriales estables a sociedades sin estado, algo por demás muy ilustrado en sus trabajos, al punto que el territorio se modifica con la propia movilidad de las agencias indígenas, con el accionar de los estados y con los pactos, alianzas y traiciones que derivan del juego político entablado en torno a un territorio móvil (Bechis, 1999 y 2002). Serán variables como territorio y soberanía las que puedan explicar el avance militar-estatal sobre las parcialidades de frontera y tierra adentro (Bechis, [1995] 2010). No está de más aclararlo, que estas variables exceden en mucho a los estudios de frontera en Pampa y Patagonia mas no dejan de ser una problemática que, hasta nuestros días, mantiene una vigencia nodal no sólo para los estudios etnohistóricos sino para comprender las diversas trayectorias actuales entre las agencias estatales, las privadas y los pueblos indígenas que, por medio de comunidades y organizaciones supracomunitarias, reclaman condiciones o entran en conflicto ante el avance de nuevos despojos territoriales sobre espacios que, históricamente, han sido y son parte de su ser. Retomamos uno de los principios básicos de la etnohistoria: “el de registrar tanto desde la disciplina histórica, como desde la disciplina antropológica la historicidad del pueblo sobre el que se trabaja” (Bechis, 1999: 23), sumando el de trabajar el territorio como trayectoria, dinámica y múltiple.

Una mirada molar y moderna en torno a la concepción de territorio parecería indicarnos que a cada estado le corresponde un territorio. Si nos situamos en esa percepción territorial perderemos de vista lo que se desplaza al ras de la tierra; es decir, aquellos colectivos que mantienen su presencia y control limitado sobre el territorio. Ingresamos a la noción de territorialidad yuxtapuesta, subversiva, múltiple, dentro del espacio controlado por entidades estatales.

Al analizar los proyectos de formación de un estado -para el caso, el argentino-, no hay que dejar de observar aquello que es invalidado, combatido y/o abortado de la propia historia nacional. La apropiación excluyente y exclusiva del Estado nunca termina de estabilizarse y debe reforzarse (Sack, 1986), por lo tanto, es incompleta; sin embargo, el territorio adquiere la forma del Estado pero no es más que una réplica, una repetición en el intento de fijarlo (Deleuze y Guattari, [1980] 1997: 19-22).

Una manera de comprensión territorial que observa los intersticios y los vaso-comunicantes entre lógicas que, en inicio, se presentan paralelas y sin conexión posible pero que representan un desafío teórico-metodológico a partir del correlato histórico vinculado con la construcción de etnicidades de frontera. Es importante llamar la atención observando que el fin de la frontera no es el fin del territorio indígena, es su redefinición, su (des) (re)territorialización, es el fin de una autonomía soberana pero nunca el fin del territorio. Este tipo de acercamiento implica la necesidad ineludible de cruzar el espacio con el tiempo generando una profundidad histórica que nos permita explicar las agencias y las reemergencias particulares que cada territorio tiene en sí. A su vez, proponemos conexiones con el afuera, porque no podríamos de forma alguna dar cuenta de ciertos procesos sin las formas en que “el afuera” tensiona y pliega el territorio.

Siguiendo los aportes de Rogerio Haesbaert (2011), resaltamos la potencialidad de incluir estos pasados-presentes dentro de formas de ser en el territorio a partir de experiencias y prácticas multiterritoriales. A su vez, destacamos la importancia que adquiere la labor de investigación en la propia conformación territorial a partir del acceso a diferentes cuerpos documentales que incluyen archivos escritos, memorias locales, cartografías y el propio trabajo de campo que nos permite recorrer un territorio que, tabicado, se nos muestra “abierto”, múltiple.

¿(Des/re/multi) territorialidad? o ¿Por qué Pulmarí?

¿(Des)(re)(multi) territorialización? Ciertamente una serie de prefijos sobre un término no brinda demasiadas certezas metodológicas, sobre todo si las lecturas posibles sobre el territorio tienden a proponer formas de análisis dispares. En otras palabras, estos mismos términos -comenzado por el de territorialización- pueden ser trabajados desde enfoques que, en ciertos casos, resultan inconexos o contradictorios; sin embargo, guardan coherencia interna al utilizarlos como herramientas de análisis capaz de dar cuenta de diversas trayectorias en espacios variados.

