0009-0004-4121-6315 Gabriela Llamosas[1]
The rituals of Teamsters. An ethnographic perspective of the production of union legitimacy
Os rituais dos caminhoneiros. A produção da legitimidade sindical a partir de uma perspectiva etnográfica
Los procesos de organización y movilización sindical son fundamentales para comprender cómo se producen las relaciones de representación al interior de los sindicatos. Mi interés particular está centrado en el sindicato de Camioneros, una organización que desde hace aproximadamente cuarenta años se convirtió en un factor de poder y de negociación colectiva destacado en Argentina. Tal como plantea Pontoni (2013), el crecimiento del sector del transporte automotor de cargas y otros servicios asociados a este -por ejemplo, logística, almacenamiento y distribución-, así como la privatización de ciertas áreas como la recolección de residuos, el correo y el transporte de caudales, permitieron que la estructura organizacional de Camioneros se fuera complejizando y ampliando.
Camioneros tuvo un importante período de expansión a lo largo de las décadas del noventa y 2000, lo cual le permitió ampliar su capacidad de negociación y movilización. Desde 1987, Hugo Moyano es el secretario general del sindicato, y su hijo mayor, Pablo Moyano, el secretario adjunto. Las características que adquirió la construcción del poder de Camioneros bajo el liderazgo de Hugo Moyano ha generado interés político, lego y académico. ¿Cómo hizo para expandirse? ¿Por qué tiene tanto poder? ¿Por qué genera rechazo de ciertos sectores de la sociedad y a la vez cierto consenso sobre su eficiente capacidad de negociación a favor de sus representados? En otros trabajos me he interesado puntualmente en la producción de las dirigencias en relación con el accionar sindical en términos de negociación colectiva (Llamosas, 2015, 2017a, 2017b).
En las últimas dos décadas hubo una gran cantidad de estudios que analizaron específicamente la revitalización del sindicalismo a partir de la asunción de Néstor Kirchner en 2003, momento a partir del cual comenzó a consolidarse el protagonismo del sindicato de Camioneros y de sus principales dirigentes en la escena política del país.
Senén González (2021) plantea que la noción de revitalización sindical puede extenderse al gobierno de Cambiemos (2015-2019) en tanto en su transcurso las alianzas entre sindicatos y movimientos sociales y entre sindicatos y partidos políticos. En relación puntualmente con la acción sindical de los trabajadores vinculados al sector del transporte, hay investigaciones recientes tales como las de Rebón, Súnico y Hernández (2020), que analizaron los repertorios de acción colectiva de ferroviarios y petroleros; y la de Cufré y Miguel (2021) sobre disputas sindicales del sector aeronáutico durante la pandemia. El sindicato de Camioneros también ha concitado el interés en distintas investigaciones (Badaró, 2000; Armelino, 2005; Benes y Fernández Milmanda, 2012; Pontoni, 2013; Anigstein, 2015; Aldao, 2021). Teniendo en cuenta toda esta producción, hay una cuestión sobre la que me propongo ahondar en este trabajo: cómo se produce una dirigencia legítima en el marco del accionar sindical.
En el presente artículo analizo tres eventos, cuya descripción etnográfica me permite plantear cuáles son las características que estos tienen en común y de qué manera pueden ser interpretados conceptualmente como acciones ritualizadas y, a su vez, en la producción de la legitimidad de los dirigentes. Si bien a lo largo de mi trabajo de campo he registrado y documentado muchos actos, manifestaciones, encuentros y celebraciones que organizó el sindicato, seleccioné tres que resultan significativos para describir y analizar el modo recurrente en que se desarrollan esas actividades. Concretamente: un acto por el Día del Trabajador, la conmemoración del natalicio de Eva Perón y el festejo del Día del Niño. Todos sucedieron durante el año 2018, en un contexto de conflicto político entre el Sindicato de Camioneros y el gobierno nacional.
En el año 2015 fue electo presidente Mauricio Macri luego de la conformación de la alianza Cambiemos, entre la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica (CC) y el partido Propuesta Republicana (PRO), fuerza dominante de la coalición. Luego de su asunción como presidente de la Argentina, distintos actores del movimiento sindical se congregaron en un proceso de movilizaciones que se fue intensificando a medida que avanzó la concreción de una serie de políticas que perjudicaron ostensiblemente a la clase trabajadora. Las primeras medidas del gobierno apuntaron a liberalizar la economía y suprimieron aranceles a las exportaciones e importaciones, liberaron la venta de dólares de manera indiscriminada y suspendieron los subsidios de los servicios públicos (electricidad, gas, agua, transporte). Las consecuencias del modelo político y económico propuesto por el gobierno tuvieron una respuesta por parte de distintos sectores de la sociedad.
