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In memoriam
Patricia Madrid (1954-2021)
María A. Gutiérrez*, Mariano Bonomo**, Violeta Di Prado* y M. Paula Barros*
Patricia Elena Emilia Madrid, más conocida como Pato, nació en 1954 en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires de Argentina, al abrigo de una familia platense tradicional. Había en ella un cierto refinamiento, una combinación de costumbres y gustos que la distinguía. Salvo por estos detalles, se caracterizó tempranamente por alejarse de los mandatos sociales que se le imponían a una mujer de su época. Era una compañera profundamente espiritual y jovial que poseía un genuino interés por todas las ramas del arte: amante de la pintura y el dibujo (Frida Kahlo y Tamara de Lempicka tenían presencia en sus fondos de pantalla), la música, el baile y el canto (en los extensos audios que solía mandar se escuchaba generalmente música brasileña de fondo y, particularmente, música bahiana) además de la literatura (le gustaban mucho Simone de Beauvoir y John Berger, siendo este último uno de sus autores de referencia, en particular la obra “El tamaño de una bolsa” la cual era recomendada a todo aquel que manifestara la más mínima inclinación literaria). Incluso integró una comunidad de artistas en la década de 1970.
Después de haber estudiado cuatro años de pintura en Bellas Artes, se inscribió en 1976 en la Licenciatura en Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (FCNyM) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Cursó gran parte de su carrera durante uno de los momentos más oscuros y nefastos de la historia argentina, la dictadura cívico-militar de 1976 a 1983. Durante ese difícil momento de estallidos cotidianos de bombas, asesinatos de amigos y servicios infiltrados en la universidad, fue preceptora en el colegio secundario de Bellas Artes, donde estuvo con uno de los grupos de estudiantes que desapareció en la Noche de los Lápices. Luego de ocho años de amistades, estudios intensivos, debates sobre el rol de la antropología en la sociedad y la conformación de la agrupación estudiantil “Ginkgo”, en 1985 obtuvo su título de grado.
En “El tamaño de una bolsa” John Berger denuncia el impacto en la humanidad de la “globalización y la necesidad de vender incesantemente, la nueva concentración de toda la riqueza en cada vez menos manos, la extensión sin precedentes de una pobreza cada vez más desesperada”. Pero también hace un recorrido por algunas de las piezas artísticas más hermosas de la historia de la humanidad, como los retratos de El Fayum, las fotografías de Pentti Sammallahti, la pintura de Vincent van Gogh, Rembrandt y Giorgio Morandi. Por último, brinda un panorama de las heterogéneas bolsas de resistencia contra el nuevo orden mundial que se están gestando de un lado al otro del planeta. Patricia se nutría de todas estas cosas y habitaba en el lado justo, artístico y esperanzador de la vida. Esto por supuesto se reflejó en la trayectoria que siguió su carrera académica.
Una vez licenciada, desarrolló diversas labores en docencia, investigación, extensión y gestión universitaria. Rápidamente, en 1986 inició su labor docente en la cátedra de Arqueología Americana II de la FCNyM de la UNLP. En esta misma universidad, alcanzó el cargo de Profesora Adjunta en la materia Métodos y técnicas de la investigación arqueológica. En la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), en Olavarría se desempeñó como Profesora Adjunta en las cátedras Arqueología de grupos cazadores-recolectores americanos y Arqueología Argentina II y desde 1999, fue Profesora Titular Ordinaria de Arqueología de grupos agricultores americanos. Pato era una excelente docente que preparaba sus clases con esmero y no necesariamente dictaba los mismos temas que investigaba. Un concurso docente en la UNLP, que perdió injustamente, fue una de sus más fuertes desilusiones académicas.