En un trabajo sumamente inspirador, Rogerio Haesbaert (2011: 31-82) sintetiza la problemática del concepto territorio al punto tal que, atravesado por diferentes disciplinas y teorías, pueda ser comprendido como “territorios-redes”, “territorios-físicos”, “territorios-productivos”, “territorios-animales”, entre otros. Este problema conceptual es, en rigor, un punto de partida a resolver sobre la manera en que nos acercamos al espacio y, por supuesto, a la forma en que nosotros también territorializamos nuestros análisis.

Mi acercamiento a Pulmarí -Departamento de Aluminé, Neuquén; Mapa 1- se basó en tres aspectos centrales y complementarios: el trabajo de archivo en repositorios documentales; el trabajo de campo con las comunidades mapuche, con antiguos pobladores y con funcionarios de la Corporación Interestadual Pulmarí (en adelante, CIP), y trabajo en el territorio por medio del conocimiento directo del lugar estudiado.1

Mapa 1

Ubicación de Pulmarí, departamento de Aluminé, provincia de Neuquén, Argentina.

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Es a partir de este último punto que los anteriores cobran relevancia territorial. Estos pasos son los que nos permiten territorializar Pulmarí en un cuerpo múltiple, yuxtapuesto, conflictivo y tensionado. El territorio adquiere movimientos que lo ponen en pugna. Lefebvre (2008) analiza al territorio como un espacio tensionado por las relaciones sociales de dominación y apropiación que allí se disputan -relaciones políticas, económicas, culturales, entre otras-; pero el territorio también es en sí un actor en ese juego de relaciones. Hay afectos, memorias, traumas, conexiones y silencios en ese lugar, en ese territorio que, en contexto, me conforma y conformo (Massey, 2012: 112-214).

Entre los años 2001 y 2018 realicé viajes regulares a la región de Pulmarí,2 donde pude dar cuenta de un fenómeno que, en inicio, consideré una particularidad local: Pulmarí era “muchos territorios” en un único espacio físico. Esta percepción inicial, hoy, se presenta como una forma potencial de pensar los territorios más allá de Pulmarí. En otras palabras, trabajar los movimientos incluyendo la profundidad del pasado, sus conexiones con la urgencia del presente, sin dejar de pensar las proyecciones futuras.

La densidad temporal coloca a Pulmarí como la región de Reuque Curá, lugar de nacimiento de Namuncurá (Villegas, [1881] 1977; Guevara, 1902; Clifton Goldney, 1963) y lugar de memoria a partir de la llamada “la batalla de Pulmarí” ocurrida en 1883 (Walther, 1964; Moyano, 2007). Será también tierra de refugio de muchas parcialidades mapuche “corridas” por el avance militar desde la región pampeana y espacio donde se conformarán nuevas comunidades tras la conformación del actual territorio argentino.

Hacia finales del siglo XIX, el perito Francisco Moreno ([1897] 2004) describe la región como una de las vegas más hermosas de la Patagonia. Para esta misma época, Pulmarí será entregado en concesión a la familia Miles (Mapa 2) que instala la Estancia de Pulmarí Co. Ldt. (Blanco, 2007; Papazian, 2013).

Mapa 2

Plano general de la subdivisión interna de la concesión C. A. Miles y Cía. Gobernación del Neuquén.

