0000-0002-6752-6897 Damián Cruz González[1][*]
Why not think that people can also act and use emotions to releate to others?
Porque não pensar que as pessoas também podem agir e usar as “emoções” se relacionarem com os outros?
En el transcurso de un retiro espiritual que se llevó a cabo en algún poblado de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, comencé a tener hambre, sueño, y me sentía cansado, desesperado y frustrado. Además, experimenté una especie de temor, al pensar que podría quedarme alienado por la influencia del ritual que prepararon los integrantes del Grupo Nuevo Atardecer (NA). Esto provocó, por un momento, que ya no quisiera seguir realizando el trabajo de campo aquí, ya que llegué a sentir que más adelante no tendría la fuerza de voluntad para separarme de esta organización.
Asimismo, después de participar en varios de estos retiros, me di cuenta de que se habían producido ciertos cambios en algunas áreas de mi vida; por una parte, la manera en que había planteado mi trabajo de investigación, debido a que empecé a desechar personas o situaciones, porque se volvieron antiéticas o irrelevantes para mi estudio: se generó en mí una especie de culpa, la cual hacía que no escribiera sobre ciertas situaciones que había visto. Por ello, dejé de formular preguntas que podrían ser relevantes para mi proyecto. Por otra parte, mis emociones se revolvieron y sentí que mi cuerpo comenzaba a imbuirse por los discursos. Así pues, me transformé en vocero de los discursos que escuchaba en ese lugar: mi compañera, incluso, me señaló: “ya te está convirtiendo ese grupo”, porque en ocasiones intentaba explicar varias situaciones apoyándome en estos. De esta manera, me di cuenta que había sido influenciado por ellos.
Me refiero a una organización que es considerada como grupo de autoayuda, y que forma parte de una corriente denominada Grupos de Cuarto y Quinto Paso. Estas agrupaciones surgieron en lo que ahora es la Ciudad de México en el año de 1991, a raíz de un conflicto entre integrantes de un grupo de Alcohólicos Anónimos. Los grupos de cuarto y quinto paso tienen el propósito de tratar a las personas que tienen excesos con el consumo de alcohol, de las drogas, o algún conflicto emocional (como los celos, la envidia, etc.); para esto, emplean un método llamado por los miembros como la experiencia espiritual, también conocido como retiros espirituales.
La experiencia espiritual se basa en escribir un inventario moral del participante; los integrantes denominan a esta acción como “haber ido a escribir”; al que escribe le llaman escribiente. Este retiro puede durar entre dos o tres días (o hasta más), dependiendo de la agrupación. Durante este evento, los implicados tienen que contestar seis preguntas,1 en cuyas respuestas tienen que describir, principalmente, las diversas situaciones trágicas que vivieron con respecto al sexo, en sus relaciones sociales y en lo económico. En estos retiros se pueden observar a personas llorando, gritando, vomitando y vociferando los nombres de las personas que les provocaron algún tipo de daño, así como de los actos (abusos sexuales y físicos) que les causaron perjuicios. Para ser miembro de estos grupos solo se necesita asistir a una reunión; la verdad, no es muy difícil, ya que la mayoría de los integrantes consideran que todas las personas están “enfermas” de algo y necesitan de estas organizaciones.
Así pues, el objetivo de este ensayo propone esbozar una reflexión teórico-metodológica sobre una dimensión afectiva muy particular, a partir de una antropología del poder. Esta se enfoca en diversas dinámicas que hacen posible la producción y reproducción de las relaciones sociales, así como en las negociaciones, tensiones, conflictos, disputas y los intereses personales de las personas que se encuentran en espacios sociales particulares (Escalona Victoria, 2012). Por poder me refiero, particularmente, a la capacidad diferencial de las personas en sus diversas interacciones (con personas, cosas, fenómenos, espacios, etcétera) para producir, consciente o inconscientemente, un ambiente de actuación afectiva, la cual incluye diversas estrategias afectivas.2
Esta propuesta nos permitirá, por un lado, observar cómo las emociones pueden ser utilizadas (en diversas formas) y actuadas por las personas para alcanzar diferentes propósitos materiales, simbólicos o de otra índole, además, que es parte de la manera de relacionarse en los diversos espacios; y por el otro lado, registrar una “dimensión estratégica ambigua” que denomino tentativamente como comedia afectiva, la cual está cargada de mucha performance (acción/actuación) por parte de la mayoría de los involucrados. La ambigüedad se refleja en la tensión que existe en los espacios, por un lado, se observa una preocupación genuina por el bienestar de los otros, y por el otro lado, una forma de obtener beneficios por parte de los involucrados. Asimismo, las estrategias afectivas no siempre son efectivas, debido a que las personas encuentran las formas para negociarlas, evitarlas, manipularlas o reinterpretarlas.
Esta perspectiva incluirá diversos elementos teóricos, pero en principio parte de la noción de estrategia social de Pierre Bourdieu (2013) para identificar esta dimensión estratégica afectiva, la cual evidencia los distintos usos sociales que las personas le dan a la afectividad para obtener diversos bienes materiales, simbólicos o de otra índole.
Por el momento diré que la dimensión afectiva que propongo aquí remite a una escena de un amplio entramado de relaciones entre diversas personas, las cuales usan y actúan las emociones para distintos fines. Esta dimensión está integrada por diversas categorías (estas no son ni positivas ni negativas), que han construido muchas formas de relacionarse y, además, son utilizadas de distintas maneras y fines por los integrantes. Para la reproducción de esta dimensión, las personas se apoyan en diversos elementos o cosas; asimismo, dependiendo del espacio y los fenómenos que se estén produciendo a su alrededor, estás pueden adaptarse y transformarse.