En diciembre de 2017, luego de las elecciones legislativas realizadas en toda la República Argentina, el gobierno nacional anunció la intención de sancionar leyes de reforma laboral, tributaria y previsional. Algunos días antes de que el proyecto de reforma laboral ingresara en el Senado, Pablo Moyano hizo una declaración que luego fue replicada durante los dos años siguientes por los dirigentes del sindicato: dijo que esperaba que esta ley no fuese como la “Banelco”, refiriéndose a la oportunidad en que el gobierno de la Alianza que encabezaba Antonio de La Rúa en el año 2000 fue acusado de ofrecer coimas a senadores para que votaran, justamente, una ley de reforma laboral. Luego de este hecho puntual, distintos sectores del sindicalismo argentino avanzaron en un proceso de movilizaciones que se intensificaron entre 2018 y 2019, y de las cuales Camioneros fue uno de sus principales organizadores y protagonistas. Es importante tener en cuenta que el contexto en el cual se desarrollaron todos los eventos que aquí analizo fue uno de conflicto político, que Charles Tilly (1998) define como la presencia en el espacio público de una organización o colectivo que plantea una demanda o reivindicación directa o indirectamente al Estado. Siguiendo a Tilly (1998), el conflicto es subyacente a las relaciones sociales, por lo que toda organización o colectivo tiene un nombre, un sentimiento de pertenencia y simultáneamente se moviliza con el objetivo de conseguir algo en una clave instrumental y/o estratégica.
A partir del análisis de un recorte específico de los registros de campo realizados para la escritura de mi tesis doctoral (Llamosas, 2022), me interesé en problematizar cómo se producen las relaciones internas que son fundamentales para la producción de la representación sindical. Los eventos ritualizados que aquí analizo forman parte de un calendario de actividades que el sindicato ha producido a lo largo de los años. En algunos casos, se trata de conmemoraciones; en otras, de celebraciones o de actos reivindicativos. Dentro de ese calendario, los principales eventos son el Día del Trabajador, el natalicio de Eva Perón, el renunciamiento de Eva Perón, la muerte de Juan Domingo Perón, la muerte de Eva Perón, el asesinato de José Ignacio Rucci, el Día del Niño, el Día del Camionero, las fiestas de fin de año, el mes por la prevención del cáncer de mama y los actos vinculados a las negociaciones paritarias -cuya fecha es variable año tras año-. Estas actividades tienen un denominador común y se enlazan con la capacidad del sindicato de construir su representatividad: a lo largo del artículo, mostraré cómo la producción de la legitimidad del sindicato y de sus dirigentes es clave para comprender su capacidad de negociación y de movilización.
El método etnográfico apunta a conocer lo social a partir del contacto directo y prolongado con las personas que pertenecen al espacio de estudio. Tal como sostienen Balbi y Boivin (2008), “la perspectiva etnográfica podría ser definida como una mirada analítica que da por supuesta la diversidad de lo real y trata de aprehenderla a través de un análisis centrado estratégicamente en las perspectivas de los actores” (Balbi y Boivin, 2008, p. 9). Este modo de aspirar a conocer lo social lo puse en juego cuando realicé trabajo de campo, teniendo en cuenta la flexibilidad a la que se refiere Rosana Guber, que es una de las características más desconcertantes y enriquecedoras de la labor etnográfica (2013, p. 96). Este recorrido fue guiado y negociado permanentemente con mis interlocutores -dirigentes, militantes y asesores del sindicato-. En este contexto participé de una multiplicidad de actividades que esta agrupación organizaba así como de ciertas rutinas que sucedían en su sede central, en el barrio porteño de Constitución, de carácter más cotidiano.
En este artículo presento un recorte tanto en términos de la unidad de análisis -militantes y dirigentes del sindicato de Camioneros con distintos niveles de compromiso y/o responsabilidad- así como de los eventos de carácter extraordinario y no cotidiano que describo, de acuerdo con el objetivo de mostrar que estos tienen aspectos ritualizados cuya función principal es la de generar adhesión al sindicato y a sus dirigentes. En función de ello, apunto a que las limitaciones que este recorte pueda tener, así como de la metodología elegida, tengan su contracara en la potencialidad analítica y explicativa de estos eventos.
Para realizar el análisis, he recuperado conceptos teóricos clásicos en torno a la noción de ritual. Una de las cuestiones que caracteriza a los rituales tiene que ver con su función integradora, cohesiva o de reducción de la disgregación de las sociedades. Emile Durkheim (1982), plantea que los rituales generan respuestas emocionales, y los analiza como un dispositivo que integra y cohesiona la vida social, ligado fundamentalmente a la religión. También Radcliffe-Brown, en Estructura y función de la sociedad primitiva (1986), los analiza como un factor de cohesión de la sociedad. Más adelante, Max Gluckman (2009) propone un enfoque novedoso, al desplazar lo exclusivamente religioso como factor fundamental de lo ritual así como al cuestionar la función integradora en su análisis de los rituales de conflicto.