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Es, también, espacio cedido al Parque Nacional Lanín (1947-1953) y campo de entrenamiento militar y de reproducción ganadera del Ejército Nacional (1952-1989) (Papazian, 2013). Y, desde 1989 hasta la fecha, se conformará el ente estatal ya mencionado; la CIP.3 Este territorio tendrá cierta visibilización hacia mediados de la década de 1990 a partir del conflicto producido por la ausencia de políticas territoriales reivindicatorias para con las comunidades mapuche de la zona, siendo que la CIP debía cumplir con el objetivo de entregar tierras aptas y suficientes a las comunidades (Carrasco y Briones, 1996; Briones y Díaz, 1997; Papazian, 2013). Observamos que dicho conflicto es la expresión de una suma de tensiones por el acceso a un territorio que, de forma constante fue poblado, transitado y marcado por familias y comunidades mapuche. Entonces, los territorios que conforman a Pulmarí se construyen bajo los ejes tiempo-espacio, pero estos ejes están lejos de ser excluyentes. Lo que a primera vista se nos presenta como “el paso del tiempo” puede ser pensable como yuxtaposición de experiencias que emergen e irrumpen en determinado momento. Una mera labor descriptiva o un trabajo de archivo que no se permita un cruce interdisciplinario perderían de vista los territorios que hacen y son Pulmarí.

Volviendo al plano de lo teórico, Deleuze y Guattari (2009: 222 y ss.) observan que el proceso de expansión capitalista junto al de conformación de entidades estatales generan la potencia desterritorializadora a partir de constituir trabajadores en relación con un capital capaz de comprar su fuerza de trabajo. Tanto el proceso de expansión del capitalismo como el de ciudadanización de la población permiten desterritorializar el capital financiero y la fuerza de trabajo. Sin embargo, esa desterritorialización implica una reterritorialización al menos contingente. Si llevamos al extremo la potencia desterritorializadora, podríamos caer en una suerte de desterritorialización inmanente, constante. Entonces, generaríamos una percepción de desterritorialización absoluta; una suerte de fin de los territorios u ocaso de las concepciones territoriales a partir de pensar en un todo indiviso, en constante movimiento y sin capacidad de anclarse en el espacio (Badie, 1995 en Haesbaert, 2011: 18-23; Virilio, 2006). Este planteo no da un panorama capaz de explicar la desterritorialización, no como parte de un proceso sino como una condición de época que carece de vinculaciones directas con otros eventos reterritorializadores. La idea de desterritorialización, entonces, se nos manifiesta en relación con la dominancia de redes virtuales globalizadas en donde lo global carece de territorio y las redes se observan sólo como velocidades e intensidades que implicarán el fin de los territorios. Nada más lejos de nuestro análisis que el de pensar la desterritorialización absoluta a partir del plano de la inmanencia. Retomando el planteo de Deleuze y Guattari ([1980] 1997), nuestro punto de partida está anclado en procesos sociales -expansión del capitalismo y de la forma estatal- que poseen la capacidad de generar territorios a través de las relaciones sociales que se vinculan a él y en la que estamos inmersos. Con esto no negamos la desterritorialización, ni la reterritorialización; pero sólo podremos explicarla a partir de procesos concomitantes de des/re/territorialización también pensables como multi-territorializadores (Haesbaert, 2011: 84-117). De ahí la importancia de habitar -aunque sea de forma coyuntural- los lugares, de ahí la necesidad de territorializarnos.