Para poder identificar los usos y la “actuación” de las emociones por parte de las personas, fue necesario no solamente apoyarme en los datos que recogí en el trabajo de campo que realicé en el grupo Nuevo Atardecer de cuarto y quinto paso, sino también de mis propias experiencias en él. El documento resultante del trabajo de maestría se denomina Encontrando mi enfermedad. Producción de las relaciones sociales en el grupo nuevo atardecer de cuarto y quinto paso en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas (Cruz González, 2018). La investigación se realizó del 1 de septiembre del 2017 al 15 de diciembre del mismo año, en que se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas con los miembros del grupo.
¿Por qué no pensar que también las personas utilizan y actúan de alguna forma las “emociones” para relacionarse con los demás? Y no solamente observarlas como una categoría viva -fetichista, en el sentido de Elias (2008)-, es decir, como parte independiente de las personas o como producto directo de ellas, sino también como estrategias de uso social para diferentes intereses. Además, tal vez los diversos usos de los componentes de la dimensión afectiva y otros elementos (espaciales, materiales, etcétera), aunque no necesariamente son vistos como componentes afectivos, toman también parte en la producción de esta.
Para visibilizar esta dimensión, es necesario valernos, en primer lugar, de la noción de estrategia social (Bourdieu, 2013), que nos permitirá comprender una de distintas formas en las que el poder opera. Es decir, al observar cómo la dimensión afectiva está ligada a una dimensión de estrategia, dejaremos de concebir a la afectividad solo como puros actos simbólicos o como “el producto directo de una cultura determinada o de la posición que se ocupe en una jerarquía social respecto de otros actores sociales” (Ariza, 2016, p. 19), y comenzaremos a entenderla como una estrategia de uso social que está tejida a un espacio de diversas estrategias orientadas a la maximización de la distinción, autoridad y prestigio u obtención de diversos bienes materiales o de otra índole.
Visto desde este enfoque, se observa cómo el poder opera de una forma muy particular en la dimensión afectiva de los diversos espacios sociales: las personas usan diversos componentes de la afectividad, y, además, utilizan otros elementos que -aunque no necesariamente son vistos como componentes afectivos- toman parte en la producción de las relaciones sociales.
Esta perspectiva también nos invita a reflexionar metodológicamente sobre la “mirada empática” (Sirimarco y Spivak L´Hoste, 2019, 306). Por ejemplo, en el trabajo La tristeza en la montaña. Una caracterización de la tristeza de los hombres en una comunidad indígena me’phaa, de Urquiza Martínez (2020), menciona cuando habló con las personas del lugar de estudio: “Fue en dicho pueblo que centré mi atención en la tristeza, pues la mayoría de las personas con quienes hablé me aseguraban que el lugar era un pueblo triste por las privaciones imperantes” (p. 39). Esta situación, a partir de la propuesta planteada, nos permite pensar que tal vez los pobladores se dieron cuenta de la posición del autor y, consciente o inconscientemente, utilizaron la tristeza (con diversos elementos y el contexto) para ver si podían conseguir algo.
Segundo, las nociones de contradicciones básicas y arenas de disputa y lenguajes de poder de la propuesta de la “etnografía del poder” de José Luis Escalona Victoria (2012). La primera dimensión aborda las manifestaciones de las organizaciones específicas, así como los conflictos y tensiones en diferentes niveles de la vida social. Esta etnografía se centra en la contradicción y observa la vida social como producto de luchas en torno a bienes valorados en la cotidianeidad, más que enfocar a la organización como una unidad que expresa consensos normativos o fijos. Este aspecto permite mostrar los espacios como cambiantes, sin organización, en tensión y conflicto entre los involucrados, donde no hay un protocolo preestablecido y suceden diferentes situaciones, a veces, inesperadas. Con este acercamiento, podremos observar que no siempre funcionan las tácticas emocionales, ya que las personas encuentran las formas para negociarlas, evitarlas, manipularlas o reinterpretarlas.
En cuanto a los lenguajes de poder, estos se sitúan en el centro y como un elemento etnográfico privilegiado, para comprender las relaciones sociales y analizar la producción simbólica. Estos lenguajes están formados por diversos modos de representar el mundo, pero al mismo tiempo, se encuentran traslapados con otros tipos de discursos que explican, de diversas formas, las situaciones de la vida cotidiana y producen distintos y contradictorios significados, y por medio de estos brota una mezcla de puntos de vista y elementos argumentativos (Escalona Victoria, 2012). Este elemento ayuda a explicar y analizar la diversidad de idiomas que se encuentran en diversos espacios, como los que registré en el grupo Nuevo Atardecer de cuarto y quinto paso. En estos espacios identifiqué un conjunto de puntos de vistas que hablan sobre una “enfermedad emocional” y “física”, y están traslapados con unos discursos popularizados: médicos, religiosos y psicológicos, que llegan a reproducir un espacio social particular, con sus prácticas, significados, categorías y posiciones (Bourdieu, 2006).
Estos lenguajes son palabras que clasifican, agrupan y desagrupan diversas cuestiones de la vida cotidiana y les dan un cierto sentido. Idiomas que manipulan de distintas maneras los entendimientos, significados, argumentaciones y signos. No obstante, sé que no todo se explica por medio de estas enunciaciones, pero refleja muchos aspectos que son asumidos como organizados. En este sentido, en este trabajo los discursos son tomados como un elemento que es producido por la sociedad, diferenciándolo del habla individual (Saussure, 1998), que se encuentra introducido en las acciones de las personas, en el cuerpo (mímico y gestual) y funciona como una forma de negociación. Además, se reproduce a través de las relaciones de poder y construye otros fenómenos sociales. De esta forma, entenderé que ni las palabras y acciones de los participantes son trasparentes, ni que lo que se habla es lo que se siente al momento de pronunciarlas o realizarlas, pero tampoco es todo falsedad o manipulación burda. Y que hay instantes en que las palabras consiguen la emoción buscada, pero para esto es necesario manejar bien los lenguajes y márgenes o el entorno de objetos, y eso a veces no se logra, o solo se consigue parcialmente o en un sentido contrario (por ejemplo, la persona se enoja).