Puntualmente, para desarrollar el análisis de las escenas etnográficas recupero la propuesta conceptual de Víctor Turner (1980), en cuyo marco analítico ganan centralidad los aspectos cohesivos y armónicos que se manifiestan en los rituales. El autor definió a los rituales como una conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica, y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas. Esta concepción sirve como disparador para analizar el accionar colectivo en eventos, actos o manifestaciones no rutinarios pero fundamentales para construir y manifestar la adhesión al sindicato, que se produce en situaciones en que las personas no asisten “como agregados de individuos sino como personalidades sociales ordenadas y organizadas por muchos principios y normas de agrupamiento” (Turner, 1980, p. 44).
El símbolo es la unidad más pequeña del ritual y una de sus propiedades es la polarización de sentido, porque los símbolos yuxtaponen lo fisiológico (sensorial) y lo normativo (ideológico). Los símbolos rituales unen cualidades opuestas, y en el marco del ritual, es a través de éstos que se produce uno de sus efectos más relevantes: convertir lo que socialmente es obligatorio en deseable. Esto sucede a través de los símbolos porque “las normas y los valores se cargan de emoción, mientras que las emociones básicas y groseras se ennoblecen a través de su contacto con los valores sociales” (Turner, 1980, p. 33).
Distintas investigaciones en ciencias sociales han desarrollado abordajes acerca de la dimensión afectiva y emocional que tiene efectos en los procesos de accionar colectivo. Fillieule y Tartakowsky (2015) analizan concretamente los efectos individuales de los procesos de movilización en tanto acontecimientos políticos, y plantean que las manifestaciones tienen una dimensión ritual por la que se producen ritos de iniciación, de integración y de reorganización ceremonial de los grupos, que generan adhesiones en contextos de movilización política.
Dentro del campo antropológico de estudios del movimiento sindical y sus formas de acción, trabajos como el de Durrenberger y Erem (1997) abordaron la ritualización de la conflictividad en torno a las jerarquías y al poder. Los autores plantean que las situaciones de conflicto y los rituales no reproducen meramente las estructuras sociales, sino que apuntan a construir nuevas relaciones (o nuevos modos de vincularse).
En los trabajos de Sian Lazar (2019) y Julia Soul (2020) también hay un abordaje sobre esta temática a partir de una mirada no instrumental. Lazar analiza las implicancias del accionar sindical en los sujetos políticos y define al sindicato como sujeto colectivo producido en la vida cotidiana a través de la contención. Se vale de eventos rituales públicos y prácticas visuales en la construcción de la sociabilidad politizada. Su planteo resulta de relevancia ya que describe cómo la experiencia colectiva de efervescencia compartida y de identidad grupal confirmada y reforzada a través de eventos sociales y públicos es una manera de demostrar, reforzar y poner en acto la integración del individuo en el grupo así como de crear y recrear al individuo mismo. De esta manera, los eventos rituales ayudan a crear lazos que pueden llegar a ser movilizados en el futuro para defender los intereses de los afiliados (Lazar, 2019, p. 216). El trabajo de Julia Soul (2020) analiza la relación de afiliación sindical desde un punto de vista relacional, no instrumental; y en ese sentido, la relación va más allá de la fábrica o de cuestiones estrictamente sindicales, que evidencian la dimensión afectiva de la representatividad.
A continuación, me concentro en tres escenas significativas para comprender los procesos mediante los cuales el sindicato elabora sus rituales en la producción de su legitimidad. Seleccioné concretamente estas tres escenas porque, con sus variantes, todas son relevantes para analizar los espacios ritualizados en función del rol que ocupan los principales dirigentes del sindicato: Hugo y Pablo Moyano. También resultan adecuadas porque se trata de actividades que no están asociadas a medidas de acción directa del sindicato, más típicamente abordadas en el análisis del sindicalismo. Son momentos en los que el sindicato se produce a partir de conmemoraciones, festejos o reivindicaciones cuya función es fundamental en la producción del sentido de pertenencia y la identidad del grupo, por lo que adquiere sentido que sean estudiados en profundidad.
El 27 de abril fue el día elegido por Camioneros para conmemorar el Día del Trabajador en el año 2018. Un dirigente del sindicato me dijo que eligieron esa fecha porque coincide con la primera jornada de protesta que el sindicalismo había organizado en el año 1979, durante la última dictadura militar. También me contó que habían decidido celebrarlo en el gimnasio Héctor Etchart del Club Ferrocarril Oeste -más conocido como microestadio de Ferro-, y que si bien eran varios los sindicatos que iban a participar del acto, la organización estaba a cargo de Camioneros. Me sugirió que fuera temprano al sindicato ese mismo día, así podía ir con ellos y ver cómo se organizaba todo al interior del gimnasio y el ingreso y la preparación de la militancia.