Teoricemos a partir del campo. Observamos la multiplicidad territorial e histórica de Pulmarí a partir de la emergencia del conflicto de Pulmarí en el invierno de 1995. Dicho evento no sería comprensible sin las promesas incumplidas y las irregularidades en la entrega de tierras a concesionarios privados por parte de la CIP (Carrasco y Briones, 1996; Papazian, 2008). A su vez, la forma que adquirió el reclamo territorial no puede esquivar capas de historias y memorias locales que se conectan entre sí bajo el aparente orden estatal. Es a partir de una lectura crítica de la historia del territorio donde los eventos epitomizantes nos guían a pasados traumáticos que reconfiguran y posicionan el agenciamiento de las comunidades y organizaciones mapuche a través de la recuperación territorial. En tal sentido, observamos que resulta imposible comprender los reclamos territoriales mapuche sin las memorias locales, sin los traumas históricos y sin la dinámica territorial que se genera en dichos espacios a partir de las relaciones sociales, las pujas de poder, las formas violentas y legitimadoras del Estado y las marcas de racismo y xenofobia que se activan de forma persistente hasta nuestros días. Pero, en el mismo sentido, consideramos impensable la práctica de recuperación en Pulmarí sin un contexto mayor que nos permita incluir en este proceso la visibilidad y la legitimidad conseguidas por diferentes pueblos indígenas en Argentina a partir de la década de 1990. Lo dicho marca un punto dinámico entre las formas de marcación territorial estatal y capitalista -distinguible en la cartografía, las mensuras y los alambrados- y las respuestas generadas desde la población local por medio de los mapas orales constituidos a partir de las memorias sociales y las experiencias en y desde el territorio (Papazian, 2009; Arias, 2010; Mansilla Quiñones et al., 2019). Por otra parte, vale la pena recalcar el accionar del Estado en tanto entidad des/re/territorializadora por excelencia a partir de la fijación de “lugares” a través de la elaboración de cartografías oficiales (Lois, 2002 y 2014; Harley, 2005: 185-207), la construcción de leyes enajenadoras de territorio, de caminos e infraestructura que vinculan algunos lugares con otros -aislando lugares antes conectados-; pero el Estado también es parte del proceso desterritorializador a partir de conquistas, la creación de fronteras y jurisdicciones políticas, etcétera. Sin embargo, la idea de territorialidad total -control, apropiación y administración de recursos físicos y simbólicos, así como de construcción unívoca de las relaciones sociales- se fisura en el territorio al observar tensiones, conflictos y prácticas impensables desde el propio accionar estatal. Es una dialéctica entre prácticas rizomáticas y prácticas molares (Deleuze y Guattari, [1980] 1997) lo que, en buena medida, multiterritorializa a los lugares.

Entramos al cruce de lo temporal y lo territorial. Las prácticas de recuperación territorial no son mera (re)territorialización sino una territorialización situada en el tiempo pasado-presente-futuro particular, en las memorias y en las experiencias colectivas de un lugar determinado.

Se podría afirmar que la recuperación territorial es posterior al proceso de (re)territorialización y, por lo tanto, no lo contiene de manera necesaria. Es decir, una expresión multiterritorial puede devenir en “tirar los alambrados y recuperar territorio” como sucedió en Pulmarí, pero también puede devenir en otras formas de territorialización que no necesariamente se expresen de tal forma. La multiterritorialidad está signada por la condición de ser parte en ese territorio y esa variable -“ser parte”- incluye a mapuche, a criollos, a nuevos inversores, a funcionarios de la CIP, al estado municipal, al provincial y al nacional en un mismo territorio, que son muchos. En algún punto el trabajo académico sobre mil territorios llamados Pulmarí me hizo parte de esa multiterritorialidad. Veamos, entonces, una proposición metodológica.

Investigación y territorios

Un primer movimiento en mi labor de investigación implicó salir de Buenos Aires, atravesar más de 1.400 kilómetros de ruta y llegar a la región de Pulmarí. Este movimiento se configura a partir de conocimientos históricos en torno a la expansión estatal, conectando mi itinerario con los de resistencia y despojo mapuche. Cualquier ruta que se utilice pasa por lugares que están territorializados en la memoria de los actuales pobladores de Pulmarí y en las memorias documentales del estado nacional. Avanzo con mi auto por Mercedes -frontera en 1779-; cruzo, en cualquiera de sus puntos, el río Salado -frontera en 1822-; sigo por Bragado, Tapalqué o Azul -frontera en 1826-; voy por Bolívar, Lavalle o Fuerte Argentino, en las cercanías de Bahía Blanca -fronteras en 1874-; atravieso Italó, Trenque Lauquén; Guaminí o Puán -fronteras en 1876/78-…es fuera de Pulmarí donde Pulmarí comienza a ser territorio.4 Pulmarí es exterioridad creada por los avances estatales, pero también es interioridad a partir de los actores sociales que viven y experimentan un devenir cotidiano en dicho lugar…Pulmarí también es mi propio afecto y trabajo, condición que me posibilitó conocer y observar ese espacio múltiple, contradictorio y necesariamente inacabado…

Lo dicho en el párrafo anterior es una práctica usual y casi obligatoria para aquellos que inician estudios en regiones que no son las cotidianas; sin embargo, la actitud reflexiva con respecto a las mismas queda, la mayoría de las veces, por fuera de nuestro propio análisis. En tal sentido, la propuesta de iniciar la investigación a partir de la propia des/re/territorialización nos ubica en un plano cartográfico que comenzamos a configurar a partir de nuestras propias experiencias.