Por último, la noción de la actuación o representación teatral 3 de Erving Goffman (2012) nos ayuda a visibilizar un ambiente dramático de la vida social que está cargado de mucha actuación afectiva. Además, este elemento permitirá observar la conducta expresiva involuntaria o voluntaria, más teatral y contextual de las personas, la cual puede involucrar engaño o fingimiento. En esta, se consideran la manera en que las personas se presentan y presentan su actividad ante los demás, la forma en que guían y controlan la impresión que otras personas observan de ella, y el tipo de cosas que pueden y no pueden hacer mientras actúan ante los demás. Aunque no siempre las actuaciones están bien ensayadas.
Esta perspectiva nos permite acercarnos y registrar diversos hechos que se encuentran más allá del tiempo y del lugar de la interacción o que yacen ocultos en ella. Por ejemplo, los intereses de los individuos pueden ser descubiertos a través de su conducta expresiva involuntaria, cerrar los ojos, un guiño, inflar los cachetes, diversos movimientos corporales, el cambio de voz, etcétera. Cuando en ocasiones, una persona comparece ante otras, intentará transmitir consciente o inconscientemente una impresión que a ella le interesa transmitir.
Aunque no siempre es fácil, pero la mayor información que podamos obtener de un individuo y del contexto en el que nos encontramos puede ayudar a que definamos lo que esta espera de nosotros o de los demás, así como lo que podríamos esperar de ella. Asimismo, nos ayudará el examinar detenidamente la conducta de los otros y de los que están a su alrededor, así como la nuestra; ya que nosotros también estamos involucrados en estas performances. Goffman nos señala que el contexto también influye en la actuación del actor, ya que este puede ser sincero o no. Además, hay varios elementos importantes para soportar el acto, como la fachada, que vendría a ser la dotación que le sirve al individuo para expresar su actuación. En esta también se encuentra el medio (setting), que se puede trasladar a otros espacios con los actores; el medio se apoya en el mobiliario, equipo, decorados y otras cuestiones particulares del trasfondo escénico, que tiene el escenario para reforzar la actuación; al interior de esta fachada se encuentra la fachada personal: insignias del cargo o rango, el sexo, la edad, el vestido y características raciales, las pautas del lenguaje, el porte, las expresiones faciales y otras características similares.
Con esta propuesta, podemos analizar de una forma distinta hasta las noticias de la vida cotidiana: el secretario de Salud de Nuevo León, México, Manuel de la O,4 durante la pandemia del COVID-19, manifestó: “Queremos traer cuatro cajas refrigeradas para guardar los cadáveres y que a lo mejor es conveniente ponerlos en la Macroplaza para que la población vea y diga esto me puede pasar” (Milenio, 2020). Pero, qué quieren transmitir con esto o qué fines buscan; además, cómo lo intentan construir. Aquí, podemos observar cómo se intenta manipular el fenómeno de la pandemia para infundir miedo a las personas, con el fin de tratar de regular su conducta para que no salgan de sus casas y sigan las pautas que se les imponen. Hay diversos elementos que dan soporte a esta emoción, por ejemplo: los ataúdes con cadáveres para que la gente los vea, el espacio por donde pasa la gente (la Macroplaza es un espacio para pasear, podría ser un lugar estratégico), la pandemia y la figura del secretario también dan apoyo a esta estrategia social.
En esta parte, a partir de la propuesta etnográfica señalada, se muestra cómo los integrantes del grupo Nuevo Atardecer actúan y manejan las emociones para conseguir distintos bienes (materiales o simbólicos). Estas interacciones visibilizan un espacio social que está cargado de mucha performance (acción/actuación) por parte de la mayoría de los involucrados.
En el trabajo de campo observé que en el grupo Nuevo Atardecer son muy visibles una gran cantidad de juegos sociales que utilizan los integrantes, consciente o inconscientemente, para relacionarse. Las personas que entran a estos escenarios teatrales no solamente entran en juegos de poder, sino a un mundo donde existen una serie de miedos, de prejuicios y de visiones de lo que es la persona. En su espacio, los miembros emplean, consciente o inconscientemente, diversas estrategias afectivas (como la culpa) que funcionan para regular la lealtad, motivar y persuadir a los participantes; las transmiten, a veces, por medio de un lenguaje duro, violento y directo (Cruz González, 2021). Aunque no siempre tienen efectos, debido a que algunos integrantes las llegan a rechazar por diversos motivos.
Esta organización se vale, principalmente, de las estrategias de la creación de culpa, la humildad, el miedo, entre otras, para preservar, crear una dependencia de la organización, intentar regular el comportamiento de los integrantes del grupo o hasta producir diferentes entendimientos del mundo social. Estas tácticas son componentes de una dimensión estratégica, la cual está ligada a un ámbito afectivo y tiene efectos específicos en algunas personas; también existen otros componentes que, aunque no necesariamente son vistos como afectivos, toman también parte en la producción de la dimensión estratégica (espaciales, materiales, etcétera). Asimismo, están orientadas a maximizar la distinción, autoridad y prestigio entre los integrantes, así como a la obtención de ciertos bienes materiales. A veces pueden funcionar y otras no, debido a que por parte de los participantes hay mucho de negociación, de manipulación y de reinterpretación. En esta organización, los participantes no se encuentran en circunstancias naturales, sino que además de que todo el espacio social ha sido producido, está cargado de mucha actuación.