Llegué a la sede del gremio cerca de las diez de la mañana y fui con un grupo de militantes del sindicato hacia Ferro -en el barrio porteño de Caballito- donde, cerca de las once de la mañana, ya había unas veinte personas encargándose de preparar todo. En ese momento pude hacer una primera distinción de los roles de los allí presentes: por un lado, el dirigente que me había invitado junto con sus colaboradores dentro de la secretaría del sindicato que está a su cargo. Por otro lado, un grupo de veinte personas más que estaban allí para el “armado” de las instalaciones del acto y para “hacer la seguridad”. Hasta ese momento, todos los allí presentes eran varones de entre unos 25 y 45 años. Si bien todos mis interlocutores se consideran militantes del sindicato, existe la categoría de dirigente, que pude distinguir no solo por aquellos que se reconocen como tales, sino por lo que sucede en los hechos concretos: la distinción está marcada en muchos casos por modos de referirse, de dirigirse, de hacer preguntas o de dar órdenes en función de las actividades que se van realizando. En el caso de los dirigentes más relevantes del sindicato, Pablo y Hugo Moyano, estas distinciones se hacen más evidentes, como analizaré en las próximas páginas. Podemos decir que es un modo de relacionarse y de construir el poder sindical tradicional y muy vinculado a la masculinidad.
El gimnasio tiene tres tribunas, que se utilizarían para los militantes de cada una de las organizaciones que participaban del acto. En el piso del gimnasio habían colocado sillas de plástico para los secretarios generales y dirigentes sindicales. Mientras me mostraban esa organización, me explicaron que ya estaba definido cuántas personas ingresaban por sindicato u organización en las tribunas y que también se encontraban distribuidos los espacios que cada uno ocuparía. Con las sillas en el piso sucedía lo mismo: ya estaba acordado quiénes las ocuparían, incluso quiénes estarían en las dos primeras filas, y quiénes en las restantes.
Tanto la ocupación del espacio como la manera en que se dispone esa ocupación, así como los oradores y la posterior difusión de lo sucedido en el acto son tan importantes como el acto en sí mismo. Configuran una parte de la organización del evento que está pautado en esos aspectos especialmente y que tienen una definición precisa. En otras palabras, si bien no es imposible que tenga que haber algún cambio de último momento, los organizadores del acto intentan que esto no suceda. Además, todos esos aspectos organizativos son negociados en distintas instancias entre los distintos participantes del acto, razón por la cual existen compromisos para cumplir con lo pautado, en especial en relación con el uso de los espacios y el orden de los oradores.
Aquella mañana, mientras recorría el lugar con algunos militantes del sindicato, fui comprendiendo cómo se organizaba el acto, y pude observar cómo, a medida que se acercaba el horario de inicio, surgían ciertas tensiones -algunas sutiles- que evidenciaban la proximidad de su desarrollo. Por ejemplo: los espacios cercanos al ingreso, por donde unas horas más temprano podía circular casi cualquier persona sin ninguna identificación, se convirtieron en lugares por los que la circulación estaba restringida. Allí mismo conocí a una asesora del sindicato, que estaba a cargo de garantizar el ingreso de algunos de los secretarios generales de otros gremios a la zona que estaba destinada a tal fin. Si bien ella también se siente militante, su relación con el sindicato es operativa en los eventos en los que participan los dirigentes.
Cada acto o manifestación requiere tomar ciertas medidas de seguridad. Si bien hay algunas pautas que se cumplen siempre, no es lo mismo un acto en un espacio cerrado que una manifestación en la vía pública. También varían los dispositivos de seguridad si la manifestación es solamente de Camioneros o si es conjunta con otros gremios u organizaciones.
Mientras conversaba sobre la organización del acto con un dirigente, este me dijo que siempre que realiza tareas en el gremio, lo hace “en nombre de Pablo y de Hugo Moyano, porque son ellos los que impulsan todo lo que hacemos nosotros, es así”. Este comentario resume uno de los elementos que hacen a la construcción de la representatividad y la legitimación de los dirigentes del sindicato, y muestra sus aspectos más cohesivos y armónicos. Todas las actividades de Camioneros en las que participé, ya fueran actos, acciones de protesta, realización de donaciones, ollas populares o actividades en un comedor popular, se realizan en nombre de Pablo y Hugo Moyano, y de otros dirigentes, cuyas imágenes aparecen en banderas y pancartas.
Una de las cuestiones que descubrí mientras observaba la organización y el armado del acto es la importancia que tiene para los organizadores la estética del espacio. El sector que ocupa cada sindicato u organización no solamente es importante en términos de la cantidad de manifestantes, sino también de cuánto lugar tienen las banderas con las inscripciones y las imágenes de sus dirigentes. Puntualmente en el caso de Camioneros predomina el color verde tanto en las banderas, imágenes y en la vestimenta de sus participantes.