En gran medida el trabajo de investigación estuvo tensionado por los pasados, los presentes y los futuros en un espacio particular y múltiple...la contradicción como motor en la investigación resultó sumamente necesaria. De ahí la importancia metodológica de interrelacionar y ponderar diferentes tipos de narrativas y fuentes sobre la región. Desde memorias locales hasta fotografías históricas, desde cartografía de época hasta mapas virtuales confeccionados con y por las propias comunidades mapuche, desde documentos estatales hasta recortes periodísticos...Esta labor de investigación crea, también, territorios y en dicho quehacer la práctica de transitar, conocer y respirar el espacio físico es también una forma de generar una forma de territorialidad laxa sobre Pulmarí. En tal sentido este tipo de metodología se fue haciendo en el campo, en el archivo, en mi propia casa, pues involucró la posibilidad de vincular un cuerpo documental espacialmente disperso, variado y desconectado por el devenir del tiempo y las prácticas socio-burocráticas. A modo de ejemplo, si en nuestro trabajo podemos vincular diversos mapa cartográficas, con documentos estatales escritos, con fotografías de la “conquista”, con memorias de los abuelos, con un conflicto judicializado, con una recuperación territorial mapuche, con la llegada del ejército argentino, con la instauración de fronteras, con una editorial del diario Río Negro, con nuestra propia percepción en el terreno…entonces estamos en condiciones de hacer territorios en espacios que, a primera vista, se observan quebrados, dispersos, tabicados, “alambrados”.

Si pensamos la labor de archivo como un trabajo territorializador podremos observar cómo los documentos escritos no sólo son capaces de describir un lugar sino también de inscribirlo, crearlo, normalizarlo y fijarlo en lo que hemos denominado “mapas-calcos” (Papazian, 2013). En contraposición, pero bajo la crítica deleuziana, observamos la constante emergencia de los “mapas-rizomas” a partir de yuxtaponer otros sentidos territoriales generados en base a experiencias directas en el territorio y situaciones específicas que desencadenan tensiones y conflictos presentes -pérdida territorial, privatizaciones, aparición de capitales e industrias extractivas, marginalización, “extranjerización” de grupos subalternos y xenofobia, nuevas formas de recuperaciones territoriales, judicialización y desalojos compulsivos, etc. El tipo de interpretación rizomática nos permite pensar en conexiones múltiples que impiden cualquier tipo de reproducción “calco”, pues la mera reproducción destruye el rizoma al fijarlo, clasificarlo y jerarquizarlo. Los mapas-rizomas otorgan sentidos y pluralizan el espacio-social. Son formas particulares (in)constantes y desiguales entre sí. En tal sentido, y siguiendo a Haesbaert (2011: 284), la multiterritorialidad es:

resultante no sólo de la superposición o imbricación entre múltiples tipos de territoriales […] sino también de su experimentación/reconstrucción en forma singular por parte del individuo, el grupo social o la institución. A esta reterritorialización compleja, en red, con fuertes connotaciones rizomáticas, o sea, no jerárquicas, les damos el nombre de multiterritorialidad.

Si bien Haesbaert (2011: 283 y ss.) conceptualiza la multiterritorialidad en espacios urbanos y contextos presentes, nuestro análisis redimensiona el aporte teórico en espacios rurales -como el de Pulmarí- y amplía la potencialidad del pensamiento multiterritorial a partir de procesos de larga duración, donde los eventos conflictivos se manifiestan como emergentes en el territorio.

Entonces, la multiterritorialidad es una forma de pensar el territorio o, mejor dicho, es una manera de comprenderlo que incluye el control efectivo y simbólico del mismo, además de los rizomas -las memorias locales- y sus pliegues. Repensando construcciones territoriales que, desde diversos lugares, pueden mantenerse de forma coexistentes/yuxtapuesta pero que, ante situaciones de tensión o conflicto, colisionan generando nuevos paisajes en un mismo territorio.