Es difícil saber qué influye en las diferentes respuestas de la gente, pero especulo que tal vez obedece, en parte, a la trayectoria de vida de la persona, de la situación del día a día que vaya viviendo y de la forma en que interprete los discursos. Es posible que también dependa de la manera en que se utilice la estrategia, pues no todos responden de la misma forma ante la misma. En este sentido, si nos enfocamos en la existencia de estrategias de control social al interior del grupo, del análisis resultante podría desprenderse la apariencia de que los miembros son controlados, cuando en realidad -por lo que se percibió-, se dan intentos de regulación y permanentes contradicciones.
Este tipo de estrategias se aplican entre las personas bajo ciertas condiciones; con esto se les dan a entender a los demás las intenciones, deseos, órdenes u anhelos, por medio de palabras o actos performativos (Bourdieu, 2008). Además, la mayor parte del tiempo, las estrategias afectivas están en movimiento, es decir, no son lineales ni perfectas. Los miembros del grupo rehúsan de ellas, reintroducen otras, las reelaboran, las aceptan o rechazan. Siempre hay un nivel de negociación, cambio e, incluso, a veces, de mentira. Estas se despliegan en los distintos escenarios teatrales del grupo, por ejemplo, las sesiones diarias, la experiencia espiritual y las juntas de trabajo (Cruz González, 2018). Aunque también estas fueron empleadas en el exterior de la organización para atraer a varias personas a ella.
Para que la exposición sea más precisa, procuraré separar analíticamente parte de este juego de estrategias afectivas, pero hay que tener en cuenta que estas nunca aparecen aisladas; siempre se encuentran juntas o mezcladas de alguna u otra forma y en distintas proporciones.
La culpa es utilizada, en diferentes situaciones y escenarios, como una estrategia afectiva por algunos padrinos y madrinas 5 para diferentes fines, como persuadir a las personas para que se integren a esta organización. Por ejemplo, a un miembro, a quien llamaremos Luis, un integrante le dijo que había ido a su casa, que él había robado todas las esperanzas e ilusiones de su familia; al escuchar esto, Luis se sintió triste, porque creía que lo que le habían dicho era cierto. Así lo convencieron de ir a la experiencia espiritual:
Llegó una persona y le manifesté que no había hecho mi experiencia porque yo tengo mi trabajo, tengo mi mujer y me sentía muy bien. Aparte no estaba como ellos, pero el padrino dijo: ‘¿A poco estás muy bien?, pero, ¿emocionalmente cómo estás? ¿Por qué fumas de a madre?’6, a lo que contesté: ‘Porque me dan ganas y tengo dinero para comprar, no le pido nada a nadie’. Era muy orgulloso. Entonces él siguió: ‘Te ha ido muy bien en la vida y a nadie has maltratado’; le dije, ‘Bueno, soy como todo el mundo’. Para terminar, me dijo: ‘Mira, compañero, nos quitemos de pendejadas: te voy hacer tres preguntas. Si a las tres preguntas me chingas, no vayas a vivir tu experiencia, pero si dos de tres te chingo, o las tres, vas a ir a vivir tu experiencia y lo vas a cumplir como hombrecito’. Estuve de acuerdo con esto. ‘Ahí te va la primera: ¿tú eres un ladrón?’. Pensé: ‘¿Qué te he robado?’, pero me dijo: ‘A mí no: le has robado las esperanzas a tu madre, a tus hijos, a tu mujer y otras cosas que habrás hecho’. Recordé que les había robado a otras personas. Vociferé: ‘¡Hijo de su puta madre!’, y le contesté que tenía razón. ‘Segunda pregunta, ¿eres un maldito violador?’. Le dije: ‘Yo no he violado a nadie’; este respondió: ‘¡Ah!, ¿cómo que no? Cuando llegas bien borracho a tu casa obligas a tu mujer, le dices, cuando llegas a tu casa: ‘Si no me das el pinche culo te mando a chingar a tu madre y me voy a buscar otra pinche vieja mejor que tú, hija de tu pinche madre’. ¿Y qué tiene que hacer tu mujer?, darte el culo porque no le queda de otra. Estás abusando de ella, estás agarrándola a la fuerza, no te lo está dando por su voluntad. Eso está penado. Otra de las cosas, va uno y le quita la pantaleta y se coge: eso es violación, culero, ¿no lo has hecho?’. Pensé: ‘¡Hijo de tu puta madre! Ya me va a chingar…’. ‘Última y el remate: ¿tú eres un maldito asesino?’. Ahí sí me pegó. Él dijo: ‘Tú has matado las esperanzas de toda tu familia’. Para terminar, le contesté: ‘Ya déjalo ahí, ya no le sigas’. ‘¿Por qué?’. ‘No, ya no le sigas, ya me diste en la madre, voy a ir a vivir mi experiencia’. (Fragmento de entrevista con Luis, 2017)
Luis respondía con vergüenza algunas preguntas del padrino. Mientras me contaba esto, iba bajando la voz. En este fragmento se pueden observar algunos aspectos sobre cómo funcionan las estrategias afectivas y cómo son actuadas; primero, cómo esta persona utiliza la culpa, la vergüenza y el temor para convencer a Luis a que vaya al retiro espiritual; segundo, al mismo tiempo, las estrategias se encuentran traslapadas con una serie de discursos sobre la familia y la violencia sexual; tercero, cómo los denominados padrinos y madrinas emplean algunas experiencias de la vida de los participantes para implementar este tipo de estrategias; y por último, cómo el miembro, al saber manejar bien el lenguaje, logró escenificar sus emociones para persuadir a Luis de que fuera al retiro espiritual y se integrara a la organización; y no solamente eso, sino que también cómo las palabras produjeron ciertas emociones en Luis: culpa y vergüenza, entre otras.