Mientras se terminaban de organizar los detalles dentro del gimnasio, fui junto con la asesora a la puerta del club, donde debía esperar a dirigentes de algunos gremios que necesitaban las pulseras para ingresar al acto. En la puerta, del lado de adentro, pude observar cómo se permitía el ingreso de manera escalonada. En primer lugar, ingresó la columna de Camioneros. Mientras iban ingresando, cantaban:
Cuando terminó de ingresar la columna de Camioneros, lo hicieron el resto de las organizaciones y gremios que participaban del acto. Nosotras decidimos volver a ingresar al gimnasio cuando ya habían entrado la mayor parte de los manifestantes.
El mismo lugar que unas horas antes habíamos estado recorriendo totalmente vacío, en ese momento se encontraba repleto, con los militantes cantando y tocando bombos. A medida que se acercaba la hora de inicio del acto, se evidenciaban tensiones en las zonas de ingreso al gimnasio. En definitiva, el control del ingreso se debe no solo a que no se puede exceder la cantidad de personas que deben ocupar un determinado espacio sino también a qué personas pueden ingresar.
Habitualmente, en los actos en que participa Hugo Moyano, es él el último orador y, además, es el último en ingresar al escenario. Su ingreso es una parte del acto en sí mismo; aunque algunas veces ingrese cuando el evento ya está iniciado, el acto se frena para que los manifestantes festejen ese momento, que es acompañado de cantos alusivos al gremio. En efecto, uno de los momentos en que es más notoria la prescripción de la conducta es a partir del ingreso del dirigente al recinto. En primer lugar, porque el tiempo que lleva el festejo que implica su ingreso, la ovación, y los cantos están particularmente establecidos. Y en segundo lugar, porque luego de eso también están establecidos los silencios para escucharlo y para ovacionarlo.
Ese día, en su discurso, Hugo Moyano se refirió a la relación entre los dirigentes gremiales y los trabajadores que ellos representan:
Los trabajadores acompañan, tienen confianza, están esperanzados. Este conjunto de dirigentes va a dar una pelea, un reclamo para que no nos quiten la dignidad a los trabajadores. Históricamente sabemos que todos los luchadores sociales fueron perseguidos y encarcelados, en todas partes del mundo y en particular en nuestro país. Antes lo hacían con los fierros, ahora con la prensa, con alguna parte de la prensa, como a mí, que me presionan, pero la dignidad supera ampliamente toda la preocupación. (Registro de campo 27/04/2023)
El acto finalizó cuando Hugo Moyano concluyó su discurso y comenzó a sonar por los parlantes “La marcha peronista”. En verdad, ese momento marca el inicio de la desconcentración, cuyo tiempo de duración es variable, pero al menos suele durar media hora. En este caso, mientras los militantes comenzaban a abandonar el lugar, y quienes estaban designados a realizar tareas de desarme comenzaban su trabajo, la tribuna en la que se ubicaba Camioneros seguía con los cantos alusivos y comenzaron a tomarse algunas fotos. Pablo Moyano, pero también otros dirigentes del gremio, se acercaron a la tribuna a saludar y a tomarse fotos mientras cantaban y festejaban. Puntualmente, esto marca una de las cuestiones que hacen a la comprensión de estos eventos en su carácter ritualizado: no forman parte de las rutinas cotidianas, y una de las cuestiones que hace a esta situación es el hecho de asistir a un discurso del máximo dirigente del gremio.
Pocos días después del acto por el Día del Trabajador en Ferro, el 7 de mayo, la Secretaría de la Mujer del sindicato organizó un homenaje por la conmemoración del natalicio de Eva Perón en el que se presentó la obra de teatro Inevitable: pasión y muerte de Eva Perón. Se realizó en el Teatro IFT (Idisher Folks Teater - Teatro Popular Judío), en el barrio porteño de Balvanera. Era la primera vez que yo participaba en una actividad organizada por la Secretaría de la Mujer, hecho que luego tuvo una continuidad cuando, unos meses más tarde, entablé vínculos con varias de las mujeres del gremio y participé de numerosas actividades organizadas por y para ellas . Algo destacable de esta actividad es que de su organización participaban mujeres, pero los asistentes, en su mayoría, eran varones. Esta presencia masculina y las formas ritualizadas de actuar, que describiré a continuación, posiblemente tengan un estrecho vínculo con la composición de la fuerza laboral que Camioneros representa: en algunas ramas (correo, logística y recolección, principalmente) ha crecido mucho la cantidad de mujeres que trabajan en las empresas del sector, pero la actividad está mayoritariamente masculinizada.
Cuando llegué, la entrada al teatro estaba ocupada por miembros del gremio, algunos identificados con camperas de este y otros, no. La dinámica estaba claramente marcada por aspectos que se condicen con una actividad gremial: un micro en la puerta, algunas identificaciones como camperas con el rostro de los dirigentes del gremio y con inscripciones como “La vida por Moyano”. A su vez, había algunas características propias de la entrada a un teatro, marcadas por el uso de maquillaje o de ciertas vestimentas formales, etc. Esta diferencia, luego en el desarrollo de la obra de teatro, se marcó con claridad en la separación de dos espacios: el pullman y la platea. En algún punto contrastantes, entre esos dos espacios transcurrió todo el evento.