Sus investigaciones arqueológicas estuvieron enfocadas en la región pampeana (véase síntesis regional en Politis y Madrid, 2001). Trabajó sobre temas diversos que incluían desde análisis de tecnología lítica (Madrid, Politis, Leipus y Landini, 1991) y cerámica (Borges Vaz, Martínez y Madrid, 2016; Madrid, 1997), arte rupestre en las sierras de Ventania (Madrid, 1995; Madrid y Oliva, 1994) y Tandilia (Madrid, Politis y Poiré, 2000), estructuras de piedra en las sierras de Pillahuincó (Madrid, 1993) y Curicó (Madrid, Politis y Poiré, 2000; Madrid, Pedrotta e Istillarte, 2014) hasta arqueología histórica en el Fuerte Blanca Grande en el partido de Olavarría (Goñi y Madrid, 1996). Desde 1986 a 1997 fue becaria de iniciación, perfeccionamiento y postdoctoral del CONICET. Al principio fue dirigida por el Ingeniero Augusto Cardich y después por el Dr. Gustavo Politis, quien encabezó el equipo de investigación nucleado en el Laboratorio 3 de la División Arqueología del Museo de La Plata del que Pato formó parte a lo largo de toda su carrera. Ella fue el pilar de este laboratorio y mano derecha de Gustavo durante más de 20 años. Pato era quien enseñaba a estudiantes y graduados recientes a dar sus primeros pasos en los análisis cerámicos y líticos con el “Lasquero” como algunos de nosotros llamaba a la tipología de Carlos Aschero. Además, siempre se encargó de las rendiciones, los informes y la gestión formal de los proyectos ante la UNLP, el CONICET, la CICPBA, la UNICEN, entre otras instituciones. Era una persona honesta y fiel a sus principios, lo cual incidió en que no ingresara a la carrera del investigador científico del CONICET cuando tenía un manuscrito muy avanzado de su tesis sobre la arqueología de los cazadores-recolectores tardíos del sector sudoriental de la región pampeana. Éste, entre otros factores, influyó en el largo plazo en que sus investigaciones fueran cediendo terreno y ganaran mayor espacio la extensión y gestión. No obstante, continuó sus estudios de la arqueología pampeana con un cargo exclusivo de promoción a la investigación en la UNLP. Así, entre 1999 y 2002 fue la co-directora de un proyecto de cooperación internacional entre Argentina y Francia sobre la ocupación prehispánica del río Quequén Salado (e. g., Madrid, Politis, March y Bonomo, 2002; March et al., 2006). Durante el proyecto realizó distintas estancias de investigación en las universidades de Rennes 1 y París X en Francia, que se sumaban a una experiencia previa en la University of Southampton, UK.
Las actividades de extensión incluyeron la ejecución de distintos programas y cursos de formación docente a nivel secundario, terciario y universitario sobre patrimonio arqueológico y el desarrollo de dos proyectos de extensión universitaria de la UNLP denominados “Arqueología, Educación y Museos”, dirigidos en un principio por Pato. Esos proyectos llevados a cabo en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Río Negro se orientaron a promover la interacción entre la investigación arqueológica, la educación primaria y secundaria y los museos regionales de los lugares en los que se desarrollaban los trabajos de campo. Se dictaron numerosos talleres para más de 2000 estudiantes y 150 docentes, así como charlas para todo público en museos de 17 localidades, entre las que se destacan Tres Arroyos, Lobería, Claromecó, San Cayetano, Paraná, Diamante, Victoria, Gualeguay, Lamarque, Valcheta y Choele Choel. Además, se elaboraron distintos posters didácticos y publicaciones de difusión, exposiciones fotográficas y museográficas en eventos científicos, instituciones culturales y museos, actividades que tuvieron un fuerte impacto en diarios, radios y televisión locales (Bonomo et al., 2010; Conforti, Madrid, Bonomo y Prates, 2013; Di Prado et al., 2012).
Sus múltiples intereses académicos y su inquieta búsqueda de nuevos horizontes hicieron que se sumara como docente a un nuevo proyecto de facultad que se gestaba a fines de los años 80 en Olavarría. Su participación y compromiso fueron claves para impulsar la carrera de Arqueología y para la vida política de la facultad en sus inicios. Fue una docente orquesta, no sólo porque las necesidades por entonces eran abundantes sino además porque estaba convencida de que el proyecto de contar con una facultad en el interior de la provincia transformaba la vida de mucha gente, por supuesto incluida la de ella misma. En esta institución ocupó cargos de gestión por muchos años. Fue miembro integrante de la Junta Departamental de Arqueología, Consejera Académica y Consejera Superior; esta última actividad le requería viajar a las reuniones que tenían lugar en la sede del Rectorado de la UNICEN, en Tandil. El reconocimiento, admiración y afecto que Patricia cosechó entre los distintos actores de la facultad, no sólo de Arqueología, habla justamente de su permanente trabajo e interacción en los distintos ámbitos de la institución. Entre 2005 y 2016 se desempeñó como Directora del Departamento de Arqueología. Fue investigadora integrante del INCUAPA (Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano), institución que acompañó en las distintas etapas de crecimiento desde sus inicios en 1993. No nos equivocamos si decimos que Patricia estuvo al servicio de la carrera en Olavarría, ofreciendo experiencia, claridad, escucha y un rumbo sólido que defendía con mucha pasión y generosidad. Patricia ocupó esos cargos de gestión a los que ninguno de los más jóvenes quería dedicarle tiempo; ella los militaba, nos enseñaba y nos esperaba con profundo respeto por nuestros tiempos y elecciones. En el mientras tanto de su espera, ella seguía involucrándose para defender los intereses de la carrera en los ámbitos de la facultad y de la universidad. Eso habla mucho de su generosidad.