Diversos trabajos que analizan las formas de conformación territorial y su relación con los procesos históricos nos permiten observar la importancia de metodologías que incluyan la construcción territorial a partir de cartografías sociales y procesos situados en un espacio determinado; así como la potencialidad de la construcción de mapeos colaborativos (Palladino y Álvarez Ávila, 2018: 96-111; Salamanca, 2011) sobre las tensiones identitarias que se generan en las disputas territoriales que se ven mediadas por agencias indígenas, actores privados e instituciones estatales, produciendo movimientos des(re)territorializadores en donde los imaginarios sociales se nutren de procesos de despojo y alienación territorial (Gordillo, 2010: 207-236). Muchos de estos análisis, de forma directa o tangencial, retoman la noción de multiplicidad territorial siendo el espacio entendido en una yuxtaposición de sentidos, ya sea como territorio excluyente/privado, ancestral/histórico, traumático/precario y/o en tensión y conflicto.

Veamos lo dicho a través de un ejemplo. En mi trabajo de campo, en la región de Ñorquinco, actualmente bajo la jurisdicción de la CIP y del Parque Nacional Lanín, pude tomar registro de una serie de memorias relacionadas a desalojos de familias mapuche de la comunidad Catrileo -hoy comunidad Ñorquinco- acontecidos a mediados del siglo XX, y llevados adelante por funcionarios del Parque Nacional Lanín. Al cotejar dichos eventos con las Memorias editadas por Parques Nacionales puede acceder al discurso de “estado de bienestar” propio de la época, el cual implicaba una solución para los pobladores del norte del Parque Nacional Lanín quienes eran reubicados en el Anexo Pulmarí, lugar destinado para el pastaje de sus animales.5 Lo que en las memorias se recordaba como un despojo territorial era observado como una solución social, a la par que se protegía al medio ambiente dentro del Parque Nacional. El territorio era percibido por la agencia estatal y por las familias de la comunidad Ñorquinco de una forma totalmente distinta y las historias y memorias que se transmitían eran igualmente disímiles.

Tras revisar las Memorias de Parques Nacionales continué la labor de archivo en dicha institución, pudiendo obtener las fichas de los pobladores que habían sido expulsados del norte del Parque Nacional Lanín.6 Estas fichas, confeccionadas a mediados del siglo XX, tenían diversos datos de los habitantes de la zona: su condición de indígenas y/o chilenos o argentinos, cantidad de animales, hijos, tiempo de ocupación previo y órdenes de desalojo. Cada ficha describía una familia, en tal sentido cabe llamar la atención sobre la cantidad de las mismas habiéndose contabilizado un total de 85 fichas, de las que más de 50 corresponden a población indígena con un número importante de hijos.

Estos pobladores serán expulsados del Parque Nacional Lanín y, oficialmente, llevados al Anexo Pulmarí. Sin embargo, hay sólo unos pocos registros efectivos de la llegada a Pulmarí de la población desalojada, en contraposición se encuentran memorias sobre el traslado forzado, la pérdida territorial, la desestructuración de la comunidad Catrileo y una creciente pauperización de las familias que se trasladaron a otros sitios como el pueblo de Aluminé (Papazian, 2013: 243-297; Papazian, 2019: 80-96).

Estas formas de recordar hacen a los territorios, pero no quitan potencia al relato estatal sino que lo yuxtapone y le otorga otra dimensión. Esta otra dimensión se reactivó cuando la comunidad -otrora Catrileo- comenzó a reorganizarse bajo el nombre de Ñorquinco, en un proceso de recuperación territorial7 que reactivó estas memorias traumáticas. Sin entrar en un análisis profundo sobre la conformación de la comunidad Ñorquinco, cabe comprender la relación entre el territorio vivido, el despojo y pérdida al que fueron sometidos y su renacer en el contexto del conflicto de Pulmarí de mediados de la década de 1990 allí puede observar una colisión de territorializaciones yuxtapuestas que, hasta ese momento se habían mantenido colindantes.