Siguiendo con la escenificación de las emociones, el integrante, para abordar a Luis, simuló una especie de empatía con él. Este se acercó a Luis a partir de actuar y emplear una cierta familiaridad y comprensión en cuanto a diferentes tipos de vivencias (emocionales, del alcohol y las drogas) pero, al parecer, más que (el miembro) querer ayudar a Luis con sus problemas emocionales y sus excesos con el alcohol y las drogas, el interés principal de esta persona era tratar de persuadir a Luis para que se integrara a la organización y fuera a realizar un retiro con los integrantes (el cual tiene un costo), por medio de utilizar la culpa, la vergüenza, entre otras.
Esto nos hace pensar en lo que señala Siri Hustvedt (2021) en su texto Los espejismos de la certeza. Reflexiones sobre la relación entre el cuerpo y la mente: que el psicópata es alguien que miente, engaña y asesina sin escrúpulos, porque al parecer carece de toda empatía hacia los otros, pero cuando está interactuando con los demás muestra una apariencia afable. Esta autora indica que esta persona es un falso simulador de sentimientos auténticos. Aunque Hustvedt habla de los robots, zombis y psicópatas como falsos simuladores de sentimientos, esto nos hace reflexionar y ver la posibilidad de que las emociones también puedan ser fingidas por las personas, como en el fragmento citado.
En otro escenario (la experiencia espiritual) se les intenta introducir una especie de culpa a los escribientes para que de esta manera ellos acepten el ritual como un “regalo”. Constantemente, en los discursos que se despliegan durante el retiro espiritual se percibe cómo varios miembros actúan sus historiales; al mismo tiempo, emplean discursos sobre la familia y la violencia sexual, para poner en movimiento la estrategia de la culpa, ya que por este medio se les señalan los desaciertos a las personas: “¡Han sido unos padres, hermanos o hermanas culeras, mal esposos o esposas, malas hermanas!”. Asimismo, para reforzar la actuación, los exponentes se valen de distintas expresiones: rostros tristes, alegres y enojados; el gritar en ocasiones es usado para asustar a los demás; o suben el tono de voz, etcétera.
Días después de este evento, en otro espacio, se preparaba una reunión para los “recién convertidos”, en la que debían manifestar qué había sido lo que encontraron, y al finalizar la junta, pedirles perdón estando de rodillas a sus familiares por todo el perjuicio que les habían ocasionado; los principiantes, frente a todo el público, prometieron ser diferentes, mientras lloraban y abrazaban a sus parientes. En este ambiente, podemos ver cómo ha funcionado la culpa:
Yo les hice mucho daño a mis hijos, yo pensé que había sido una buena madre, pero no […] había reconocido que cometí muchos errores, pero a partir de que fui a vivir mi experiencia reconocí que yo no había sido una buena madre para ellos. Entonces, desde que fui al retiro, me siento una mujer cambiada. Me sentí más liberada cuando les pedí perdón a mis hijos. (Fragmento de entrevista con Rosario, 2017)
Mientras comparten estas vivencias, los rostros de los exponentes reflejan melancolía y, poco a poco, sus cabezas comienzan a agacharse. Sin embargo, el efecto de estas estrategias es momentáneo, ya que después podemos observar cómo los discursos de los principiantes se caen constantemente y las actuaciones toman otro rumbo. No intento decir que no exista entre los integrantes una genuina preocupación por el bienestar de los demás, pero hay que reconocer que también existen estas asimetrías. Por ejemplo, varios miembros, a pesar de lo que les dicen los principales encargados del evento, no asisten frecuentemente a las reuniones; o los que les manifestaron a sus familiares con palabras y gestos que iban a cambiar su persona, siguen manteniendo parte de la misma actitud.
El miedo se comienza a operacionalizar desde que se le invita a la persona a ir a la experiencia espiritual. Cuando los participantes entran a este escenario, están expuestos a diferentes juegos afectivos que les provocan miedo: los integrantes tienen prohibido decirles a los de nuevo ingreso de qué trata el retiro. Al no saber qué pasará, los iniciados comienzan a experimentar una incertidumbre que desemboca en miedo: “Al principio que fui sí tenía miedo porque yo no sabía de qué cosa iba a ser, pasar o significar [...] al vivirlo fue algo muy bonito” (Fragmento de entrevista con Lourdes, 2017).
Otro de los juegos se desarrolla durante una práctica que es denominada como pasarela, en donde los integrantes manifiestan que se convertirán en otros personajes:
‘Allá adentro se acaba la amistad, vamos a ser personas diferentes porque queremos que ustedes también aprendan’. Me entró la curiosidad, aunque por un lado quería irme […] cuando decían: ‘Aquí se acaba todo, aquí iniciamos las personas que somos, hablándoles realmente como debe de ser’, entonces yo dije: ‘Bueno, vamos a ver qué onda’. (Fragmento de entrevista con Raúl, 2017)
Cuando los integrantes dan inicio a este “psicodrama”, mientras caminan alrededor de una mesa, se presentan como alcohólico/a, drogadicto/a, enfermo/a emocional, trastornado/a, lujurioso/a o codependiente. Asimismo, comienzan a dictar las instrucciones del juego, y en voz alta -tan potente que se les marca la vena del cuello-, les señalan a los escribientes que: “¡no van a dormir, ni van a comer; tampoco hablarán, no se levantarán ni beberán agua hasta que los padrinos y madrinas se los indiquen!”. Terminan gritando: “¡De ahora en adelante, los buenos tratos chingaron a su madre!”. De aquí en adelante comienzan a emplear un lenguaje altisonante, a algunos recién llegados les asusta brevemente esta forma de expresarse; por ejemplo, Mercedes decía: “a mí me gustó la experiencia, me relajó, pero al principio me dio miedo cómo estaban hablando, ya después me sentí bien” (Fragmento de entrevista con Mercedes, 2017).