Cerca de las siete de la tarde, me invitaron a entrar a la platea, cuando el teatro aún estaba prácticamente vacío. Me senté y observé por un lado, el ingreso a la platea, que era ordenado y escalonado; fueron llegando por grupos pequeños y ubicándose en los asientos. Las primeras tres filas de butacas estaban reservadas, pero las restantes estaban libres. En ese sector del teatro, casi no había nadie con identificaciones del gremio, ni de Camioneros ni de ningún otro. Por otra parte, los comportamientos eran los “propios” del teatro: hablar en voz baja, sin ningún consumo de bebidas o comidas, etc. Mientras esperaba, hablé con la asesora del gremio, que me fue presentando a algunas de las personas que allí ingresaban: dirigentes de organizaciones sindicales, las mujeres que conducen la Secretaría de la Mujer, entre otras.
Por otro lado, el ingreso al pullman tuvo características sumamente contrastantes respecto de las de la entrada a la platea: ingresaron entonando canciones alusivas al gremio y a sus dirigentes, con bombos y banderas, que luego colgaron de las barandas para que fueran visibles. En su mayoría, las banderas tienen inscripciones de alguna de las ramas del gremio o bien del Club Camioneros. Casi en su totalidad tienen imágenes de sus dirigentes. Mientras los lugares dentro del teatro se ocupaban, los participantes cantaban:
Allí arriba circulaban bebidas y cigarrillos que los mismos manifestantes habían llevado consigo, como lo suelen hacer en actos o manifestaciones callejeras. En otras palabras, la estética y las formas de expresarse en ese ámbito no se corresponden con aquello que es esperable dentro de un teatro, pero sí lo eran en términos de un acto del sindicato. Por los parlantes sonaba una versión instrumental de “La marcha peronista”. En el escenario se proyectaba una imagen de la Argentina mezclada con la figura de la cara de Evita e inscripciones de la Secretaría de la Mujer de Camioneros. Una situación muy singular que sucedía entonces fue que casi todos los allí presentes nos dedicamos a contemplar lo que sucedía arriba. Entre tanto, el teatro ya estaba prácticamente completo y fue entonces que ingresaron Pablo y Hugo Moyano, momento que dio inicio formalmente a la actividad.
Cuando todas las personas presentes se habían ubicado en sus respectivos lugares y la preparación había culminado, se apagaron las luces del teatro y hubo unos instantes de silencio. Desde una voz en off comenzó a hablar la locutora del acto, que nombró a Hugo Moyano. En el escenario, ubicado en uno de sus extremos, había un atril con un micrófono preparado para los oradores, previo al comienzo de la obra de teatro.
Hugo Moyano dio un discurso en el que hizo referencias a su propia infancia y al lugar que Evita tuvo para el pueblo, porque “Perón y Evita les dio la posibilidad de llevarle un regalo a sus hijos”. Al finalizar el discurso de Hugo Moyano, la locutora del encuentro anunció que se bajaba el telón para que empezara la obra. Sin embargo, desde arriba seguían cantando y gritando. Cuando comenzó la obra todavía había murmullo y bastante ruido en el lugar, cuestión que fue mermando pasados los primeros minutos, hasta que se hizo un silencio casi total. La obra de teatro relataba la vida de Eva Duarte a partir de dos momentos en el tiempo: por un lado, en la época de juventud de Eva, cuando conoce a Juan Domingo Perón, sus actividades políticas y su relación con la Confederación General del Trabajo (CGT), el acto en el que se pide su candidatura y el histórico renunciamiento. Y por otro lado, Eva en su lecho de muerte y el transcurso de las últimas semanas de su vida entrelazadas con los principales acontecimientos políticos que atravesaban ese momento.
Una vez finalizada la obra de teatro, la atención de todo lo que sucedía volvió a estar sobre Hugo y Pablo Moyano. De hecho, incluso la actriz que interpretaba a Eva Perón se acercó a ellos para pedirles una foto. La culminación de esta actividad se produjo de manera muy lenta y espaciada, ya que muchas de las personas allí presentes se quedaron conversando en la puerta o intercambiando opiniones sobre la obra de teatro. Mientras tanto, los militantes que se habían ubicado en el pullman fueron saliendo de manera ordenada y en su mayoría se subieron a un micro que los esperaba en la puerta.