De igual modo, podríamos repensar las formas de territorialización generadas a partir de los expedientes de mensuras que se labran a fines del siglo XIX en los que se entrega Pulmarí a la familia Miles,8 o para la cartografía oficial levantada por el Instituto Geográfico Militar a mediados de la década de 1930.9 En ambos casos Pulmarí queda inserto en un territorio-representación estatal-capitalista, que crea percepciones específicas sobre estos espacios: su utilidad económica, sus recursos naturales, sus límites políticos, su toponimia, su altura barométrica, su flora, su fauna y la presencia de puesteros -indígenas.10 Sobre este último “dato” vale la pena detenerse, pues la presencia de habitantes no nos dice más que eso…homogeniza el paisaje, lo ordena, pero si podemos hacer que el “dato” se transforme en pregunta, entonces podremos trazar trayectorias de familias, historias locales en relación con y desde el territorio.

Avanzo con mi auto saliendo de Pulmarí -campañas militares en 1881 y 1883, imágenes de Encina y Moreno 1883, antiguos territorios de Reuqué Cura, lugar de nacimiento de Namuncurá-…voy por Primeros Pinos -imágenes de Encina y Moreno 1883-, llego a la actual capital neuquina, voy hacia Colonia 25 de Mayo, transito por la Ruta 20 -conocida como la ruta “Conquista del Desierto” o “del Desierto”- llego a Chacharramendi y me dirijo a General Acha y a Santa Rosa…de allí a Trenque Lauquén -fronteras en 1876-1878- vuelvo a Buenos Aires. Es, también, desde Pulmarí donde Pulmarí comienza a ser territorio. Pulmarí es interioridad creada por los antiguos pobladores mapuche y por la posterior llegada de “pioneros”, pero también es exterioridad a partir de los avances estatales… Pulmarí no deja de ser afecto, memorias y trabajo personal en archivos y en el territorio…

Conclusiones

A modo de cierre, propusimos en este artículo una forma específica de estudiar los procesos de territorialización partiendo de una situación históricamente situada. Reflexionamos en torno al uso de los conceptos multiterritorialización y territorialización yuxtapuesta; a la par que proponemos la necesidad de teorizar desde marcos interdisciplinarios y a partir del trabajo de campo. Estas claves son las que, en cierta medida, nos territorializan en la labor de investigación.

La potencialidad multiterritorializadora, en tanto concepto teórico, adquiere cuerpo a partir de la práctica etnohistórica actualizando conflictos, tensiones y alianzas que, con otros actores en juego, podrían rastrearse en periodos previos al control estatal. El trabajo presentado busca desmarcarse de aquellos que observan la molaridad del poder estatal como un elemento estable y coherente, así como de aquellos que marcan la ausencia de agencia indígena tras los avances militares y privados desde fines del siglo XIX en adelante. No negamos el corrimiento de los márgenes de acción tras dicho evento, ni el establecimiento de límites, pero aún en los márgenes -o más precisamente en los márgenes- la agencia indígena se observa posible. Más aún, la posibilidad de pensar los territorios yuxtapuestos nace del trabajo de campo, donde las alambradas son obstáculos pero nunca un imposible, donde las marcas territoriales están por fuera del “mapa-calco” y donde los parajes son líneas de fuga capaces de contar otras historias.

Mi labor de investigación sobre la región de Pulmarí se presenta como una excusa válida para repensar una propuesta metodológica sobre las percepciones territoriales, más allá de la particularidad de los conflictos aquí mencionados a modo de ejemplos. Observamos que es imposible comprender los reclamos territoriales sin las memorias locales, sin los traumas históricos, sin los archivos documentales y sin la capacidad reflexiva del investigador.