En este retiro, los iniciados tienen que contestar una serie de preguntas para que al finalizar, como señalan algunos que ya fueron a este evento, se puedan liberar de todos los males que les aquejan. La construcción de las preguntas y la incertidumbre que generan estas también son parte de este complejo que sirve, con antelación o durante el retiro espiritual, a los miembros del grupo como estrategia para infundir temor y doblegar a los escribientes. Por ejemplo, Rosario me contó:
Cuando escuché la primera pregunta7 la vi muy difícil, dije: ¡Qué raro que estén preguntando eso! Me puse a pensar muchas cosas, porque la mayoría eran hombres. Yo pensaba otras cosas de la experiencia menos eso, me dio miedo […] hay preguntas que sí duelen. (Fragmento de entrevista con Rosario, 2017)
Sin embargo, estas estrategias no siempre cumplen con su propósito, debido a que no siempre llegan a provocar ese “temor” sobre los participantes:
Me hablan de la famosa experiencia y decían que estaba chingona. Yo nunca le tuve miedo y decidí ir por curioso […] Escuchaba que afuera de la campana (carpa) se escuchaban voces, típico película de terror, que afuera estaban haciendo brujería, adentro oscuro con una vela, y se escuchaban voces. No sabía qué iban a hacer, y entran todos. (Fragmento de entrevista con Romeo, 2017)
Así, “los miembros del grupo Nuevo Atardecer representan escenas dramáticas, donde ellos mismos son los actores, con un rol muy eficiente” (Cruz González, 2021, 232), ya que utilizan sus historiales de una forma evocativa que les permite escenificarlos (Goffman, 2012) al mismo tiempo, utilizando unas tácticas afectivas, para estimular un cambio orgánico y que el individuo sienta hondamente un mito, el cual ha sido creado (Lévi-Strauss, 1987).
La vergüenza se usa para regular la conducta de los participantes. Varias personas señalan que ir al retiro y participar en la pasarela es para que saquen lo que les ha causado tanta vergüenza. Los historiales de los recién iniciados son utilizados para indicar la gravedad de su falta y así introducir una especie de rubor; el haber tenido varias parejas y el sexo oral son vistos como algo repugnante y enfermo, tanto para el hombre como para la mujer. Así pues, se escucha a un integrante decir: “Uno se trastorna cuando tiene su despertar sexual […] yo fracasé en todo porque estaba apegado al diablo”.
A través de las expresiones verbales, las personas son humilladas para exhortarlas a cumplir con los mandatos que les darán la liberación. Durante las sesiones se escucha: “la experiencia nos hace darnos cuenta que somos pendejos y nos ubica porque todos somos enfermos emocionales”; “la experiencia cambia tu forma retorcida y pendeja de pensar”. El fundador del grupo señala que la experiencia espiritual los hace ser libres y no esclavos de nadie. Además, continúa, esta tiene como objetivo que eliminen todo lo malo que poseen.
Los discursos relacionados con la familia y la violencia sexual son elementos que se utilizan en diversas formas por parte de los miembros de la organización. A su vez, se encuentran mezclados con otras estrategias: culpa, vergüenza y miedo. En este espacio social, la manera de construir el discurso depende del interés de la persona: “antes de venir un hijo tiene que venir el padre porque ahí se dará cuenta el por qué su hijo se comporta de cierta forma” (Fragmento de trabajo de campo, 2017).
El discurso que se escucha más a menudo es sobre la familia: qué es la familia o cómo se supone que funciona la familia para algunos integrantes del grupo Nuevo Atardecer. La manipulación del lenguaje es muy diversa y metaforizada; por ejemplo: el fundador de la organización mencionó durante una sesión que el retiro le hizo darse cuenta de que no había sido buen padre; señaló que “Dios nos regala un nuevo estado de conciencia para saber cómo tratar a los hijos”. Otro integrante le comentó a la hija de una señora que iba a ir a la experiencia espiritual que su madre regresaría diferente y ya no sería una madre fría. Estos entendimientos muestran diversas ideas en cuanto a lo que se entiende que debería de ser una familia.
El tener un hijo o hija que abusa del alcohol, drogas, que tenga problemas emocionales o se comporte de forma rebelde da pie a varios integrantes para producir o reproducir un discurso en torno a la actitud que debe tener el padre o la madre con los vástagos. Si el participante no presenta este comportamiento se le cuestiona, se le infunde culpa a la persona por la conducta errónea de su descendiente y por no saber cómo dirigirlo o relacionarse. Ante esto, los integrantes proponen una solución para este mal: la experiencia espiritual. Explican que, después de vivir este retiro espiritual, la persona cambiará su conducta hacia los demás. Pero cuando falla esa transformación, diferentes integrantes manifestarán que el fracaso se debe a varias razones: el escribiente no “sacó” todas sus frustraciones, resentimientos, odios o se guardó algo desagradable de su vida, le faltó realizar una segunda escritura o solamente hizo el 50% del trabajo y la otra parte consiste en ir a devolver. En fin, siempre hay cómo justificar el fallo de la experiencia.