Entiendo que este encuentro significa una ruptura con la cotidianeidad para las personas que participaron, y a su vez es una instancia sumamente normada y en la que los tiempos y espacios están pautados. Incluso si tenemos en cuenta lo que hace al contraste mencionado entre lo que sucedió en la platea y en el pullman, el comportamiento en ambos sectores del teatro remite a conductas prescriptas y formas de comportarse frente a la presencia de los principales dirigentes del sindicato. Retomando nuevamente el planteo de Turner, cuando un ritual funciona efectivamente, hace deseable lo que es socialmente necesario al establecer una relación correcta entre el sentir involuntario y los requerimientos de la estructura social. En concreto, la efectividad del ritual radica en que la gente es inducida a hacer lo que debe hacer. La acción ritual es parecida a un proceso de sublimación y el comportamiento simbólico “crea” a la sociedad para propósitos paradigmáticos: los paradigmas del ritual tienen la función de impulsar la acción y el pensamiento.
Todos los años, la Secretaría de Organización del sindicato de Camioneros lleva adelante el festejo del Día del Niño en los cinco predios que tiene en la provincia de Buenos Aires -Florencio Varela, General Rodríguez, Garín, Camino de Cintura y Escobar-. Uno de los dirigentes del sindicato me comentó de la organización del evento para todas las familias de los afiliados al sindicato y me invitó, junto a mi hijo, que en ese entonces tenía ocho años, a participar en el festejo que se realizaría en el predio de Camino de Cintura, en el partido bonaerense de Esteban Echeverría. La actividad se realiza de manera simultánea en todos los predios del sindicato y se desarrolla entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde. Unos días antes del evento, el dirigente me había comentado que durante la jornada entregan regalos a todos los niños que asisten y que además hacen sorteos de bicicletas y de estadías para pasar vacaciones en uno de los hoteles que tiene el sindicato en el balneario Monte Hermoso, en la provincia de Buenos Aires.
Cerca de las 9.30 de la mañana llegué al lugar junto con mi hijo y, mientras me acercaba a la entrada principal del predio, observé cómo ingresaban caminando familias que llevaban reposeras y bolsos, conservadoras y equipos de mate para pasar el día allí. Para ingresar, cada afiliado debe mostrar su último recibo de sueldo; mientras que quienes estaban delante mío en la fila hacían su trámite, yo hablé por teléfono con el dirigente que me había invitado y me dejaron pasar. Pasamos por un puesto en el que había muchísimas bolsas con la inscripción del sindicato. Le entregaron a mi hijo una bolsa con un regalo y, cuando avanzamos unos metros más, en otro puesto le dieron un alfajor y un jugo de naranja. A la entrada de la zona habilitada para el festejo se encontraban los baños químicos y un inflable que indicaba el ingreso. A la izquierda había un escenario, debajo del cual había unas 150 bicicletas nuevas que se sortearían a lo largo de la jornada. El festejo se realizó en un sector del predio, que en total tiene alrededor de 17 hectáreas, seis canchas de fútbol, quincho, gimnasio, confitería, caminos internos vehiculares con playas interiores de libre estacionamiento y caminos peatonales.
A los costados, el escenario tenía instalados carteles con la leyenda “Feliz Día del Niño les desea Camioneros”. Desde el escenario, un locutor anunciaba los sorteos que se realizarían durante todo el día y los espectáculos que estaban planeados. Cada vez que hablaba o hacía algún anuncio, finalizaba diciendo que agradecía la presencia de toda la familia camionera en nombre de Pablo y Hugo Moyano.
Además del escenario principal, dentro del espacio destinado para el festejo había una carpa de circo y un espacio con juegos como el “samba”, un simulador virtual, peloteros inflables y una calesita. Mi hijo y yo recorrimos el predio y los juegos mientras ingresaba la gente y se preparaban las actividades. Mientras nosotros recorríamos las instalaciones y los juegos, muchas familias ingresaban y se instalaban en los espacios comunes, y algunos hacían cola para entrar a los juegos o a la carpa para ver el circo. Entre las nueve y las once de la mañana llegó una gran cantidad de gente, todos los juegos se fueron ocupando y se comenzaron a realizar sorteos desde el escenario. Cada vez que alguien ganaba una bicicleta, subía al escenario para recibirla y contaba en dónde y hacía cuanto tiempo trabajaba en la actividad. Entre el mediodía y las cuatro de la tarde, las instalaciones del predio estuvieron ocupadas todo el tiempo. Entretanto, en el escenario se sucedieron espectáculos musicales y de teatro, mientras el resto de las actividades siguieron funcionando.
Sobre el final de la jornada, llegó al lugar Pablo Moyano, que estuvo recorriendo las instalaciones y luego se subió al escenario para dirigir unas palabras a los allí presentes. La semana anterior había estado internado en el sanatorio de la obra social de camioneros en San Justo por un cuadro de presión alta. Dirigió unas palabras a los allí presentes:
Solamente agradecer, felicitar a los delegados, a los militantes por este día bárbaro que hemos pasado y solamente decirles a los compañeros delegados, trabajadores y militantes que hay Moyano para rato, que vamos a seguir defendiendo el trabajo, que vamos a seguir defendiendo el trabajo, nuestro salario y fundamentalmente vamos a seguir defendiendo nuestra dignidad como trabajadores. Así que compañeros, felicitaciones a los chicos, y a los compañeros a prepararse, que se vienen momentos de lucha. Muchas gracias. (Registro de campo, 20/08/2018)
El discurso de Pablo Moyano marcó el final de las actividades propuestas en el predio. Algunas familias ya se habían retirado, y lentamente el lugar fue desocupándose.