De ahí la importancia de analizar los pliegues en las historias de un territorio, pues esos mismos pliegues son, también, el territorio. En otras palabras, son movimientos lo que hacen del territorio un todo esquizofrénico y, sin embargo, coherente. Esta propuesta está enmarcada en la búsqueda de dar cuenta de la pluralidad habitada en el territorio de Pulmarí a partir de la conquista, pero sobre todo a partir del despliegue del Estado y de diferentes políticas que modificaron y modifican el territorio desde fuera y desde dentro del propio espacio social. En algún punto comprendemos que la pluralidad nos impide la síntesis, pues ante la síntesis encontramos líneas de fuga que se disparan hacia otros territorios, otras memorias y otras historias. Pensar los territorios desde esta perspectiva nos obliga a trabajar con una densidad temporal, una ruptura de los límites regionales y, finalmente, una yuxtaposición espacial. Comprender al territorio -múltiple- nos permite analizar una casa, un río o un océano por fuera de su fijeza estructural y de su unicidad, para comenzar a ser entendido a partir de sus múltiples memorias, historias y agenciamientos. En esa multiplicidad nos movemos, sin por eso dejar de sabernos parte de dinámicas y políticas que pretenden fijarnos en un espacio y tiempo.


Bibliografía

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Notas

[1] La CIP es un ente estatal autárquico creado bajo la ley 23.612, promulgada en octubre de 1988; está gobernado por un Directorio conformado por ocho miembros: cuatro representantes del Poder Ejecutivo nacional, tres del provincial y uno por las comunidades mapuche de la región. Un análisis posible sobre dicha ley en Papazian (2008).

[2] Los primeros viajes realizados estuvieron vinculados con lo que, de forma burguesa, podemos denominar “viajes de placer” o turismo; desde el 2007 en adelante mi acercamiento a Pulmarí estuvo cruzado por la tesis doctoral que, en esos momentos, estaba iniciándose (Papazian, 2013).

[3] Esta serie de datos cronológicos busca generar una densidad temporal en un espacio territorial acotado. Cada uno de estos “momentos” del pasado-presente de Pulmarí fue analizado en la tesis citada.

[4] Las localidades, ríos o puntos mencionados fueron, durante buena parte de la historia del Río de la Plata, zonas de frontera con el “indio”. Dicha mención busca ilustrar el movimiento del propio investigador más que de profundizar sobre los estudios específicos de estas fronteras.

[5] Memoria General de la Administración de Parques Nacionales. Años 1946-195. Biblioteca central y centro de documentación “Perito Francisco P. Moreno”. APN. Sede Central. CABA.

[6] Administración de Parques Nacionales. Programa Pobladores y comunidades. Fichas “Pobladores del anexo Aluminé”. Sede Carlos Pellegrini 657, CABA.

[7] Entendemos por “recuperación territorial” una práctica política concreta a partir de la cual el territorio no es sólo un lugar de disputa por acceso a un recurso sino que comprende parte de un reclamo históricamente situado a partir de eventos relativos a un pasado traumático -de despojos, desalojos y violencia estatal. En ese sentido, el reclamo presente sienta bases en una larga trayectoria donde el espacio es territorializado como un lugar de pertenencia y reproducción cultural, transformando la recuperación en una acción colectiva y afectiva vinculada con la cosmovisión e historia de actores mapuche (Tricot Salomón, 2018).

[8] Dirección Provincial de Catastro e Información Territorial de la provincia de Neuquén. Archivo. Duplicado de Expediente de Mensura N° 16, “Colonias de Aluminé concedidas a los señores C. A. Mansilla y C. A. Miles”. Buenos Aires, 18 de julio de 1892; firmado por el agrimensor Emilio Candiani.

[9] Instituto Geográfico Militar -hoy Instituto Geográfico Nacional. Hojas 3972-17 y 3972-23-2, fechadas en 1946 y 1949 respectivamente pero confeccionadas a partir de información “levantada” en 1934/36.

[10] Es interesante observar la riqueza descriptiva y los juicios de valor que se observan en el expediente confeccionado por el ingeniero Candiani; a su vez, las hojas cartográficas del IGM contienen los nombres y la ubicación de diferentes “puesteros” y fiscaleros indígenas de los que pude dar cuenta en el trabajo de campo, recorriendo Pulmarí y conociendo a sus actuales habitantes, hijos y nietos de aquellos puesteros consignados en la cartografía estatal (Papazian, 2009 y 2013).