Estos discursos no siempre tienen un impacto emocional en los integrantes, ya que en ocasiones pasan desapercibidos, porque estos pueden estar viendo el celular o el reloj, hablando con otra persona en la junta, fingiendo que ponen atención, entrando y saliendo del grupo; o no forman parte de la historia de su vida.
Otro discurso es sobre la violencia sexual, normalmente siempre presente, debido a que varios integrantes creen que la raíz de todas sus dificultades está cimentada en no aceptar que ha habido un abuso sexual. Dicho discurso es utilizado, principalmente, durante el retiro espiritual, porque ahí es donde, a través de escenificar un espacio, ejercer ciertas prácticas sobre los participantes y actuar diversos discursos afectivos por parte de los integrantes, el escribiente aceptará que resguarda un esperpento en su interior.
En ese descuido de mamá y papá, que al tener relaciones sexuales juntos la madre no se da cuenta que el hijo está despierto, entonces ahí empieza el descoyunte, el despertar del descoyunte sexual, cuando un niño empieza a ver cosas de morbo. En el grupo le llamamos el descoyunte sexual; antes de la experiencia no sabía qué era. Una prima abusó de mí, me dejó traumado, tenía pesadillas, entonces comenzó un morbo por mis primas y amigas: yo quería hacerles lo que esa prima me había enseñado. A través de la experiencia yo me di cuenta que fue un abuso. Yo me casé a los 16 años por lo mismo de la enfermedad que yo traía. (Fragmento de entrevista con Pelón, 2017)
Los abusos sexuales son considerados por algunos integrantes como la raíz de la desviación sexual, y se encuentran presentes en forma de fantasmas que atormentan su pensamiento y cada paso de su vida. Haber visto a otras personas teniendo relaciones sexuales, como a los padres, es motivo para que la persona se corrompa sexualmente. A través de la manipulación de los discursos, a los participantes se les inventa una historia sexual que los está atormentando, ya que la argumentación que predomina es la de encontrar la raíz profunda del mal para que haya una recuperación; pero en ocasiones los participantes no aceptan estas historias, debido a que no sienten que este sea su problema.
Así, en el transcurso de estas prácticas, podemos observar cómo algunos integrantes se pueden acercar a los/las participantes para interrogarlas e insistirles que cuenten cómo su padre abusó sexualmente de ellas. Al estar en el campo, estas situaciones hicieron que experimentara varios sentimientos; por un lado, sentí culpa, debido a que sabía que tenía que mencionar estas cuestiones en mi investigación, pero también pensé que no debía de señalar esto, puesto que era parte de la agrupación; por otro lado, también sentí una especie de miedo, porque varios integrantes decían que si revelabas algo de la experiencia te iría mal “espiritualmente”.
Por otra parte, durante el llamado apadrinamiento, 8 algunos padrinos y madrinas te señalan que si sigues teniendo demasiado sexo este dañará a tu pareja; es decir, la volverá “adicta al sexo”. Porque tener demasiado sexo, practicarlo de diferentes maneras y estar con varias parejas es considerado como algo del diablo o moralmente incorrecto; es entendido, también, como una enfermedad emocional que daña a ambas personas. Por consiguiente, algunos escribientes llegan a responsabilizarse o culparse por estas situaciones: “Creo que hasta cierto punto yo le hice ese daño porque cada vez se nos estaba volviendo hábito el tener relaciones sexuales” (Fragmento de entrevista con Romeo, 2017).
En estas cuestiones podemos ver cómo las palabras logran producir la emoción buscada: “estaba mal emocionalmente, todo me hacía daño, mis pensamientos y mi soledad. Estaba loco, era un descontrolado sexual […] un trastornado sexual [...] mi exesposa era neurótica […] y yo era codependiente de ella” (Fragmento de entrevista con Luis, 2017). La mayoría de estas narrativas están cargadas de valores que son reproducidos con respecto a la reformulación de la sexualidad, a la que señalan como violenta y/o perversa, culpabilizadora y “enfermante”. Como en la cura shamánica, el shamán interroga, habla por su enferma y le da argumentos que corresponden a la interpretación de su estado para que la mujer embarazada se compenetre (Lévi-Strauss, 1987).
En el presente ensayo, más que intentar observar a las emociones como producto de lo cultural o de marcos de las experiencias, quise abordarlas como formas de poder que son parte en la producción/reproducción de lo social. Aunque algunos autores estudian esta dimensión para alcanzar una comprensión global (Calderón Rivera, 2012), mi objetivo aquí fue mostrar una comprensión más detallada y particular sobre la afectividad; visibilizar cómo está ligada a una dimensión de estrategia social, y como es utilizada en diversas formas por las personas. Es decir, ofrecer otra mirada al estudio de las emociones, la cual muestra cómo en espacios particulares los actores pueden actuarlas y usarlas consciente o inconscientemente en diversas situaciones para conseguir un fin específico.
Por otra parte, en este estudio, los elementos presentados no mantienen una constancia, ya que la información recabada durante el trabajo de campo evidencia en las relaciones sociales de los integrantes del grupo Nuevo Atardecer de cuarto y quinto paso múltiples contradicciones. Estas situaciones nos enseñan que, cuando se observan más detenidamente las prácticas y se escuchan con detalle los discursos, se puede revelar cómo, a veces, las personas actúan o fingen ciertas emociones para intentar sacar ciertos beneficios, por ejemplo, con la tristeza y el llanto, además de utilizar otros elementos (como el escenario de la experiencia espiritual) para reforzar la emotividad. Así pues, al analizar la afectividad ligada a una dimensión de estrategia, se pueden abrir otras puertas hacia procesos diversos que nos pueden dar una comprensión más amplia del papel de las diversas formas que toma el poder en la producción de las relaciones sociales.