Pato era muy divertida y ocurrente, zigzagueaba entre risas a carcajadas a discusiones viscerales donde el tono de su voz era más alto que su propia talla. Se caracterizaba por su exquisito gusto para vestirse de pies a cabeza y perfumarse, lo que convertía a su biblioteca y a su placard entre los bienes personales más preciados, aquellas cosas a los que todos deseábamos acceder.
En El libro de los Abrazos de Eduardo Galeano (1989), se presenta Un mar de fueguitos, un relato que explica que cada persona brilla con luz propia “(…) y que hay gente de fuego loco que llena el aire de chispas. (…), pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.” Esto refleja cómo era Pato: pasaba a saludar a todos y le interesaba saber cómo estaba cada uno. La sensibilidad que tenía la convertía en un ser muy especial: supo escuchar, preocuparse y ocuparse de situaciones que le pasaron a diferentes personas, sin importarle si eran colegas, estudiantes o no docentes, y su gran entusiasmo al momento de enfrentar nuevos desafíos resultaba inspirador para todo aquel que la conociese.
Tanto en la FCNyM como en la FACSO fue miembro de numerosas comisiones asesoras y evaluadoras de subsidios y becas, jurado de concursos docentes, tesis de licenciatura, entre otras. Ya sea como estudiante o como graduada fue clave su intervención en distintas instancias de evaluación poniendo siempre por encima sus convicciones por sobre sus intereses personales o presiones desde posiciones superiores de poder, como ella misma lo cuenta en una entrevista realizada hace poco tiempo (entrevista a Patricia Madrid en Bonomo y Prates, 2019).
Citando una vez más a John Berger en su cuento Las tres vidas de Lucie Cabrol: “Pese a su tamaño, era incansable. Era como uno de esos pequeños colibríes que, cuando llega el momento de la migración, pueden volar miles de kilómetros para atravesar el Golfo de México”. Patricia nunca economizaba energías ni salud si urgía defender una causa justa, ya se tratara de redactar una carta para cuestionar la evaluación de una beca de experiencia laboral denegada sin argumentos a una alumna o de discutir con vehemencia frente a colegas por la falta de imparcialidad de los jurados en un concurso. Se extenuaba en discusiones que repercutían profundamente en su estado de ánimo y, aun así, nos defendía. Viajaba cada quince días desde La Plata a Olavarría para cumplir con actividades docentes y de gestión en la FACSO, dormía en el micro, volvía para dar clases, acarreaba muestras de un lado a otro, preparaba informes de subsidios, rendiciones, evaluaba proyectos, investigaba. A su manera y a pesar de las complicaciones de salud que sufrió en los últimos años, ella era incansable.
Ante lo inevitable, elegimos homenajear a nuestra amiga y colega haciendo un recorrido por sus grandes contribuciones, en lo académico y en lo personal. Seguramente nuestros relatos no fueron exhaustivos, pero es claro que en cada uno de nosotros ha dejado una impronta muy positiva, donde siempre se destaca su compromiso, pasión, ímpetu, transparencia y generosidad. No va a ser fácil acostumbrarnos a la ausencia de tu presencia física. Ojalá estés en paz.
Referencias citadas
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» Bonomo, M., Prates, L., Madrid, P., Di Prado, V., León, C., Angrizani, R., Pedersoli, C. y Bagaloni, V. (2010). “Arqueología. Conocer el pasado a través de los objetos”. Museo, 3(24), 16-28.
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» Politis, G. y Madrid, P. (2001). Arqueología Pampeana: Estado actual y perspectivas. En E. Berberian y A. Nielsen (Eds.), Historia argentina prehispánica, Tomo II, (pp. 737-814). Córdoba: Editorial Brujas.
* Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA), Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) - CONICET. Av. Del Valle 5737 (CP B7400JWI) Olavarría, Buenos Aires, Argentina. E-mail: mgutierr@soc.unicen.edu.ar; violetadiprado@hotmail.com; pbarros@soc.unicen.edu.ar
CONICET, División Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Paseo del Bosque S/N (1900) La Plata, Buenos Aires, Argentina. E-mail: mbonomo@fcnym.unlp.edu.ar