El Día del Niño, si bien fue una actividad centrada en los festejos y los juegos, a su vez es parte y produce al sindicato en términos de la construcción de la legitimidad de las acciones gremiales y de sus dirigentes. En este punto, a pesar de no convertirse en aspectos centrales de la jornada, la mención del locutor del evento a Pablo y Hugo Moyano en muchas oportunidades, la inscripción del sindicato en las bolsas en que se repartieron los juguetes, y la presencia de Pablo Moyano en el predio para finalizar la actividad, son elementos clave en la construcción de la representación del sindicato y de sus dirigentes.
La producción de estos espacios que denominé rituales tiene un componente fundamental para generar ciertos consensos, que es puntualmente la cuestión emocional: la relación se produce entre las normas y valores propios que propone la organización sindical y que se desarrollan en estos momentos, pero que se cargan de valor afectivo por su contacto con valores compartidos socialmente: las luchas históricas del sindicato, la figura de Eva Perón, el Día del Niño. Y es relevante destacar que en estos momentos de expresión pública no se explicitan abiertamente conflictos, hostilidades, desacuerdos (al interior de la organización sindical).
Haber participado de estos eventos me permitió descubrir cuáles son los aspectos que tienen en común y, fundamentalmente, cuáles son las características principales de los encuentros. Los aspectos más visibles -como las imágenes de los dirigentes en las banderas, remeras y camperas del sindicato, así como los cantos en los que siempre se reivindican sus figuras- son los símbolos en los rituales del sindicato. Además, los usos del espacio y los momentos elegidos para la llegada de los dirigentes, las palabras de agradecimiento hacia ellos y la reivindicación de sus enseñanzas y su fortaleza para encabezar la lucha son instancias clave para comprender los espacios y tiempos pautados para realizar determinadas acciones. Los eventos que analicé en este trabajo, en los que principalmente se expresan o manifiestan cuestiones propias del sindicato en términos sectoriales, son parte de la trama en la que se construye la representatividad de su dirigencia y en los que se produce la legitimación de su accionar colectivo. En este sentido, entiendo que nunca es un proceso acabado sino más bien uno continuo en el que los eventos ritualizados construyen la identidad del sindicato. En este punto, identifico una necesidad de que existan las instancias ritualizadas, que construyen consensos y espacios comunes que finalmente legitiman su el accionar político.
Los eventos rituales que produce y sostiene el gremio construyen de manera continuada en el tiempo el aspecto deseable de las acciones obligatorias. ¿Por qué? Acaso la necesidad de demostrar el poder sindical radica no solo en ocupar una posición estratégica en el mapa gremial, sino también en la necesidad de constituirse legítimamente para producir efectos en términos de la movilización de los recursos de que dispone. En tal dirección, la identificación de los trabajadores tanto con el sindicato como con sus dirigentes y los procesos de movilización de los que participan, son fundamentales en la construcción sindical y también política. En este punto, los símbolos rituales cumplen la función de entrelazar lo normativo y lo sensorial: es justamente allí cuando las normas se cargan de valores emocionales y, a su vez, las emociones toman contacto con las normas para ennoblecer sus aspectos más básicos.
En otro trabajo (Llamosas, 2017a, 2017b) he planteado que la relación de delegación de la representación sindical está en permanente disputa y que se construye cotidianamente, en referencia a que los dirigentes construyen el lugar y el espacio que ocupan de manera permanente, más que establecerse en un lugar fijo. Esto me llevó a cuestionar lo que muchas veces está incorporado en el sentido común académico y lego acerca de la perpetuación de las dirigencias sindicales en general. Si el argumento más usual es que los dirigentes llegan a un lugar de poder, en el cual permanecen casi como una suerte de autoperpetuación, mi trabajo etnográfico me indicó que los dirigentes se construyen como tales, y que, en todo caso, la permanencia en lugares de representación se debe a algún modo de construcción político-sindical, que es necesario analizar, problematizar y cuestionar a partir de la perspectiva de sus protagonistas, pero no responderse a priori. En el caso de Camioneros, en conjunto con otras acciones gremiales, a través de sus rituales teje la trama en la que se produce su legitimidad.
Soul, J. (2020). Las prácticas sindicales en los procesos de reorganización de la clase trabajadora. Indagaciones sobre los trabajadores siderúrgicos desde la antropología del trabajo. En H. H. Palermo y M. L. Capogrossi (Dirs.). Tratado Latinoamericano de Antropología del Trabajo (pp. 823-866). Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Córdoba: CLACSO; CEIL; CONICET; Centro de Investigaciones sobre Sociedad y Cultura (CIECS).