Mi intención no es decir que las personas siempre mienten o fingen las emociones, o que las usan de esta manera para conseguir ciertos fines, pero en ciertas ocasiones sí lo hacen. Tampoco pensar en que todo en el mundo está marcado por el poder o la dominación, o que siempre haya ganadores y perdedores, ya que esta visión nos haría caer en la idea de que siempre hay una intención de beneficio detrás de las personas. Además, con este acercamiento, observamos que las estrategias emocionales no siempre funcionan, debido a que las personas encuentran las formas para negociar, evitarlas, manipularlas o reinterpretarlas.
Con este estudio, quiero intentar abrir nuevas puertas para el diálogo sobre las emociones, ya que me parece muy limitado verlas como constitutivas de la cultura, la identidad y la alteridad. Entonces, mi tesis tentativa es mostrar que existe una dimensión estratégica afectiva, en donde se puede evidenciar cómo las emociones pueden ser actuadas y usadas por las personas para conseguir algún fin; además, hay diversos elementos que las utilizan, las adaptan y transforman de distintas maneras, consciente o inconscientemente, al relacionarse en diversos espacios. Esta dimensión se construye de múltiples elementos.
Por último, más que intentar encontrar una definición general de qué es la emoción, este ensayo es un intento para mostrar que hay otras posibles entradas a la afectividad, por ejemplo, Clifford Geertz (2003) nos muestra en su libro La interpretación de las culturas, cómo en las relaciones interpersonales de Bali hay un intento por reprimir, neutralizar o esconder las emociones, como el llanto de las mujeres en los ritos mortuorios; otra forma sería la que señala Anne Allison (2016) en el texto Lonely Death: Possibilities for a Not-Yet Sociality. Al parecer, aquí las emociones son trasladadas a otras personas: la autora indica cómo la “familia de alquiler” es una práctica que se da en Japón: una familia de tres personas visita a una pareja de ancianos un sábado por la mañana, esta familia compartirá la comida, presumirá que tienen niños bien educados, y se preocupará por los utensilios del té del anciano o del bonsái de la mujer como si realmente la relación o el apego emocional fueran auténticos; también podemos pensar en cómo la publicidad produce cierto tipo de emociones en las personas e ideas sobre cómo debe de ser manifestada y asumida la afectividad. Tal vez algo interesante para analizar las emociones sería entrar más a fondo en otros aspectos entre lo cultural, lo social, lo biológico y psicológico.
Agradezco al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología el financiamiento otorgado para realizar la tesis de maestría Encontrando mi enfermedad. Producción de las relaciones sociales en el grupo Nuevo Atardecer de cuarto y quinto paso, así como la subvención vigente para cursar el programa de doctorado.
Bourdieu, P. (2006). Génesis y estructura del campo religioso. Relaciones. Estudios de historia y sociedad, 27(108), 29-83. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13710803
Cruz González, D. (2018). Encontrando mi enfermedad: producción de las relaciones sociales en el grupo nuevo atardecer de cuarto y quinto paso (Tesis de maestría). Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-SURESTE). San Cristóbal de las Casas. Méxido. Recuperado de http://ciesas.repositorioinstitucional.mx/jspui/handle/1015/886
Cruz González, D. (2021). Encontrando mi enfermedad. Producción de las relaciones sociales en el grupo de autoayuda Nuevo Atardecer de cuarto y quinto paso. EntreDiversidades, 8, 1(16), 212-240. doi: https://doi.org/10.31644/ED.V8.N1.2021.A09
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Escalona Victoria, J. L. (2016) Anthropology of power: Beyond state-centric politics. Anthropological theory , vol. 16 (2-3), pp. 249-262. doi: https://doi.org/10.1177/1463499616654370
Sirimarco, M. y Spivak L’Hoste, A. (2019). Antropología y emoción: reflexiones sobre campos empíricos, perspectivas de análisis y obstáculos epistemológicos. Horizontes Antropológicos, 54, 299-322. Recuperado de http://journals.openedition.org/horizontes/3466
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Milenio (2020). Analizan traer cajas refrigerantes para muertos por covid-19. Recuperado de https://bit.ly/3rprkuA
[1] . “¿Puedo darme cuenta cómo, cuándo y dónde se descoyuntó mi instinto sexual y qué fue lo que sentí: miedo, ansiedad o frustración? ¿Actualmente qué tipo de situaciones sexuales me causan miedo, ansiedad o frustración? ¿Actualmente qué tipo de situaciones me causaron miedo, ansiedad o frustración en el aspecto material y emocional? ¿En el aspecto social qué tipo de situaciones me causaron miedo, ansiedad o frustración? ¿Resentimientos? ¿Actualmente qué tipo de situaciones me causan asco y repugnancia de mí mismo?”. Estas preguntas las aplica el grupo Nuevo Atardecer, debido a que las preguntas pueden variar en cada grupo (Cruz González, 2021: 219).
[2] . Esta idea surge de las reflexiones sobre el poder de José Luis Escalona Victoria: “In making this analysis I distinguish between power as widespread differential capacities to produce society by relations of domination, exploitation or subordination, and politics as forms of the actuation of power relations in particular space and time (and not only referring to the state)” (2016, p. 249).
[4] . Esta nota salió en el periódico en línea llamado Milenio, y se tituló: Alista Nuevo León cajas refrigerantes y crematorios.